Por: Eddy Luis Nápoles/*Exclusivo
Nuevamente vuelvo a desempolvar archivos, en esta oportunidad lo hago sobre la marcha deportiva, una especialidad que parece haberse introducido en Cuba a mediados de la década de los 60s, siendo los “entonces amigos”, soviéticos o alemanes, los encargados de extrapolar esa poca habitual técnica atlética hasta suelo cubano.
La especialidad, quizás no evolucionó rápidamente, como otras, pero tuvo excelentes progresos en un corto tiempo, si tenemos en cuenta, que los 20 kilómetros se insertaron en el atletismo cubano en 1965, cuando Arístides Fabars, el pionero en esta prueba, realizó el recorrido en 1:54:50 horas y al paso de dos temporadas, Juan López rebajó ese tiempo, hasta las 1:40:10 horas, pero no podemos centrarnos solo en los progresos de las marcas.
En 1966, el santiaguero Euclides Calzado y el camagüeyano David Jiménez, regresaron de los Juegos Centroamericanos y del Caribe de San Juan, con las medallas de plata y bronce, respectivamente, mientras que Calzado, al año siguiente, lograba bronce en el evento regional, celebrado en Jalapa, México. El propio Calzado, participó en los Juegos Olímpicos de México, en 1968, ubicándose en 27° lugar, siendo hasta el presente, el único marchista cubano que ha tomado parte en citas estivales.
Así, con el transcurso de los años, la prueba fue evolucionando, en ambos sentidos, fueron apareciendo nombre como, Rigoberto Medina, Lucas Lara, Alfredo Garrido, Raúl Quintana, David Castro, Rey Elier Garcés, Edel Oliva, Jorge Luis Pino, entre otros; encargados de ir colocando a los marchistas cubanos en la escena internacional.
Aquellas preseas iniciales, estuvieron acompañadas por otras, incluso de mayor rango, las que visualizaron las potencialidades de la marcha cubana, dentro de un área que siempre ha gozado de gran nivel, con la presencia de mexicanos, colombianos, guatemaltecos, venezolanos y salvadoreños. En 1986, los cubanos Rolando Flores y Edel Oliva, escoltaron al mexicano Marcelino Colin (20 kilómetros) durante el II Campeonato Iberoamericano de Atletismo celebrado en La Habana.
En 1994, Cuba asiste a la Copa panamericana, celebrada en Atlanta, Estados Unidos, para intervenir en los 50 kilómetros, con un equipo integrado por Jorge Luis Pino, Daniel Vargas, Jorge Risquet, Francisco Gómez y Edel Oliva, el cual se ubicó segundo, detrás de México. Otra actuación destacada aconteció en Poza Rica, en 2000, en 50 kilómetros, con Pino ubicado quinto, Ihosvany Díaz sexto y Erick Cordero octavo, mientras que la única mujer, Oslaidys Cruz, logró bronce en los 20 kilómetros, única presea lograda por un cubano en este evento.
El villaclareño Edel Modesto Oliva, el mejor marchista cubano, tanto en rendimiento, como en el logro de preseas en eventos foráneos, posee los mejores desempeños integrales, en ambas pruebas, con 1:23:23, en 20 kilómetros y 3:52:19, en los 50 kilómetros, también posee las mayores conquistas, con una presea de bronce (50 km) en los Juegos Panamericano de La Habana 1991 y el título en los Juegos Centroamericanos de Ponce en 1993.
Las mujeres, que iniciaron la faena a mediados de los años 80s, también han realizado valiosos aportes al desarrollo de la prueba, primeramente, Yoslaine Puñales, Margarita Morales, Raquel Martínez, luego lo hicieron Oslaidys Cruz (1:34:02) y Yarelis Sánchez (1:33:48), quienes en un corto período, fueron capaces de descender de 1:35 horas, mientras que Yanelis Conte (1:35:38) y Leisis Rodríguez (1.36:24), lo hicieron de 1:37.
En el aporte de medallas, ya conocemos del bronce de Oslaidys en Poza Rica, el cual clasifica como el mayor logro, entre las mujeres, seguido del título de Yanelis Conte en el Campeonato Centroamericano y del Caribe de La Habana, en 2009; Oslaidys había conquistado plata en ese propio evento, pero en la edición de San Juan en 1997, mientras que conquistó bronce en Maracaibo 1998, igualando lo realizado por Margarita Morales en Santiago de los Caballeros, en 1986, pero en 10 kilómetros.
En el apartado de las marcas, los “caminantes” cubanos mostraron que estuvieron aptos para seguir ascendiendo en la espiral del desarrollo; Jorge Luis Pino, en los 20 kilómetros, marcó 1:21:45 horas, mientras que Edel Modesto Oliva, en los 50 kilómetros, logró 3:52:19; en tanto, Yarelis Sánchez, entre las mujeres, consiguió 1:33:48 horas, tres marcas que su momento, coquetearon con el nivel mundial.
Resumiendo el botín de los marchistas cubanos, tenemos los siguientes números; Juegos Panamericanos, una medalla de bronce; Juegos Centrocaribes, un título, dos platas y siete preseas de bronce; Copa Panamericana, una medalla de bronce, Campeonatos Iberoamericanos, una plata y dos bronce; Campeonatos Centroamericanos y del Caribe, tres títulos, tres platas y nueve medallas de bronce. Un aspecto a destacar en estos logros de los caminantes cubanos, es que lo hicieron desde bajos perfiles, pues en su generalidad, carecieron de facilidades de estancias de preparación fuera de Cuba, competencias preparatorias idóneas u otras.
Hago esta apretada síntesis sobre los resultados de los marchistas cubanos, porque un día, de golpe y porrazo, la especialidad fue borrada de la cima en la pirámide del alto rendimiento nacional, dejándola como una especialidad de bajo perfil o de interés “local”. Las matriculas de estas pruebas fueron disminuyendo en la Base de Villa Clara, el epicentro de la especialidad en la década de los 80s y 90s, entidad que terminó siendo clausurada, único apéndice del Equipo Nacional que existía en el interior del país.
Este “golpe bajo” que recibió la marcha deportiva en Cuba, derribó el sacrificio y entrega de muchos atletas y entrenadores, quienes en conjunto, auparon la especialidad, quizás, hasta el nivel Centroamericano. Personas como Julián Díaz, Abelardo Montiel, Sixto Hierrezuelo, Euclides Calzado, Lucas Lara, Ubaldo Díaz y otros, son imprescindibles cuando se hable de la marcha en Cuba, como también no pueden faltar, Rigoberto Medina (Makarela) y Pedro Cañizares, quienes han demostrado que los entrenadores cubanos son capaces de llevar sus atletas a podios olímpicos y militar en la élite de la prueba. Medina guió al guatemalteco Erick Barrondo a la medalla de plata en Londres 2012 y Cañizares ha colocado a la peruana Kimberly García en la élite mundial.
Termino con estas palabras pronunciadas por David Castro en una entrevista realizada para la web Deporcuba, “Eso de que nuestro país no da buenos marchistas, son malas intenciones de los enemigos de esta especialidad”.
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