A Diego Granado lo vimos crecer. Se hizo mayor lanzando en momentos difíciles, apagando fuegos, siendo pieza clave en aquel subcampeonato de Las Tunas en la 58 Serie Nacional que nos puso a soñar a todos.

A Diego también, porque ese fue un punto de inflexión en su vida. Se sintió listo para buscar empeños mayores y salió del país tras el sueño de las grandes ligas, ese que convoca – al precio que sea necesario- a beisbolistas de todos los confines del universo.

Desde entonces ha entrenado duro; tanto, que entiende que ha mutado. Que es un jugador distinto al que vimos por última vez lucir el #70 de la camisa de los Leñadores, en aquel playoff donde fue importante lanzando en la mitad de los 14 juegos disputados. (6.2 innings, 1.35PCL y .292 AVE/OPP según datos de Yirsandi Rodríguez)

Su evolución, sin embargo, no le ha hecho olvidar sus esencias y mientras espera, en buena forma, que haya alguna organización que lo contrate, disfruta los logros de sus compañeros por acá y agradece por haberse formado como pelotero en esta provincia.

Tu paso por los Leñadores de Las Tunas

Yo me hice pelotero en Las Tunas, y le debo a mi provincial mi formación, y todo. Absolutamente todo lo que soy se lo debo a Las Tunas, porque allí también me preparé para dar este paso con el que busco cambiar mi vida.

¿Cuándo y por qué decides salir del país?

Al terminar mi tercera Serie Nacional, la temporada que fuimos el 2do lugar de Cuba entendí que estaba listo para dar el paso. La vida va más allá del béisbol y además de pelotero también tengo una familia que merece mucho más de lo que hasta ese minuto podía darle. Tengo fe, se que el béisbol puede cambiar nuestra vida y es por eso por lo que estoy trabajando.

En qué momento se encuentra tu carrera ahora mismo. ¿Contrato?

Ya he tenido ofertas de alguna que otra organización, aunque en este momento no he llegado a un acuerdo por mala representación. He estado cerca de firmar, pero a veces los negocios son turbios y estas ajeno a lo que ocurre, y esa no es una circunstancia que quiero para mí. Este es un mundo complicado. Tengo fe en que la firma llegará pronto ya que todavía quedan por verme más de la mitad de las organizaciones, y estoy en una forma óptima.

El sueño de las Grandes Ligas es prácticamente el de todos los beisbolistas del planeta, sobre todo en nuestra área geográfica. De sus escaladas siempre se reseñan los éxitos, o los descalabros, aunque en menor medida. Desde tu óptica ¿qué tan complicado es el proceso?

La gente cree que es algo más fácil, cuando en realidad es un asunto muy complicado. No es que te vean, y ya te firmen. Una organización se puede interesar en ti, pero te ve como mínimo 4 o 5 veces antes de contratarte. Hay mucho trabajo por detrás, mucho sacrificio y muchísima dedicación. Personalmente he tenido que cambiar muchas cosas en mis dinámicas, he tenido que ajustar las secuencias y trabajar duro para lucir como un lanzador más profesional.

¿Cómo viviste la victoria de Las Tunas en la pasada Serie Nacional?

La disfruté mucho. Yo soy y seré siempre un leñador de pura cepa. Esos son mis colores, y me sentí muy contento por mis compañeros. Logramos algo muy grande.

¿Regresarías alguna vez?

Entiendo que este no es momento de mirar atrás, pero si tuviera que hacerlo alguna vez, regresaría con muchísimo gusto

De tus habilidades sobre el box siempre se ponderó el control. ¿Sigue siendo esa tu clave?

El lanzador que soy en este momento no tiene nada que ver con lo que era cuando salí de Cuba. Cambié muchas cosas, empezando por el ángulo del brazo, lo cual me ha hecho lanzar más rápido.

He ganado en muchos aspectos técnicos y físicos, tengo más masa muscular, soy, digamos, más fuerte.

Mantengo mi control, que es como decías, mi arma natural. Pero estoy lanzando entre 93 y 94 millas, con un buen repertorio lo que me hace tener más opciones de dominar a los bateadores.

Mi mayor virtud es el béisbol, que vivo por él. Cuando voy a lanzar soy protagonista de una batalla, o me matas o te mato.