Por José Ramón Fabelo Corzo

Terminó el XVII Campeonato Mundial Juvenil de Atletismo en Tampere, Finlandia, y Cuba cerró en definitiva en el lugar 11, tanto en la tabla de medallas (1-1-3), como en la de puntos (47), lo cual representa un descenso en comparación con el mundial anterior de 2016 en Bydgoszcz, Polonia, cuando nuestro país ocupó el cuarto lugar por medallas (3-2-0) y el octavo en la tabla por puntos (50). La cantidad de medallas (5) y de finalistas (8) ahora fue la misma que hace dos años, pero la calidad en ambos casos fue esta ocasión más baja. 

Medallero final1 - editadoEl lugar 11 por países obtenido en Tampere ratifica a Cuba como una potencia en el atletismo juvenil en el mundo, más teniendo en cuenta que en este mundial participaron un total de 158 países, muchos de ellos con mayor población que Cuba y con un nivel de desarrollo económico más alto. Una vez más este tipo de evento evidencia el buen trabajo que se realiza en Cuba en la captación y promoción de jóvenes talentos, de lo cual son una muestra fehaciente los acumulados históricos de nuestra nación. Ahora Cuba tiene en los 17 campeonatos mundiales juveniles realizados un total de 28 medallas de oro, 32 de plata y 22 de bronce, así como 849.5 puntos acumulados, lo que le permite ubicarse en el octavo puesto por medallas (en este campeonato cedió a Gran Bretaña al séptimo) y mantenerse en el décimo por puntos.

Ubicación por puntos País Oros Platas Bronces Medallas Total de puntos
1 Estados Unidos 108 81 59 248 2453
2 Alemania 57 50 59 166 2067.4
3 Kenia 78 66 42 186 1620
4 China 40 44 32 116 1315
5 Gran Bretaña 30 26 35 91 1148.3
6 Rusia 43 31 27 101 1126.8
7 Etiopía 37 32 30 99 1004
8 Jamaica 27 39 37 103 999
9 Australia 13 24 26 63 882.8
10 Cuba 28 32 22 82 849.5

A pesar de la destacada actuación histórica y también en este último campeonato, hay que reconocer que los resultados pueden y deben ser mejores. Lo que nos devuelve estos campeonatos no es todavía un fiel reflejo del talento que hay en Cuba en estas edades, ni del trabajo que se realiza en su preparación. Varios factores, a nuestro juicio, atentan contra ello.

El principal de ellos es el limitado número de integrantes de la delegación competitiva, en comparación con la cantidad de atletas que podrían y deberían participar. Es algo en lo que hemos insistido en muchas ocasiones. El excelente trabajo que se realiza en Cuba, en la captación y promoción de talentos, debe cristalizar con la participación en los eventos internacionales de todos los que realmente se lo ganen. En esta ocasión fue particularmente significativa la diferencia en número entre los que participaron y los que debían hacerlo. A tal punto fue notable en esta ocasión esa diferencia, que sentimos la necesidad de dedicarle un artículo a los que no estaban en la nómina y deberían estar. Allí señalamos que la cifra ideal para la integración de este equipo Cuba era de 24 atletas, 11 más de los que realmente asistieron. Todos ellos, los 24, tenían posibilidades reales de ubicarse entre los 8 primeros y de otorgar puntos a Cuba. Algunos incluso podían ser medallistas. Me permito recordar un fragmento de aquel trabajo:

“Estar entre los primeros 8 del ranking es tener muy reales posibilidades de aportar puntos y finalistas a la delegación cubana. Pero esa posibilidad, aunque menor, también es real para los que están en los lugares 9, 10, 11 o 12 del ranking. En la competencia cualquier cosa puede pasar, algunos no llegar, otros lesionarse. Hay atletas que se crecen, como también hay otros que decrecen en la competencia. Si extendiéramos la lista ideal de participantes de la delegación cubana hasta los ubicados entre los 12 o 13 primeros del ranking, pues los 24 debían participar”.

Hay que tomar en consideración esto último. Como bien apunta Roberto, uno de nuestros más fieles lectores en DeporCuba, si los únicos que asisten a los eventos son los que están más arriba en el ranking, las posibilidades de sorpresas negativas son mucho mayores que las posibilidades de sorpresas positivas. Nada garantiza que los atletas que no asistieron hubieran repetido allí sus mejores desempeños de Cuba, pero igual nada garantiza que no lo hubieran hecho o, incluso, mejorado.

De todas formas, si hipotéticamente asumiéramos que, de asistir, esos 11 atletas hubieran repetido en Tampere su mejor resultado de este mismo año en Cuba, entonces los resultados que obtenemos son bastante sorprendentes. Así lo refleja la siguiente tabla

Atleta que quedó en Cuba Especialidad Marca en Cuba Lugar que hubiera obtenido en Tampere con esa marca
Mario A. Díaz Disco 1,75 kg (M) 62.37 1er lugar – medalla de oro (8 puntos)
Edislay Hodelin Triple (M) 16.59 2do lugar – medalla de plata (7 puntos)
Yarovis E. Contreras Jabalina (M) 74.98 2do lugar – medalla de plata (7 puntos)
Mailen Brooks Jabalina (F) 55.39 3er lugar – medalla de bronce (6 puntos)
Yunisleydis de la C. García 100 m (F)

200 m (F)

11.36*

23.22

3er lugar – medalla de bronce (6 puntos)

4to lugar (5 puntos)

Yanisley Carrión Largo (F) 6.28 4to lugar (5 puntos)
Dianelis Delís Bala (F) 16.28 4to lugar (5 puntos)
Layselys R. Jiménez Bala (F) 16.05 6to lugar (3 puntos)
Keily L. Pérez 100 m/v 13.48 6to lugar (3 puntos)
Greisys L. Roble 100 m/v 13.52 7mo lugar (2 puntos)
Leyanis PÉREZ Triple (F) 13.36 7mo lugar (2 puntos)

*En el nacional juvenil, que se realizó después de integrado el equipo, hizo 11.31

Siguiendo en el plano de las especulaciones (que no por serlas dejan de tener un fundamento objetivo y realista), nos percatamos que, de haber asistido al mundial y repetido allí su mejor resultado de Cuba, los 11 atletas señalados hubieran estado entre los 8 finalistas y aportado 59 puntos a la delegación cubana, una medalla de oro, dos de plata y dos de bronce, con lo cual la actuación de Cuba hubiera sido muy superior.

Repetimos que todo esto era solo probable. Pero es sobre la base de lo probable que tenemos que integrar las delegaciones cubanas a este tipo de eventos. Sabemos que los encargados de hacer el equipo trataron de seleccionar a los mejores, que la cifra límite de 13 se los impuso el techo financiero del que disponían. Pero es este tema del techo el que hemos de cuestionar. El desarrollo de nuestro atletismo no puede estar sujeto a un techo que desde afuera se le imponga.

El trabajo que viene realizando la nueva Comisión Nacional es a ojos vista muy bueno y no merece que el resultado que le retorne no lo refleje. Mucho menos lo merecen los atletas que se esfuerzan durante todo el año, que hacen el grado y no son incluidos. Tampoco sus entrenadores. Para todos ellos la no inclusión es desestimulante, puede llegar a ser paralizante.

Hemos de decidir. Si queremos tener un buen atletismo, un deporte que, como lo ha hecho históricamente, siga sacando la cara por el país en Centroamericanos, Panamericanos, Olimpiadas, hemos de asumir los costos que ello implica y recuperar el nivel de prioridad que tuvo en otros momentos. En 1990 Cuba logró incluir a 16 atletas entre los 8 primeros en el Mundial Juvenil de ese año, 15 en 1992, 14 en 1994. Eran años duros, los primeros y más críticos del período especial. La situación económica del país era muy inferior a la de ahora, pero se buscó y encontró recursos para llevar a estos eventos delegaciones más numerosas que la de ahora. Comparado con aquellos años, no podemos estar satisfechos con la cifra de 8 finalistas ahora, cantidad que es más el resultado del ya mencionado techo financiero, que de la calidad real de nuestros atletas. Los atletas de entonces tenían talento. Los de ahora, también. La diferencia está en el techo, o en su altura.

Un total de 12 de esos juveniles, 7 de los que fueron y 5 de los que no fueron a Tampere, están ya incluidos entre los 55 atletas del Deporte Rey que representarán a Cuba dentro de una semana en Barranquilla. Su importancia para el deporte cubano no es asunto de un futuro hipotético. Está ahí mismo, en el presente. En el espíritu que reinó en el recién concluido congreso de periodistas cubanos –y aun sin serlo profesionalmente en lo personal– hacemos un llamado a las autoridades pertinentes a tomar muy en cuenta los niveles de prioridad que el atletismo juvenil merece y necesita ya.