Por: Duanys Hernández Torres / Imagen de portada: Trabajadores

Tokio 2020 terminó con una excelente actuación para la delegación cubana. Nuestro país computó siete medallas de oro, tres de plata y cinco de bronce, que le sirvieron para situarse en el decimocuarto lugar del medallero general, y cumplir con los propósitos previstos antes de la cita estival.

La labor de nuestros deportistas superó en cantidad de medallas, así como en la posición final, a lo que ocurrió en las justas olímpicas de Beijing 2008 (3-10-17, y lugar 28), Londres 2012 (5-7-3, y lugar 16), y Río de Janeiro 2016 (5-3-4, y lugar 18).
Pero, más allá del resultado final: ¿cuáles fueron las luces y sombras de nuestro país en la Tierra del Sol Naciente?

Pronósticos con los pies en la tierra

El primer acierto de los directivos del deporte cubano radicó en hacer un pronóstico basado en las probabilidades reales del material humano con que se contaba, y no lanzar campanas al vuelo con propósitos utópicos, como en citas múltiples anteriores.
En estos casos como refiere el refrán: «es mejor no llegar, que pasarse», y esa lección aprendida fue el primer triunfo de los directivos cubanos.

El objetivo de ubicarse entre la veintena de vanguardia era muy real, y con cinco títulos olímpicos, previstos en la mayoría de los pronósticos, se alcanzaba la meta.

Resultó muy sensato centrar la mayoría de los recursos, en medio de las complejidades por la Covid-19, en 25 potenciales medallistas de siete disciplinas deportivas. Y las siete, (dígase atletismo, boxeo, lucha, canotaje, judo, tiro deportivo, y taekwondo) alcanzaron preseas, cifra superior a los cuatro deportes premiados en Río de Janeiro.

De los atletas señalados como potenciales medallistas, 14 alcanzaron preseas, y solo el eléctrico Luis Orta con su oro en lucha así como Maykel Massó, ganador del bronce en el salto largo del atletismo, no estaban en los planes.

La efectividad fue la palabra de orden. Con una delegación de 69 atletas que competirían en menos del 19 % de las pruebas en disputa, no quedaba de otra. Cuba tuvo un acierto del 53,8 % en finales, con el boxeo cumpliendo al cien por ciento desde Londres 2012.

Según datos publicados por el colega Aliet Arzola, esta delegación cubana es la tercera en la historia olímpica con menos de 70 deportistas, que alcanza siete títulos. Solo la antecedieron, Turquía en Roma 1960 con 49 atletas, e Irán en Londres 2012 con 53 participantes, y en ambos casos con siete coronas olímpicas respectivamente. Gracias a esa efectividad se cumplió el gran objetivo.

Boxeo, lucha y canotaje: los puntales de oro

Otra vez el boxeo llevó la voz cantante con sus cuatro medallas de oro. Es tan rica la historia de este deporte en nuestro país que suma 41 de los 84 títulos olímpicos. Por si fuera poco, esta disciplina vio coronarse en Tokio 2020 a tres bicampeones olímpicos, y ya suman nueve con esta condición, además de dos tricampeones.

El buque insignia destrozó el pronóstico de dos oros y dos bronces, con cuatro coronas y un bronce. Solos dos pugilistas se quedaron fuera del podio. Misión cumplida, y con creces.

La lucha se mantiene como el único deporte que regala títulos olímpicos de manera ininterrumpida desde Barcelona 1992. Lo de Mijaín López es escandaloso, al convertirse en el primer luchador del sector masculino con cuatro medallas de oro consecutivas, superando las tres coronas y el subtítulo del mítico Alexandr Karelin.

Luis Orta resultó la gran sorpresa de la delegación con su inesperado triunfo. El gladiador capitalino se mostró en una forma impecable, y no creyó en rivales de mayor linaje. De La Güinera al Olimpo.

Cuba ganó en la modalidad grecorromana, pero quedó el trago amargo de la derrota en la primera pelea del favorito Ismael Borrero, y el único triunfo de Daniel Gregorich entre los restantes competidores. Los dos títulos no pueden cegarnos, porque se esperaba mucho más de la armada cubana en esta disciplina.

El gimnasta Reineri Salas coronó una gran carrera deportiva con su medalla de bronce en la lucha libre, aunque el resto de los participantes en esta modalidad mostró una pobre imagen.

El titulo para la canoa biplaza a mil metros, formada por Fernando Dayán Jorge y Serguei Torres, fue de las mayores hazañas en estos juegos. Los canoístas cubanos llegaban con pronósticos de medalla, pero nunca el título. Fin de un ciclo con excelentes resultados, y la certeza de que cuando se priorizan atletas con posibilidades reales, invariablemente llegan los resultados.

Este deporte, tiene que ser prioritario para el Inder en el próximo trienio rumbo a París 2024, debido a la juventud de sus atletas, y la calidad mostrada en el canal Sea Forest de la capital japonesa.

Reuters / Annegret Hilse

Atletismo, tiro, judo y taekwondo también en el podio

Lo de Leuris Pupo es para enmarcar. Igualó con Guillermo Alfredo Torres como los deportistas cubanos con más participaciones olímpicas con seis. Pero, el tirador holguinero siempre se ha ubicado en la decena de vanguardia, con una corona y un subtítulo.
¿Qué decir de esa medalla de plata después de dos años sin competir y con solo algunas bases de entrenamientos en el exterior? A quitarse el sombrero, con uno de los resultados más impresionantes de la delegación cubana. Pupo siempre pone bien el ojo en citas olímpicas.

El atletismo con una plata y dos bronces superó la pobre cosecha de Río de Janeiro 2016, pero quedó la sensación de que se pudo más. ¿Cómo es posible que en una comitiva de 18 atletas se lesionen seis en la competencia principal del año? ¿Llegaron en la mejor forma física y médica los atletas cubanos? ¿Qué papel jugó la tríada medica en la preparación?

Punto y aparte para Roxana Gómez. Desde mi modesta opinión, lo más sobresaliente del atletismo cubano, más allá de su octavo lugar en 400 metros, debido (qué lástima) a una lesión.

La cienfueguera destrozó su marca personal en más de un segundo(49,71 segundos, tercera marca y segunda mujer en el ranking nacional detrás de Ana Fidelia Quirós), y se convirtió en la segunda cubana finalista en la vuelta al óvalo en cita olímpica, tras el quinto lugar de Aurelia Pentón en México 1968.

El judo otra vez tuvo en Idalis Ortiz a su bastión, con su cuarta medalla olímpica consecutiva. Se dice fácil, pero un oro, dos platas y un bronce con apenas 32 años resulta de otra galaxia. Igualó las cuatro medallas en citas estivales de Driulis González, aunque las supera en calidad.

Magnífico el quinto lugar de Kaliema Antomarchi, porque cuando se pierde entregándolo todo, el resultado final sabe a medalla. Muy discreto el judo masculino con tres derrotas en igual cantidad de salidas, aunque vale señalar que quizás fue el deporte con más déficit de preparación de los llamados estratégicos.

Rafael Alba cumplió con su medalla de bronce, más allá de su extrema pasividad en la primera pelea ante el atleta de Macedonia del Norte. Su bronce, que constituyó la primera medalla de la delegación cubana, borró esa pálida salida.
Por cauces esperados…

El resto de los deportes transitó acorde a lo que se esperaba. Lo mejor de los no medallistas estuvo en el levantamiento de pesas con el sexto lugar de Ludia Montero, y los cuatro halteristas ubicados en la novena de vanguardia.

La dupla de voleibol de playa, formada a última hora, sobrecumplió al situarse entre las 16 mejores. Milena Venegas, y su lugar 17 en el remo muestran su verdadero nivel.

Discretas las actuaciones de Arlenis Sierra, Marcia Videaux, los pentatletas y los tenimesistas, pero estaba en el rango de los esperado, aunque quizás la ciclista manzanillera pudo terminar en un mejor puesto en la ruta.

Luces y sombras de Cuba en Tokio 2020. París 2024 está a la vuelta de la esquina. ¿Superaremos bajo la Torre Eiffel lo conseguido en estos juegos olímpicos?