Yarisley Silva se ha especializado en resolver concursos difíciles. En sacar medallas del congelador. Se las ingenia, burla la presión y con argumentos propios logra catapultarse, y rozar el cielo.
Hoy en Beijing, con un destello de su extraordinaria clase, resolvió otro puzzle complicado.
Todo comenzó tranquilo. También para ella, que transitó sin problemas sobre los 4,50 y los 4,60, pero tuvo que emplearse a fondo para validar unos 4.70 que la mantuvieron en concurso y luego, otros dos intentos para superar los 4,80, que le aseguraron un cupo entre las medallistas.
Así las cosas, llegó el 4,85 al primer intento para tomar la punta por primera vez y cuando todo parecía que tomaba su ritmo, apareció Fabiana Murer, en otra gran noche, con un salto limpio que la puso al frente de la prueba. La griega Nikoléta Kyriakopoú que iba primera tras los 4,80, falló, cayó al tercer puesto y se vio obligada a renunciar para jugarse sus últimas dos cartas en unos desconocidos -para ella- 4,90m.
La tensión estaba en el ambiente. Tras los dos primeros intentos fallidos sobre una altura de respeto como los 4,90m, la clasificación seguía idéntica: Murer, Silva y Kiriakopoulou, esta última fuera, con el bronce entre manos para coronar una temporada de mucha estabilidad y progresión para la griega .
Entonces, en un Nido de Pájaros que parece estar diseñado para los grandes momentos, Yarisley fijó el agarre, tomó carrera y voló. El Nido de Pájaros estalló cuando el cuerpo, esforzado, de nuestra morena cruzó sobre los 4,90 para cuasi asegurar el primer título mundial al aire libre de su carrera.
A la brasileña , a Murer, le quedaba una bala. Y la invirtió sin éxito. Aunque hay que reconocer la recuperación que ha patentado esta atleta de 34 años que tiene por delante unos Juegos Olímpicos en los que será local. Fabiana ha vuelto a sus mejores años y emula esos registros que le otorgaron los títulos mundiales en Doha’10 y Daegú’11. Hoy recuperó un lugar en el podio de los eventos grandes tras haberse quedado fuera en los Juegos Olímpicos y en el Mundial de Moscú pero sigue sin poder con Yarisley.
La temporada esta vez fue clara y en Beijing ganó la que tenía que ganar. Se impuso nuestra Yarisley Silva. Saltando alto, muy alto. Conste que estos 4,90 metros es lo más alto que se ha saltado en un evento de este tipo desde la victoria de Isinbayeva con 5,01 en el ya lejano mundial de Helsinki ‘05. Y de paso, se despojó de aquellos no tan halagueños -aunque aleccionadores- recuerdos que guardaba este estadio cuando en los Juegos Olímpicos de 2008 solo pudo saltar 4.15m.
En el título no quedaron las aspiraciones. Silva soltó las riendas de sus sueños, y aferrada a la quimera que acababa de conseguir, intentó los 5.01. No fue esta vez, pero ha de ser, y probablemente pueda ser pronto ya que de la actual hornada de pertiguistas es quien se muestra más cerca de lograrlo.
Vino entonces la vuelta olímpica entre inagotables flashes y el abrazo entre las contendientes y las declaraciones, encabezadas por las de la cubana que dijo estar…“Muy emocionada y fantásticamente feliz”…. No es para menos, pues como acotara la nueva titular del orbe “ha sido una de las competencias más fuertes de mi vida. He tenido grandes rivales, sobre todo Fabiana que me ha presionado mucho hoy. Es muy emocionante competir con ella. Después de la plata de los Juegos Olímpicos, he ganado el oro aquí . Es el resultado del esfuerzo, del sacrificio y de la dedicación. Ahora haré todo para poder coronarme en los Juegos Olímpicos de Río 2016″
Con su actuación, Yarisley refrendó el momento que vive y ratificó su presencia en el podio de los grandes eventos; un lugar que no ha cedido desde los Juegos Olimpicos de 2012 (plata en Londres’12, Bronce en Moscú’13, Oro en Sopot’14 y Oro en Beijing’15). Jennifer Suhr, subcampeona de Moscú 2013, compartió la cuarta plaza con su coterránea Sandi Morris y la sueca Angelica Bengtsson, todas con 4.70 y especial significación para esta última que convirtió su salto en récord nacional.
En resumen fueron dieciséis los saltos que hizo la cubana; trece para ganar. Seis buenos, los que valen el título, y siete fallos. Cuestión asociada quizás, al cambio de garrochas. Tentativas que habrá que analizar porque estuvieron punto de volver a pasarle factura. Sin embargo, a estas horas lo que prevalece es el recuerdo dulce, el de la victoria que otorgó a Cuba un segundo título que la sitúa cuarta en el medallero por países de esta competición. Para Silva todo el mérito, mientras la mayoría de sus coespecializadas piensan en el cielo como límite, ella mira desde allí a sabiendas que la clave de su éxito está en ese coraje muy suyo que no entiende de límites.
Su secuencia: 4.50 o – 4.60 o- 4.70 xxo – 4.80 xo – 4.85 o – 4.90 xxo- 5.01 xxx.
Este artículo sobre Yarisley, perteneciente uno más largo sobre el Mundial de Atletismo aparecido en Marca (http://www.marca.com/blogs/perarnau-221/2015/08/26/la-tatarabuela-entrenadora.html) está imperdible:
UN METRO POR ENCIMA DE SU CABEZA
Lo más asombroso de Yarisley Silva no es que salte 4.91 con pértiga o que por fin haya escalado hasta el peldaño del oro en el podio, sino lo que se denomina «índice técnico», que es la distancia entre la mano superior con que el saltador agarra la pértiga y el listón que supera. Pongamos el ejemplo de la gran reina, Yelena Isinbayeva, cuyo récord mundial está situado en 5.06 y empleaba una pértiga de 4.60 de longitud que agarraba casi en su extremo, exactamente en 4.55. Esto significa que cuando Isinbayeva batía, su mano superior se encontraba a 4.35 metros del nivel del suelo, dado que el cajetín tiene una profundidad de 20 centímetros (4.55 – 0.20 = 4.35). Para superar el listón colocado a 5.06, la campeona rusa tuvo que elevar el cuerpo 71 centímetros por encima de su mano derecha. Ya sabemos que ella fue gimnasta y que posee una habilidad espacial (y especial) muy notable, de ahí que pudiera conseguir remontar desde el agarre los mencionados 71 centímetros.
Pero Yarisley Silva supera todo lo conocido hasta ahora. Dado que es una atleta muy baja (1.61), la nueva campeona mundial no puede agarrar la pértiga a demasiada altura. Me explicaré. En el punto concreto de agarre confluyen una serie de factores que deben mezclarse a la perfección. Estos factores son: estatura de la atleta, morfología, técnica específica de salto, velocidad de entrada al salto, batida más o menos profunda, dureza de la pértiga, fuerza del viento y grado de valentía. Son muchos factores, demasiados como para que uno prevalezca sobre el resto. Han de estar perfectamente ensamblados y coordinados. Silva ha sufrido serios trastornos en este aspecto durante la presente temporada. Su entrenador, Alexander Navas, lleva tres años anunciando que cuando la cubana consiga agarrar la pértiga en 4.30 conseguirá una marca superlativa (está pensando en más de 5 metros, sin duda), pero precisamente este año el agarre se ha convertido en un problema grave para ella. Tan grave que sus marcas se han distinguido por una irregularidad casi catastrófica, alternando días en los que ha superado los 4.70 y 4.80 con otros en los que se ha estrellado entre los 4.30 y los 4.60. Yarisley, que se ha entrenado a menudo en Madrid, tuvo que recurrir al apoyo de un psicólogo para aliviar el estrés que suponía no conseguir agarrar a la altura exigida por su entrenador (4.30). La solución providencial adoptada en mitad del verano resultó ser poco convencional: si no podía agarrar más alto, pensó el profesor Navas, entonces debería realizar una auténtica proeza aérea.
En julio acudieron a Toronto para defender el título de campeona panamericana. Yarisley agarró la pértiga en los consabidos 4.10 (la que más bajo toma la pértiga de todas las saltadoras de élite) y con 4.85 se aupó al liderazgo del año y conquistó el oro por delante de la brasileña Fabiana Murer y de la campeona olímpica, la estadounidense Jenni Suhr (junto a Isinbayeva, la otra +5 metros de la historia). El paso adelante continuó hace tres semanas en Alemania, donde la cubana mejoró su récord nacional saltando 4.91 con el mismo agarre. Esto supuso una auténtica bomba entre los especialistas: Silva agarraba la garrocha en 4.10 y saltaba 4.91, lo que llevaba el «índice técnico» nada menos que a 101 centímetros, una auténtica barbaridad que ninguna mujer antes había logrado:
Agarre real = 3.90 (4.10 – 0.20)
Centímetros a remontar = 101 (4.91 – 3.90)
Recordemos que la gran Isinbayeva tiene su mejor índice en 71 centímetros. Yarisley Silva se eleva, por lo tanto, 30 centímetros más que la zarina desde el agarre superior … Si observan esta foto comprobarán la posición del agarre y cómo la pértiga le permite margen para agarrar casi 40 centímetros más arriba. También se comprueba la verticalidad de su cuerpo (esos 101 centímetros que remonta).
La final de Pekín ha reflejado la turbulenta temporada de la cubana. Su concurso se ha trufado de nulos. Tras superar al primer intento los 4.50 y 4.60, ha necesitado tres intentos en 4.70, rozando el desastre, dos en 4.80 (ya con el podio en el zurrón) y ha dado el golpe de gracia en 4.85, saltándolo a la primera tentativa. Pero la brasileña Murer ha replicado con la misma moneda, dejando a Silva en posición de plata. Y en 4.90 la cubana también ha precisado tres intentos. Agarrando la pértiga en 4.10 ha conseguido salvar el listón con una remontada de un metro exacto desde la mano superior en otro vuelo fabuloso e inaudito para una mujer.
Como dice su entrenador, Yarisley Silva necesita agarrar la pértiga en 4.30 aunque es razonable que le resulte dificultoso vista su baja estatura. Pero si lo consigue solo cabe echar números: si con 4.10 ha saltado 4.91, con un agarre veinte centímetros superior debería saltar… Sí, en efecto, 5.11.