por: José Raùl Díaz Barrios
La periostitis es un padecimiento físico muy conocido por todos los corredores. No resulta nada raro que en una de tus sesiones de entrenamientos te sientas algún dolor punzante o quemazón en la tibia, ya sea en el lado interno o en el externo. Quizás te has preguntado muchas veces debido a qué te duele y cómo puedes evitar que sigas padeciéndolo.
Pues bien, antes de todo es necesario definir qué es periostitis. Se entiende por periostitis tibial: dolor a lo largo de la tibia, parte interna y/o externa. Suele estar provocada por correr o hacer otra actividad de alto impacto. La periostitis tibial, también conocida como síndrome de estrés tibial, suele mejorar con el reposo y no causa problemas duraderos (Gibson, 2020).
Como dato interesante y necesario de conocer, se tiene que el dolor en la parte interior de la tibia se produce cuando pisamos apoyados en el borde externo del pie, y cuando el dolor es en el borde externo de la tibia, será cuando se esté pisando con el interior del pie. Por lo general, se apoya el borde externo del metatarso, por lo que ocurre con más frecuencia la periostitis en el interior de la tibia.
Ahora bien, se debe conocer ante todo que la causa principal es la realización de entrenamientos a una intensidad mayor de la que tu cuerpo puede resistir sin sufrir una lesión. El alto impacto al que son sometidas las tibias en las pisadas, unido a la calidad de los zapatos, provocan vibraciones muy altas, sufriendo desgarre e inflamación del periostio, capa que envuelve los tibiales. A esto, que se considera lesión de las tibias, se le llama periostitis.
Se sabe que no se puede analizar un fenómeno sin vincularlo al marco en el que se produce. Las zapatillas pueden ser un causante principal de la aparición de periostitis en un corredor; puesto que al realizar entrenamientos intensos con calzado ya deteriorado, el impacto es mucho mayor y por ende se agudiza y apresura más la inflamación. Quienes se hayan interesado alguna vez por saber cuándo debo cambiar mis tenis de correr, o sea, cada cuánto tiempo, sabrán que aun las mejores marcas recomiendan que se haga una vez completados 800 kilómetros máximo. Para un corredor de nivel en Cuba, esto representaría de seis a ocho semanas, es decir, un máximo de dos meses. Después de ese tiempo ya estás en peligro de sufrir lesiones, tanto periostitis como otras de rango ortopédico.
Ahora cabe una pregunta, ¿cuándo fue la última vez que cambiaste tus zapatillas de entrenamiento? Para países subdesarrollados y con escasos implementos deportivos, suele ser una idea descabellada querer cambiar de calzado cada dos meses, por lo tanto, tenemos grandes posibilidades de sufrir agudas inflamaciones en nuestro periostio.
Otra de las causas que originan la periostitis es la superficie. Ya sabemos que nuestro calzado no es el apropiado para correr, en cambio, utilizamos lugares de entrenamiento que no son los más indicados; tales pueden ser las carreteras, así como las pistas donde ya la goma esté desgastada o completamente deteriorada, sobre todo si en ella (pista) hacemos series, algo que aumentaría las vibraciones y por lo tanto la inflamación.
Tenemos ya dos causantes principales de este padecimiento, pero falta uno muy importante y es que la inflamación depende en gran medida de la fuerza. Muchos han coincidido desde que me he dedicado a estudiar el tema, que cuando los tejidos están bien fortalecidos la periostitis tiende a no dar problemas, e incluso, muchos la han eliminado a largo plazo con fortalecimientos en la arena y rutinas de multisaltos. Y bueno, la lógica indica que es cien por ciento válido, puesto que al estar los músculos que intervienen bien fortalecidos, la técnica fluye de una manera más limpia y eficiente, eliminando una alta intensidad de impacto; además de que la membrana periostio alcanza un elevado nivel de resistencia al trabajo.
Está de más decir lo incómodas que se hacen las rutinas de entrenamiento cuando se padece de dicha inflamación, si tenemos en cuenta que hasta para caminar te molestan los tibiales, e incluso cuando duermes. Sabemos la causa y el efecto que provoca, solo resta hablar de posibles soluciones.
Padecer de periostitis te hace buscar e indagar cómo puedes hacer que te desaparezcan esos dolores. Y bueno, la verdad es que existen muchos métodos, algunos no tan eficientes como otros. Cuando vas ante un médico del deporte y te diagnostica periostitis, algo fácil de deducir, lo primero que te dice es que bajes la carga de entrenamiento, que corras por superficie blanda (hierba, terraplén) y que te des masajes con hielo varias veces al día, no excediendo los diez minutos promedio para evitar quemaduras. Existen muchos más vías, tales como hacer contrastes de temperatura (que son muy buenos), ponerte ligas en los entrenamientos, colocar un lápiz en la tibia en la zona donde te duele y fijarlo ahí, dejar caer sobre la zona esperma de vela, usar medias compresivas (ayudan a evitar vibraciones altas), aplicar masajes en la zona afectada, fisioterapias. En fin, hay un sinnúmero de métodos que te pudieran funcionar.
Ahora bien, diré algo que puede ser debatible, cuando existe una inflamación por entrenamiento deportivo de este tipo, como es lógico lo primero que no debe faltar es el hielo como antiinflamatorio, las tabletas pueden ser una opción en dependencia del atleta. Lo segundo que creo necesario es el cambio radical de la superficie, lo más correcto es que mudemos nuestros entrenamientos para los circuitos de hierba. Lo tercero es, y esto no lo creo obligatorio, reducir el volumen y/o intensidad del entrenamiento. Estas tres vías las considero válidas a la hora de tratar la periostitis, las demás creo que pudieran funcionar, de hecho lo hacen, pero las considero un complemento. Todos los caminos te conducen a Roma, la cuestión es llegar lo más seguro posible.
A nadie le gusta esperar, sobre todo si de tus entrenamientos depende una pronta competición importante, pero hay que aprender a ser pacientes, tardará días o semanas, pero pasará, solo toca hacer nuestra parte y se podrá ver el resultado. Es necesario mencionar también que cuando paras de entrenar por un tiempo prolongado y regresas a correr, esto puede hacerte comenzar desde bien abajo y ocurrirte como antes inflamaciones en los tibiales. La fórmula se centra en ser disciplinados con el entrenamiento y cuidar muy bien cómo lo desarrollamos progresivamente evitando lesiones, sobre todo si se trata de periostitis. Evitar lesionarse no es una opción, es una necesidad.
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