por: Dr C. Ariel Muñiz Sanabria

Es deber rememorar y agradecer a los grandes maestros que son el cimiento de los logros y avances metodológicos del atletismo de la mayor de las Antillas del Caribe, grandes expertos que por sus enseñanzas siguen presentes en las pistas y podios que conquistan los atletas cubanos.

El inicio y la formación como entrenador

El distinguido entrenador Julio Bécquer Pino se inserta en el atletismo tras ser seleccionado en el año 1964 para estudiar en Moscú Educación Física y Deporte enfocado a la especialidad en atletismo. Como continuidad a sus saberes obtuvo un doctorado en ciencias pedagógicas en aquel país donde fue asesorado en entrenamiento deportivo por grandes científicos del deporte entre ellos Nicolai Georguevich Ozolin y Yuri Vitaliebich Verjorshanski.

A su regreso comienza a trabajar con la selección nacional de atletismo en estrecho vínculo con los entrenadores soviéticos Robin Sarkov y, Leonid Scherbakov, quien llevó al cubano Pedro Pérez Dueñas a implantar el récord mundial de 17.40 metros en salto triple en la temporada de 1971.

Expresa Bécquer: Nuestro deporte recibió una ayuda muy valiosa y decisiva de técnicos del antiguo campo socialista, en saltos contamos con Shervakov, Leonid Mijailovich, Robert Maximovich Zotko de los cuales mucho aprendimos y agradecemos.

De los pioneros en poner ciencia al entrenamiento atlético cubano

Rememora Julio que en el año de 1979 para obtener el grado de Doctor en Ciencias su tutor Nicolai Georguevich Ozolin estuvo aquejado por una enfermedad de la cual pudo recuperarse.

De la aplicación de conocimientos por sus estudios y apoyo de los grandes maestros soviéticos, Julio refiere que con el tiempo se logró adaptar un sistema de trabajo propio a la idiosincrasia y cualidades generacionales de la población cubana, reconoce que se desarrolló una metodología propia para el desarrollo de potencia respetando los principios de Verjorshanski, con quien tuvo estrecha amistad.

En los comienzos de los 70 Julio Bécquer solicitó a la industria deportiva cubana la construcción de los primeros conjuntos de cajones para comenzar el trabajo de saltos de profundidad (pliometría) con los triplistas. Desde entonces se contó con cajones de 20, 30, 40, 60, 80 centímetros, 1 metro y el mayor de 1.20 metros, los cuales se estuvieron utilizando en el estadio Pedro Marrero, sede de los entrenamientos de la selección nacional, allí se guardaban bajo llaves en el cubículo de los saltadores bajo las gradas de la segunda recta de pista, este medio de entrenamiento fue de gran utilidad en el trabajo con Lázaro Betancourt, Jorge Reyna y otros saltadores que sucedieron.

De la capacidad del primer entrenador de alto grado científico del atletismo cubano sobresalen los triplistas Lázaro Betancourt (17.78 m), subcampeón mundial en pista cubierta con 17.15 metros en París 1985, Aliecer Urrutia, quien implantó récords mundial bajo techo con 17.83 metros en 1997 y también estuvo en el podio de campeonatos mundiales al aire libre y bajo techo. Yoel García, obtuvo bajo sus enseñanzas el campeonato mundial bajo techo en París 1997 con 17.30 metros, año en que saltó 17.62 metros. Jorge Reina, subcampeón mundial en pista cubierta saltando 17.41 metros en Budapest, 1989; y el saltador de longitud Jaime Jefferson, 8.53 metros en 1990, y doble medallista mundial en Sevilla, 1991 y Toronto, 1993 en pista cubierta.

Una innovación metodológica en la preparación de los saltadores cubanos de principios de los 80 fue la introducción de la doble periodización en la planificación del entrenamiento, la que hoy puede parecer algo sencillo, pero en aquel entonces se trataba de acomodar contenidos, métodos y medios de entrenamiento para la obtención más prematura de la forma deportiva y hacer coincidir el pico de rendimiento en la competencia fundamental, lo cual constituía un reto en la planificación al romper los tiempos de estimulación y maximización de cargas que se había sostenido por muchos años en la periodización más dilatada de un macrociclo de entrenamiento.

La progresión metodológica de la escuela cubana de salto triple

Hasta los años 70 la preparación tradicional de los triplistas cubanos contemplaba la planificación anual de un macrociclo de entrenamiento, en esta alternativa metodológica se daban situaciones de monotonía en el proceso por excesivas semanas sin competir, incluso el uso de las zapatillas con clavos era demorado en la planificación de las cargas. Se aplazaba mucho la preparación predominando contenidos muy básicos y voluminosos. La inquietud de Bécquer lo llevó a analizar la realidad de la planificación de los atletas norteamericanos para la participación en las competiciones en pista cubierta en Europa, conduciéndolo a la planificación de dos macrociclos de entrenamiento. En la doble periodización teniendo como normalidad el inicio del primer macrociclo en septiembre hasta inicios del mes de marzo con unas 20 a 24 semanas, y el segundo macrociclo desde ese mes hasta finales de julio y agosto ha sido una receta sostenida en el área de saltos del atletismo cubano al pasar de los años y ciclos olímpicos.

En 1985 en un primer macrociclo se definió como competencia fundamental de los triplistas cubanos el primer Campeonatos Mundial de Pista Cubierta en Francia, y con los resultados obtenidos de Lázaro Betancourt, plata con 17.15, y Lázaro Balsindes, bronce con 16.83 metros se concluyó que el modelo de doble periodización implementado era el conveniente a perfeccionar en la preparación de los triplistas cubanos para la alta competencia de la contemporaneidad. En campeonato mundial de Budapest 1989 el triple salto cubano repite dos lugares en el podio, en esa ocasión con dos triplistas diferentes a la edición de 1985 quienes superaron los 17.00 metros, Jorge A. Reina, es plata con 17.41 metros, y Juan Miguel López, bronce con 17.28 metros. Con los años continuos de mejora al sistema de planificación en busca de rendimientos crecientes se concreta en el campeonato mundial de 1997 que dos especialistas cubanos suban a los peldaños más altos del podio, siendo Yoel García el campeón con 17.30 metros, y Aliecer Urrutia subcampeón con 17.27 metros.

En 1997, año inmenso para la academia cubana de salto triple, Julio Bécquer y su discípulo Aliecer Urrrutia baten el récord mundial de la disciplina en competiciones techadas estableciendo 17.83 metros el primero de marzo en Sindelfingen. El 8 de agosto se dio la final de la competencia fundamental del segundo macrociclo de la temporada en la celebración del campeonato mundial al aire libre en Atenas, y funcionó una vez más la efectividad de la doble periodización con la obtención del campeonato de Yoelbi Quesada con 17.85 metros (alumno del también reconocido entrenador de la escuela cubana, Sigfredo Banderas), y el bronce de Urrutia con 17.64 metros. Así continuaron los éxitos de un sistema al que después se suman otros entrenadores como Ricardo Ponce, continuador de Becker y Banderas en la efectiva meta de hombres sobre los 17.00 metros y mujeres por encima de los 14.00 metros, entre otros entrenadores que han seguido los preceptos metodológicos sistematizados con el pensamiento y la acción ardua que validaron los pioneros maestros, y en el que cimientos de siempre están en la metodología de Julio Bécquer.

Gráfico 1. Muestra de una doble periodización diseñada por Julio Bécquer para el ex recordista mundial en sala techada Aliecer Urrutia.

Con su Alumno Lázaro Betancourt, 17.78 metros en 1986.Foto Julio Bécquer

En el sistema modernizado de la preparación de los triplistas cubanos las dimensiones preparación de carrera, preparación de fuerza, preparación técnica alcanzan una importante integración de contenidos que fue perfeccionándose con los años. En el sistema de preparación de los triplistas cubanos se conectan de manera genuina las distancias de carreras para la velocidad y la resistencia con el trabajo de multisaltos y ejercicios con pesas, para la entrada en tiempo de los trabajos técnicos con los volúmenes e intensidades apropiados, según la etapa y mesociclos de la preparación. Una herramienta metodológica de gran precisión que adquiere un sello auténtico en el trabajo técnico de los triplistas cubanos desde la experiencia práctica es la búsqueda de la máxima efectividad en las dosificaciones de los ejercicios del brinco, el paso, los encadenamientos del brinco y paso, el paso y el salto para la finalidad de optimizar el trabajo técnico intensivo con carreras de 5-7 pasos, 7-9 pasos, 9, 11, 13 pasos hasta la carrera completa. La metodología de la escuela cubana de salto triple ha evidenciado su gran valides sumando 28 saltadores sobre los 17.00 metros y 19 mujeres sobre los 14.00 metros, obteniéndose resultados relevantes en todos los grandes eventos universales del atletismo en ciclos olímpicos continuos. De lo éxitos más recientes es el título olímpico de Pedro Pichardo en Tokio 2020, entrenado por su padre y competiendo por Portugal.

El guía del colectivo de entrenadores que cimento la escuela cubana de saltos
Julio Bécquer fue el responsable del área de saltos del equipo nacional durante 18 años, trabajó en la confección de los primeros textos de entrenamiento escolar para el atletismo nacional.
Un arma clave en la solidificación de la escuela cubana de saltos que tantos logros ha obtenido, incluyendo récords mundiales es el trabajo cooperativo de capacitación y entrenamiento desarrollado desde años 70, pero afianzado de los 80.

El maestro nos refiere: En aquel tiempo teníamos una gran información a través de la biblioteca del INDER, llegaban todas las revistas de atletismo y de teoría y metodología del entrenamiento mensualmente y nos la remitían al área. En las reuniones seleccionábamos los temas que deseábamos se tradujeran y, posteriormente ya con la traducción realizábamos círculos de estudios técnicos. Lázaro Betancourt, padre era el encargado y jefe de superación técnica del atletismo, primaba el compañerismo, nos ayudábamos mutuamente, disfrutábamos todos cada éxito. Semanalmente en la reunión de nuestra área se exigía la exposición de los entrenamientos a realizar en el próximo microciclo, presentando los objetivos y la explicación de lo previsto para lograrlos; en este acto cada entrenador daba su opinión y cada uno de los presentes conocía el trabajo de los demás entrenadores, hasta José Godoy era atento en la escucha cuando alguno de los compañeros exponía una reflexión del plan de entrenamiento que presentaba para Javier Sotomayor, todos nos aportábamos uno a los otros, esa labor unificada resultó en beneficio para el área de saltos y el atletismo cubano.

Más allá del área de saltos, las enseñanzas del maestro

Es una realidad que aprender de los grandes maestros es simple porque desde su experiencia hacen sencillo el entendimiento del valor del método en los procesos del éxito. Este autor en su labor como metodólogo teniendo la responsabilidad en la supervisión de preparación la selección nacional cubana, agradece la oportunidad del intercambió y aprendizaje de la magia de uno de los referentes del atletismo cubano. Gracias, he aprendido y seguiré estudiando su caudal metodológico.
Para todos nosotros está su filosofía:

  • Una frase favorita: Jamás se deja de aprender
  • Un pensamiento para triunfar: Si el entrenador piensa que lo sabe todo es un fracaso, porque hay que estar permanentemente atento.
  • Un recuerdo del camino al éxito: Mi descanso los fines de semana era sentarme a analizar los planes de entrenamiento, valorar su impacto, sacar conclusiones
  • Un consejo a los entrenadores: Hay que estudiar y escuchar consejos de todos, la superación tiene que ser continua.

Maestro Julio Bécquer Pino, se le agradece grandemente porque otros continúan lo que se forjó con su invaluable arquitectura metodológica junto a otros grandes maestros, sigue de pie la reconocida mundialmente Escuela Cubana de Saltos.
¡Continuarán los éxitos!

EL ATLETISMO CUBANO LE EXPRESA, ¡GRACIAS POR LOS LOGROS Y LA METODOLOGÍA!