Por: Reinaldo Cedeño Pineda/ Grupo Atletismo Pasión

Volvemos sobre vallas, con una atleta que prestigió la especialidad en Cuba sobre finales de los setenta y mediados de los ochenta

Me han dicho que no te inicias en el atletismo…  ¿Cómo y cuándo llegas entonces a la pista y a las vallas?

   “Me inicié en la Gimnástica con José Luis Alderete y participé  en unos Juegos Escolares. Lucí muy mal, pues me caí tres veces de la viga de equilibrio y ocupé un tercer lugar por equipos. Ahí fui captada por los profesores de la EIDE provincial de Cienfuegos para varios deportes. Yo determiné el atletismo, porque me pasaba la vida corriendo  detrás de las mariposas. Mis tías me habían enseñado a montar patines de hierro en lomas,  yo montaba carriolas….

   “En la EIDE tuve excelentes profesores. A los 16 años, fui captada por Andrés Henríquez de Matanzas para la ESPA Nacional. Después pasé por muchos entrenadores con diferentes métodos: Santiago Antúnez, Heriberto Fernández, Luis Rodríguez, Juan Morales, Ricardo Guadarrama. Como puedes ver, tuve cinco, y algunos de ellos en dos ocasiones; pero el que me hizo fue Andrés Henríquez”.

 ¿Te preparabas especialmente para los Juegos Centroamericanos y del Caribe pues de esas fechas datan algunos de tus récords nacionales absolutos en 100 metros con vallas?  ¿Cómo recuerdas las victorias de Medellín 1978 y La Habana  1982? Y el bronce continental de San Juan 1979?

  “Empiezo por lo último. En San Juan, alcancé el bronce con un resultado discreto, estuve operada de apéndice  y  tuve poco tiempo de preparación… La victoria de Medellín, un año antes, la recuerdo como si fuera ahora mismo aquel día. Minutos antes de colocarnos en los bloques de arrancada, cayó tremendo  aguacero, llovió con deseo…

  “Hubo que esperar gran rato y secar un poco la pista porque parecía una piscina. Había que correr una sola carrera porque eran solo siete corredoras. Yo muy bien preparada, pues dos días antes había corrido 12.9 segundos en entrenamientos, con cronometraje manual y con once vallas (se corre con diez).  Eso nunca se me olvidará en mi larga vida… También tomé parte en el relevo 4×100 que ganó el oro y que impuso récord de 44.37, junto a Silvia Chivás, Isabel Taylor y Carmen Laura Valdés.

   “En La Habana 1982, competí lesionada. Cuando llegué a la meta y voy en busca de mi entrenador Heriberto, cuando pregunto por él (pues yo lo había visto ahí durante mi calentamiento),  me dicen que se fue llorando. No pudo aguantar más, porque él no concebía  ese récord, conociendo  que yo estaba lesionada”.   

¿Alguna anécdota especial de estas carreras o de otras?

  “Yo recuerdo cuando fui a la tienda Fin de Siglo a buscar las ropas para los Juegos Centroamericanos de La Habana, el profe Blas Beato no me quería dejar, porque decía que yo estaba lesionada… Cuando logré mi objetivo que llego a la Villa, paso al comedor, él estaba sentado y le paso por el lado…  No le quedó más remedio que  felicitarme  y echarse a reír.

  “Otra  anécdota  muy bonita es con él  relevo 4×100. No me querían poner en el relevo. Hacen una eliminatoria  conformando dos  relevos A y B.  Entonces me pusieron en el B, arrancaba una compañera y  me entregaba. En el A arrancaba Miriam Ferrer y le entregaba a Luisa Ferrer, que estaba soplá. Yo de fresca le dije a ella: ‛corre que no me vas a ganar’ (y mí mejor marca en 100 metros planos era 11.8 segundos,  que había hecho en México en una base de entrenamiento, y nunca más lo volví a repetir)  y Luisa… no me ganó.

  “Dicen que en ese tramo se corren unos 110 metros.  Es una carrera de resistencia a la velocidad, el tramo que decide en un relevo corto, teniendo en cuenta los buenos cambios por zona. Ese tramo lo corren muchas veces,  corredores de vallas cortas y los de 200 metros.

  “Bueno, después de lo que te cuento, le empezaron a decir al profe Blas Beato,  los espectadores de las gradas, que eran muchos: “¿bueno ahora cuál es el equipo que va a participar en los Centroamericanos?…  y no le quedó más remedio que decirme: ‛china, tú no eres fácil’. Yo me tuve que echar a reír en su cara, pues me tuvo que poner.

  “Ese día, ya en los Juegos Centroamericanos y del Caribe,  asistió el Comandante Fidel Castro a  las gradas. Yo era la que arrancaba. También lo conformaron Idania Pino, Esther Petitón y Luisa Ferrer. Ese día quise  ponerle más velocidad a mis piernas, tantas, que me sentí volando en el aire. Finalmente, fuimos terceras.

  “Fíjate si no estaba satisfecha, que no me acordaba de esa medalla y cuándo fui a la recepción que nos dio El Comandante, no me la puse… él me preguntó por la medalla. Me la tuve que poner, pues me daba pena que me viera con una medalla de bronce colgada en mi cuello”.

 Quien vio a Grisel Machado correr nunca la olvida…. Me parece verla avanzar sobre las vallas, con aquella seguridad, estatura, elegancia. Recuerdo que un narrador te bautizó como “La Flecha” ¿Cuál era el fuerte de Grisel  Machado al volar sobre las vallas?

  “El fuerte mío sobre las vallas era el empuje que yo le daba al deslizarme sobre ella pues eso me daba la rapidez, pues yo no era muy rápida; pero me apoyaba de la técnica, el empuje hacia la valla y el pase rasante.

  “Te voy a confesar algo: A mí los nervios me ponían muy mal antes de la competencia. Cuando no me temblaban los brazos colocados en la posición de listo, yo sabía que iba a perder, que estaría frita, que los resultados no iban a ser buenos… porque esos temblores eran los que me impulsaban de los bloques de arrancada.

   “Yo hacía todos los estiramientos sobre la valla. Por ejemplo,  los ejercicios estáticos de calentamiento los realizaba con tremenda elasticidad, me parecía en esos momentos, que estaba en gimnástica.  Realizaba el split con facilidad, levantaba la pierna sobre la valla, pegaba la cabeza a la rodilla y me quedaba en esa posición un gran rato. Eran ejercicios de flexibilidad, era una liga. Cuando estaba así, el resultado era seguro: yo conocía mi organismo a la hora de competir y de entrenar”.

Cuando contemplas a aquella joven que fuiste, que incluso representó al resto de América en una Copa del Mundo (Roma 1981), ¿Cómo dialogas con ella en la memoria? ¿Qué te quedó como insatisfacción y qué te guardas como  máxima alegría? ¿Qué haces ahora?

  “Me queda como insatisfacción, no haber logrado un mejor lugar con una medalla  a ese nivel de Copa del Mundo, pues en aquel entonces estaban las marcas fuertes; pero se podía haber  mejorado el lugar. Son  experiencias que quedan para la historia, pues son irrepetibles

  “Me dedico, hace tres años, al  trabajo en Cultura Física. Le doy clase a los abuelos, a la vez me incluyo; aunque para mí es como un pre calentamiento. A pesar de la edad que tengo, muchas personas no me la quieren creer si no le enseño mi carné de identidad.

  “Cómo máxima alegría guardo aquel orgullo de haber sido campeona a nivel nacional, centroamericano, finalista de  Copa del Mundo, así como ese gran recuerdo junto a nuestro Comandante Fidel. Fueron cosas para mí, inolvidables. Aunque también te digo de corazón que yo en aquel tiempo hubiera llegado más lejos; pero me siento contenta, aun sabiendo que pude haber hecho más por mí país”.

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AMPLIACIONES:  En Medellín 78, Grisel tenía 19 años / En La Habana 82, Grisel Machado se adjudicó un holgado triunfo con récord de los Juegos y tope de Cuba con 13.18, que sería su mejor marca de por vida, ganándole a la dominicana Maricela Peralta  (14.07) y la barbadense June Caddle (14.08) / En los Juegos Panamericanos de San Juan 1979, el tiempo que le valió el bronce fue de 13.60 / En la Copa del Mundo Roma 1981, fue séptima / Grisel Machado asistió a la Copa del Mundo de Canberra, Australia, 1985, en condición de suplente / En los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Santiago de los Caballeros 1986 ganó la medalla de plata (13.56) detrás de su compatriota Odalys Adams (13.50) / Sus tres registros nacionales absolutos fueron 13.60 y 13,24 en 1978, y 13.18 en 1982.

(FOTO: Cortesía de la entrevistada)