grigory-rodchenkovPor: Lilian Cid Escalona/ Especial Cubahora

En Icarus, el filme documental de Bryan Fogel donde se narran las historias asociadas al caso de dopaje de Estado que envuelve al movimiento deportivo ruso, Grigory Rodchenkov es un héroe. No podía ser diferente cuando se trata de una visión “occidental” del caso. Para este lado del mundo, Rodchenkov es un sobreviviente de un sistema criminal. Víctima, si se quiere, de los rezagos de ese socialismo brutal que una vez imperó en Rusia. Un tipo que hizo lo que le mandaron, aunque la evidencia muestra que no hubo tal sumisión, al contrario, todo parece indicar que Rodchenkov fue parte de un plan milimétricamente calculado en el que él, exjefe del laboratorio antidoping de Moscú, jugaba un papel determinante.

Mas, Rodchenkov gusta de la posición que se la ha otorgado. Le es rentable hacer las veces de mártir, y actúa consecuentemente. Hasta ha llegado a sobreactuarlo, pero lo hace bien. Probablemente, porque cuando el circulo se cerró sobre sí y tuvo que escaparse hacia los Estados Unidos era justamente ese el sitio en que ideó estar.

Al otro lado del charco, esta historia se lee desde una arista diferente. A Rodchenkov le han perdido el respeto. Lo busca la justicia y le llaman el Doctor Muerte. Imagino que hasta le odien todos aquellos a los que embaucó con sus planes toda vez que ha quedado al desnudo su pasado, fruto de su naturaleza mezquina e inescrupulosa.

Resulta que el hombre le supo sacar mucho provecho a su largo vínculo con instituciones del sistema Antidopaje. Grigory metió sus manos en el barro. Con exquisita doble moral se encargó de hacer crecer su poder, mientras enlodaba el sistema que representaba y se enriquecía a costa de él.

Traficó narcóticos y también influencias, y nunca, jamás, dio muestras de que le importara ni un poco la salud, e incluso la vida, de esos cientos —o probablemente miles— de deportistas a los que suministró y/o asesoró en el uso de sustancias prohibidas.

Recordemos que Rodchenkov, nacido en Moscú en 1958, fue atleta en su juventud. Tras graduarse como químico empezó a trabajar en 1985 en el centro antidoping de Moscú. Luego cambió a la industria de la computación y la energía, pero regresó al laboratorio en 2006, donde se mantuvo hasta noviembre de 2015 cuando la Agencia Mundial Antidoping (AMA) acusó a Rusia de destruir 1 400 muestras.

A la par, se convirtió en un magnate de lo prohibido. A saber, desde su regreso en 1999 de Canadá, donde trabajó en el laboratorio antidopaje de Calgary, se embarcó en esta oscura empresa de suministrar cócteles a diestra y siniestra.

Cuenta una de sus víctimas (que no quiso revelar su nombre) que Rodchenkov y su hermana Marina le cobraron 3 500 dólares en 2010 por limpiar el Theraflu de sus muestras. Aun sabiendo que el Dextrometorfano que había tomado para su gripe no estaba prohibido ni contenía concentraciones importantes de sustancia ilegal alguna.

Lo increíble es cómo sobrevivió en su cargo cuando en 2011 fue investigado por adquisición ilegal, almacenamiento y distribución de drogas. Visto, junto a su hermana, llevando adelante un negocio en el que, además de suministrar estas sustancias, se dedicaban a limpiar pruebas a cambio de dinero. Inexplicablemente, el tipo salió ileso. Aludió estar bajo estrés, que su hermana lo chantajeaba y no paró hasta cerciorarse de que quedaba libre. Hasta lo internaron por un tiempo en un hospital psiquiátrico, pero se despojó de toda responsabilidad en tanto su “socia” fue condenada a 18 meses de prisión.

Así y todo, Rodchenkov se sostuvo en sus responsabilidades. Fue director del laboratorio de Moscú e, incluso, fue nombrado jefe del laboratorio antidopaje de los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi 2014. Todo, con la venia de Moscú y de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), entidad que ha sido siempre muy clara en su normativa de que cada nombramiento que tenga que ver con sus instituciones debe ser aprobado a nivel central. Por ello han entrado en conflicto con Rusia cuando se nombró a Yelena Isinbayeva como presidenta del comité de control de la Agencia Antidopaje Rusa (RUSADA) sin previa consulta.

Menuda paradoja esta de entender cómo es que “Rod” nunca fue considerado inelegible para cargos de tal alcurnia. No voy de Sherlock Holmes cada vez que escribo y aseguro que en esta historia “hay gato encerrado”. Es evidente que son muchos los felinos que permanecen cautivos.

No importa el ángulo con que se mire. Y es que por un lado es bastante sospechoso que una persona con un historial delictivo en el uso de sustancias dopantes, encima, con vestigios de alguna patología psiquiátrica, esté apto para rectorar el laboratorio antidopaje de una potencia como Rusia. Tanto a la Rusada como a la AMA “se les fue la musa”. O quizás era lo que convenía: hacerse de la vista gorda.

La estrategia funcionó hasta 2015, cuando algún conflicto de intereses de alta envergadura detonó la situación y la entidad global gritó sobre los malos procederes de los rusos. Entonces Rod quedó sin trabajo y todo comenzó a desmoronarse. Desde dentro, todas los comprometidos con este tema en el gigante euroasiático también se proyectaron con tibieza, porque hasta tanto el The New York Times no publicó las declaraciones, las artimañas del pasado de Rodchenkov se mantuvieron bajo el telón. Hay muchos cabos sueltos. Habrá que seguir hurgando hasta dar con las razones, que han de ser muy fuertes…

Mientras, Grigory Rodchenkov alardea de inteligencia. Sus acciones pueden ser muy criticables desde el punto de vista ético, moral e incluso legal, pero está claro que el hombre sabe lo que hace. Siempre lo supo. Es un tigre viejo, un hueso duro de roer. Cuando se vio con la soga al cuello corrió a los Estados Unidos y usó todo el conocimiento de su arsenal para sacar provecho. En Rusia le buscan, no es el más buscado como él ha dicho en Icarus, pero sí le procura la justicia y otros tantos. Sus bienes están bajo investigación y sobre su persona pesa una orden de arresto domiciliario. Sin embargo, Rod saldrá ileso, otra vez. Se ha vuelto a cerciorar de ello al convertirse en el principal informante de la AMA durante las investigaciones que han dado vida a los Informes de McLaren, y al colaborar con Vogel en el filme ha ganado la visibilidad que necesitaba para terminar de blindarse. Ha ganado la batalla. Ha jugado bien sus piezas. Rusia, los atletas rusos, se hunden por su causa y él va de un lado a otro, convertido hoy en uno de los artífices de la detección del Turinabol en las muestras almacenadas. Ha cazado sus propios ciervos. Jaque mate.

Rodchenkov seguirá siendo una suerte de héroe, mientras los rusos se revolcarán en su lodo por un buen tiempo. Lo mejor es no criar cuervos…