Luis E. Cardoso [email protected] / Tomado de CubaxDentro
Es innegable que desde el triunfo revolucionario en 1959 el deporte cubano dio un giro de 360 grados, tanto en el orden interno como en la arena internacional, éxitos que se mantuvieron en ambos casos hasta hace una década, pero que hoy muestran otra realidad, veamos en detalles.
En el plano nacional, varios son los factores que han incidido en el marcado retroceso del sistema deportivo cubano, donde el ingrediente económico ha entrado a jugar el papel determinante; hoy a pesar de contar con una aceptable estructura para la práctica del deporte de alto rendimiento, – Áreas Deportivas, Escuelas de Iniciación Deportivas Escolar, Escuelas de Superación y Perfeccionamiento y las Pre Selecciones Nacionales- esta pirámide muestra sus grietas en todos sus escalones:
Empezando por el primer eslabón, los sistemas educacionales implantados (Enseñanza Primaria y Secundaria), no contemplan la participación deportiva selectiva como un objetivo prioritario, al restringir el horario para la práctica del deporte a partir de las 4:20 de la tarde.
La amplia gama de deportes que hoy se practican y son convocados en los eventos escolares, que limitan el proceso de captación de talentos para las especialidades que tradicionalmente han llevado el peso de los resultados deportivos a todos los niveles (boxeo , judo, lucha, atletismo, béisbol, voleibol, baloncesto).
El desarrollo y diversificación de la sociedad cubana actual que hace de la práctica del deporte, puramente un hobby o un modo recreativo, aparejado a la influencia que sobre los niños y jóvenes ejercen las Nuevas Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, relegando este a un segundo o tercer plano.
El estado actual de la gran mayoría de las instalaciones y áreas deportivas, que lejos de motivar la asistencia a las mismas, desestimula a niños y jóvenes, sumado a la carencia de implementos para la práctica sistemática de las disciplinas deportivas en cada barrio, comunidad, área, gimnasio o escuela comunitaria.
La colaboración internacional que prestan los técnicos cubanos en diversos países, que al participar los entrenadores más calificados, debilitan los procesos de preparación deportiva a todos los niveles, junto a la pésima atención que reciben los que se desempeñan en las selecciones nacionales, hacen que estos también busquen en la colaboración una salida para solventar sus necesidades.
El sustento económico (presupuesto) otorgado a disímiles disciplinas deportivas que son de nueva introducción en el país o en algunos casos, nunca han logrado resultados sobresalientes en la arena internacional, en detrimento de otras con tradición y rendimiento.
En el ámbito nacional, nuestro movimiento deportivo debe hacer un profundo análisis y replantearse la estrategia a seguir con los deportes que sustentan los resultados deportivos de Cuba en la arena internacional, en lugar de seguir “subsidiando” a unas 36 especialidades, de las cuales solo el 28 % ha colaborado en el aporte al medallero olímpico en las cuatro últimas ediciones estivales, (atletismo, béisbol, boxeo, ciclismo, esgrima, judo, lucha, pesas, taekwondo y voleibol).
Para valorar los factores que han incidido en la decadencia del deporte cubano en el ámbito internacional, tendríamos que hacer un poco de historia remontándonos al año 1981 a la ciudad alemana de Baden-Baden, sede del XI Congreso Olímpico, evento que al decir del entonces titular del COI, el español Juan Antonio Samaranch, marcó un antes y un después en el movimiento deportivo internacional, en esa magna cita fue suprimida la palabra “Amateur” de la Carta Olímpica, lo que dejaba abiertas las puertas para la entrada de los profesionales en los Juegos Olímpicos e iniciaba la era de la comercialización en el deporte.
Tres años más tarde, la cita de Los Ángeles se convertía en la primera en ser financiada íntegramente por la empresa privada; en Seúl 1988 se “aparecieron” los primeros profesionales (tenis); en Barcelona 1992 lo hace el baloncesto y en Atlanta 1996 el ciclismo.
Así, sucesivamente el deporte fue entrando en un sistemático proceso de profesionalización y comercialización donde comenzó a jugar un papel determinante, mercaderes, patrocinadores, sponsors, pagos por contratos de publicidad y derechos televisivos, mientras que el deporte cubano ha caminado y sigue caminando de espaldas a este mundo.
A esta realidad que se ha querido ignorar por mantener un inexistente deporte amateur, se suma la desaparición a inicio de los 90 del Campo Socialista y con ello, la inmersión en un estado depresivo de la economía cubana, disminuyendo los gastos destinados al deporte y la pérdida de importantes escenarios competitivos y de preparación en los países del este de Europa.
La búsqueda de fórmulas alternativas, nunca previeron la entrada íntegramente del deporte cubano en el mundo de la profesionalización, así hubo conocidos intentos de inserción, como los del atletismo con el club español Larios en los años 90, el béisbol en la Liga Japonesa, el voleibol masculino en la Liga italiana, el fútbol en la Cuarta División del torneo alemán y los balonmanistas en clubes húngaros.
Esta fugaz experiencia, lejos de constituirse en el punto de partida para una nueva era en el deporte cubano, fue tal vez, por el pésimo tratamiento dado a los atletas y demás personal deportivo (no retribuirles un alto por ciento de los premios ganados), la gota que rebosó la copa, provocando en lo adelante; las continuas deserciones de atletas y entrenadores, los primeros sobre todo en busca de un nuevo “techo competitivo” y por supuesto mejores remuneraciones económicas.
Entonces, si hoy el deporte en el mundo se inserta cada día más en la práctica profesional, por qué seguimos el camino contrario, dando lugar a que el movimiento deportivo cubano se desangre cada día con la pérdida de decenas de nuestros mejores atletas, quienes deciden “marcharse”, “afincándose” y representando a otros países, cuando bajo bien pensados contratos y clausulas, pudieran hacerlo en defensa de su suelo patrio.
La mayoría de los atletas de origen cubano que hoy compiten bajo otros pabellones, no lo hacen por motivos políticos, los mueve el incentivo económico, de mejora y de ver cumplidas sus ansias de superación al más alto nivel.
Sin querer entrar en comparaciones, las personas que se relacionan con la rama de la cultura, llámese músicos, actores, pintores, bailarines y otros, hoy gozan de un status diferente a los que eligieron el deporte como práctica social.
No debo concluir sin hacer varias interrogantes en este sentido, ¿qué diferencias existen entre el arte y el deporte? ¿Acaso los que se han formado y se forman en nuestras escuelas de arte, no lo han hecho y lo hacen de forma totalmente gratuita?, ambas son de las principales conquistas en el período revolucionario, entonces, ¿por qué existe un tratamiento diferenciado a favor de los primeros, ¿cuál es la razón que impide vivir fuera de Cuba y representar dignamente a nuestro pabellón nacional, es que el deportista deja de ser cubano al vivir en el extranjero, mientras que el artista mantiene el status?, ¿por qué los primeros pueden tener una mayor solvencia en sus ganancias derivadas de contratos y/o premios, mientras que los segundos, solo reciben una migaja, cuando el esfuerzo y sacrificio pueda haber sido igual o mayor?
Si con la venida del Período Especial a inicio de los 90, hubo que despenalizar el dólar e ir insertando la inversión extranjera en nuestra economía, – por citar dos ejemplos – ¿por qué no realizar los cambios necesarios en el sector del deporte?, los que debieron manifestarse, como consecuencia lógica del desarrollo de la sociedad cubana aparejada al contexto mundial.
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