Por: Carlos G. Abiague

La resiliencia es la capacidad que tienen los seres humanos de sobreponerse a la derrota o a las dificultades, y emerger victorioso. Es esa una de las cualidades que adornan la personalidad de la guerrera santiaguera Kaliema Antomarchi Merencio, cinturón negro 3er dan de Judo que nos ha regalado una actuación memorable en estos Juegos Olímpicos de Tokyo.

Con el precedente de haber atravesado un año marcado por la pandemia, y haber cedido en el primer combate del mundial de la disciplina llegaba a la capital nipona con el objetivo de avanzar en un organigrama que se antojaba muy complicado.

Su ubicación entre las 8 primeras del ranking olímpico le aseguraba quedar bye en la ronda de 32, y su primera rival sería la joven Karla Prodan que viene en franco ascenso, pero después de batallar casi 7 minutos, la diosa de ébano se las ingenió para marcar un wazari decisivo con su tukui waza favorito, el osoto gari. La escena quedaba lista para el choque de cuartos de final contra la sembrada #1 y múltiple medallista mundial Madeleine Malonga de Francia, una atleta que la supera en palmarés y estatura, por ende en alcance para el agarre, el plan táctico fue llevado a cabo a cabalidad y en una enrevesada sucesión de uchimata-uranage-ouchi gari, la jueza húngara decidió que el wazari era para la francesa, propios y ajenos quedaron atónitos ante la decisión que a priori era Ippon y luego fue rebajado a wazari, pero claramente era para la cubana, lejos de amilanarla, fue un incentivo y la discípula de Yordanis Arencibia le fue con todo para arriba a la archi favorita y logró empatar el combate aplicando un kosoto gari que era merecedor de wazari, así las cosas llegó el tiempo extra y Kaliema nunca dejó de atacar en busca de la victoria, llegó a poner pasiva a Malonga aunque la jueza nuevamente hizo caso omiso a esto, hasta que en el único desliz que tuvo en toda la noche, la francesa pudo marcar de contra ataque y la enviaba a la repesca.

En esta instancia la rival sería la fortísima holandesa Guusje Steenhuis con la cual Kaliema tenía balance negativo de 0-3, en los dos primeros minutos de combate, recibió 2 shidos por pisar fuera del área válida de combate y por una pasividad inexistente respectivamente, así llegaron a tiempo extra donde de la nada, marcaron un wazari a favor de la holandesa que fue afortunadamente rectificado, quedando la escena lista para el osoto-makikomi ganador que declaraba el Ippon que enviaba a la nuestra a luchar por una medalla olímpica.

El desgaste había sido brutal, y esperaba la actual campeona mundial, la alemana Ana María Wagner que había sido derrotada por la singular japonesa Shori Hamada. El combate fue muy parejo, ambas contendientes defendían sus posiciones y buscaban agarres sin éxito, en una acción en el borde del tatami, la alemana consiguió un wazari a la postre definitorio que sellaba así su lugar en el podio y el 5to lugar de Kaliema en la magna cita bajo los cinco aros. Son estas actuaciones que no van al medallero las que quedan en la mente de la gente, que madrugó para ver a una gladiadora que jamás cedió, nunca se dio por vencida, no creyó en rivales ni en títulos, demostró la valentía y la entereza de esta mujer que es tan grande como lo es su valor, de esta atleta dedicada, frágil al hablar pero enfocada y decidida a dejar la piel en cada combate, ahora solo podemos decir FELICIDADES…

Foto: Reuters / Sergio Perez