Yipsi Moreno_Veracruz_Ismael_Francisco Por:  Enrique Montesinos Delvaty/ Granma

JALAPA.—Ya los recintos atléticos casi se acostumbraban a la ausencia de su estremecedor grito triunfal. Ya se les hacía lejano su vigoroso batir de puños contra el pecho. Yipsi, con su explosiva combatividad en el círculo de las martillistas, había dicho adiós a las competencias.

En el añejo estadio jalapeño Heriberto Jara la camagüeyana recordó a todos este lunes cómo era esa especie de “grito de guerra”. Tuvo que esperar hasta el quinto viaje al redondel; fue cuando engarzó la técnica que tantos años la acompañó y aquella bola voló y voló… hasta la medalla de oro y el récord para los Juegos.

—¿Esperabas ese lanzamiento de 71.35?

Para nada… ni remotamente. El objetivo era ganar, pero ¡qué bueno que pude mejorar mi 70.22 de hace ocho años en Cartagena! ¡Es un regalo de la vida!

—¿De la vida o una compensación por la perseverancia, tu sacrificio, tu dedicación?

Bueno… digamos que es un regalo y también un resultado de todo eso. Estoy feliz, muy feliz, porque era lo que el pueblo cubano siempre esperaba de mí.

Los periodistas interrogaron a granel en la zona mixta. Muchos desconocían su retiro y que había aceptado el regreso solo para colaborar con los Juegos Centroamericanos. Les explicó que solo había conseguido ponerse al nivel de las demás contendientes; que dicha rivalidad aumentó la adrenalina, que había sido una competencia linda y sobre todo les dejó bien claro su retorno al retiro como competidora.

Habló de toda una vida en torno a los giros del martillo, ¡hasta en los sueños!, de cómo ya no era lógico continuar cuando las europeas se adelantaron demasiado…

A punto estuvo de mojar sus ojos durante la emotiva evocación de su vida dedicada al deporte, pero, campeona al fin, logró recobrarse esbozando una sonrisa amplia.

Se refirió entonces a que el relevo estaba seguro (segundo lugar de Yirisleidy Ford), habló con entusiasmo sobre la maestría que cursa, de sus responsabilidades hogareñas y del cuidado de su hijo.

Al respecto, no encuentro mejor cierre que una expresión de ella repleta de amor y sentimiento:

—Mi bebé me necesita.