Cuando entrevisté a Yarisley Silva Rodríguez por primera vez, el quinto lugar de Daegu y el título panamericano de Guadalajara eran el principal botín de su carrera y aunque con su garrocha ya había dejado huellas indelebles, de ella, de su entrenador, de su disciplina y de su persona se sabía bien poco.

Hoy, cuando han pasado 11 años de aquella  ocasión, su historia es parte de nuestra historia. Y es que la muchacha fue protagonista de la mejor actuación cubana en el torneo de atletismo de los Juegos Olímpicos de Londres en 2012, al conseguir una inédita medalla de plata en el salto con pértiga y convertirse en la primera latinoamericana que obtuvo una presea olimpica en esta especialidadad. Fue la mejor de Cuba en Moscú, donde ganó su bronce mundial, y siguió sobre ese curso ganando sendos oros en Sopot 2014 y Beijing 2015. También nos regaló brincos de 4.90 y más, con tope en 4.91 e intentos que nos hicieron soñar con los míticos 5m. Ganó otros dos panamericanos, incluyendo el de Lima 2019, cuando pocos le vieron con argumentos para lograrlo. Y así, mil batallas aleccionadoras más con las que se ganó el respeto de rivales y compatriotas.


Hoy no puedo evitar tener el corazon chamuscado al saber, de su propia voz, que ha decidido terminar su carrera deportiva.

Era algo que se podía preveer, pero pudo ser, y lo sabemos, de una manera diferente. Motivos aparte (cuando ella esté lista tendremos esa conversación) me quedaré siempre con ese sobresalto en el pecho conque  vivimos cada una de sus gloriosas incursiones. Con el frío en el estomago tras cada uno de sus fallos y sobre todo, con el abrazo cálido y la llamada sincera que me regaló en sus momentos más dulces.

Si de una especialidad he escrito en mis empíricas andaduras por el periodismo deportivo ha sido del salto con pértiga, y si una carrera he seguido de cerca es la de esta muchacha que, cuando la vida le frustó su primer sueño: la danza, se levantó y se reinventó peleando, día tras día, sobre molinos de viento para convertirse en estandarte del atletismo cubano y en una de las más grandes pertiguistas que el mundo ha de recordar.

Hoy Yarisley se va, así lo ha decidido, y sabemos que pasarán años para que Cuba vuelva a resonar en la élite y el olimpo de esta disciplina.

Se va, y debemos repasar con alegría -y agradecer- las notas de la exitosa sinfonía que nos regaló aupada por su pértiga.

Porque la carrera de Yarisley Silva Rodríguez es música, y la música, como dice la canción, no se toca.

Gracias por todo, y por tanto. MIS RESPETOS reina de las alturas.
¡Te voy a extrañar demasiado!