La historia del corredor canadiense Terry Fox conmueve el alma, y es un canto supremo a la voluntad por sobre los problemas que acechan a cada instante. Apenas con dieciocho años perdió la pierna derecha al diagnosticarle un osteosarcoma (un tipo de cáncer de huesos) y tuvieron que amputársela. Pero Terry con sus enormes ansias de vivir decidió no rendirse y a finales de 1979 comenzó a preparar una carrera que denominó Maratón de la Esperanza con la que quería atravesar el territorio canadiense de extremo a extremo para recaudar dinero para la investigación contra el cáncer.
En abril del año siguiente comenzó su titánica tarea en el extremo oriental del país, y a partir de ahí corrió diariamente la distancia equivalente a un maratón completo, unos cuarenta y dos kilómetros. Su idea era terminar su empresa en Victoria (Columbia Británica) en septiembre, lo que hubiera supuesto un recorrido de unos 8000 km, pero el cáncer se expandía rápidamente por su cuerpo y le alcanzó en sus pulmones, por lo que tuvo que poner fin a su hazaña después de un periplo de 143 días en los que recorrió 5373 kilómetros (3339 millas).
Sus sueños de poder vencer la enfermedad y completar la carrera se truncaron cuando falleció nueve meses más tarde, sin haber llegado a cumplir 23 años. Su nombre se convierte en un ejemplo mundial, y en su honor tiene lugar en más de sesenta países un «Maratón de la Esperanza Terry Fox» donde la lucha contra el cáncer es el objetivo principal.
Gloria eterna a usted: Terry Fox. Nos demostró que, aunque las cadenas de las desgracias nos torturen, pensar en ayudar a otros siempre es una motivación para intentar seguir escalando en la cima de la vida.
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