El atletismo cubano ganó dos títulos, sus primeros títulos en San Salvador. Entre lágrimas y risas; emoción y tristeza.

Cuando las emociones se encuentran, cuando se contraponen, la vida pega duro. El oro vino con la lluvia. Mojado, indemne.

La primera en ir hasta lo más alto fue Zurian Hechavarría. Se había visto fuerte en la semifinal de los 400m con vallas y corrió una final hermosa. Bajo lluvia, en una imagen que se asemeja a las que nuestra mente guarda de Tokio 2020, en aquella semi olímpica que alcanzó arropada por su marca personal de 54.99.

Medalla de oro para la cubana Zurian Hechavarría en los 400 metros con vallas./ Foto: Guillermo Rodríguez

La victoria de Zurian tiene un alto valor sentimental. No son los 55.52 segundos que hizo para superar con autoridad a Gianna Woodruff y compañía, es lo que va detrás de esa coronación.

Zurian viene de batallar duro contra una lesión importante. Viene de haber estado parada muchos meses y de lidiar también con la ansiedad que el cambio de ritmo genera para un atleta de alto rendimiento acostumbrado a la exigencia de su dinámica cotidiana. Viene de hacer prácticamente toda la preparación aquí en Cuba, con más contras que pros.

A ella no le gusta hablar y a veces se pone arisca para las fotos pero es una atleta que desde ese silencio hace justamente lo que hay que hacer: disciplina, enfoque y mucha seguridad. Siempre cumple.

Mentiría si digo que era un oro que esperaba. La había visto correr aquí en La Habana varias veces y aunque el progreso era notable, sobre todo porque tras cada carrera no había dolor, nunca la puse en mis pronósticos. Me he sentado a mirarla, quieta, para gozar ese momento en que la vida te sorprende bonito.

Alejandro Parada de Cuba celebra al ganar hoy, la final de salto de longitud masculino durante los Juegos Centroamericanos y del Caribe en San Salvador (El Salvador). EFE / Rodrigo Sura

Alejandro Antonio Parada es un niño que se ha hecho grande. Saltar 7.88m no es nuevo para él; ganar un evento tampoco, pero se ha hecho hombre desde el corazón. Acallándolo para poner la profesión por delante de las emociones.

Intento imaginar lo que significa vivir el sueño de representar a tu país en los primeros juegos múltiples cómo adulto y que la vida te ponga en la tempestuosa responsabilidad de sostener la bandera mientras se llevan a tu compañero, que es tu ídolo por demás, en camilla. Es difícil; muy difícil.

Por eso las lágrimas, y el pelo suelto en señal de liberación. Por eso la tristeza en el rostro, y la bronca por sentir que debes reír y a la vez quieres llorar. Hoy Alejandro, a quien todos llaman Tiburón, está cumpliendo 19 años. Felicidades doblemente y gracias.

Lesionado en su primer salto el cubano Maykel Massó / Calixto N Llanes

Maykel Massó llegará hoy a Cuba con el debido acompañamiento. En el Frank País se encargarán del tratamiento que como ha comunicado la delegación cubana es irremediablemente quirúrgico. Massó tiene solo 24 años y ha tenido que librar tantas batallas por estar saludable que uno no puede evitar sentir que lo que ha sucedido es injusto. Y lo es.

El dolor que visibilizaba su rostro caló en muchas almas. El grito era tan sincero que estremecía; estremece.

Dicen que el mejor guerrero no es el que triunfa siempre sino el que vuelve, sin miedo, a la batalla. Buenas vibras y los mejores deseos.

El atletismo ha logrado sus dos primeros títulos bajo lluvia. Un poco de agua no viene mal para mitigar el fuego cruzado de tantas miradas que no creen lo que ven, y ven lo que no saben. Historias, superación, regresos, reencarnación; la vida, en fin.

Llueve fuera; a ratos parece diluviar. Llueve dentro; hay corazones que soportan el vendaval. El oro se superpone, titila y canta. Hoy, definitivamente, irán por más.

tomado de ecency