El deporte es una fuente inagotable de historias. De muestras ilimitadas de pasión y de lecciones de vida.

Cada día adquiero más conciencia de que nunca viviremos lo suficiente para disfrutar los momentos más sublimes. La última palabra nunca está dicha, porque el deporte tiene la virtud de ser impredecible y por ello, aun sin valerse de argumentos objetivos, siempre será capaz de enamorarte.

Este jueves (7), en Oslo, la cubana Yarisley Silva solo pudo saltar 4.26 metros, y se ubicó sexta entre las ocho participantes.

La altura no la describe en lo absoluto y su ubicación, es harto discreta, para su nivel. Estamos hablando de una mujer que ha cruzado su cuerpo sobre los 4.91 metros, que tiene un subtítulo olímpico (Londres 2012) en su palmarés y que ha ganado en dos oportunidades el título mundial (Sopot 2014 y Beijing 2015).

Esos 4.26 metros son, ciertamente, una altura de trámite en su día a día. Un registro que dejó de ser su tope desde el año 2006, cuando solo llevaba tres temporadas practicando oficialmente esta especialidad.

Pero para Yarisley esos 4.26 metros logrados en Oslo, saben a mucho. Llevan en su ADN la perseverancia, esa inquebrantable fe en los imposibles y esa voluntad de no rendirse jamás que ha sido el hilo conductor de su carrera deportiva. Y es así porque ella compitió sin sus pértigas, que quedaron varadas en Cuba y que llegarán a España, con suerte, este viernes.

Yarisley podía, simplemente, haber declinado de participar, pero decidió intentarlo. Como también lo hizo en Birmingham en marzo pasado, a sabiendas de que traía deudas de preparación y que era casi utópico, con el momento que vive esta especialidad, pensar que podría mantenerse en el podio. Hace cinco años, tampoco se rindió en La Habana, en aquella Copa Cuba de 2013, cuando su entrenador le pidió que superara los 4.60 y ella quiso más. Quiso tanto que estableció una nueva cota nacional, con un brinco de 4.81 metros que clasifica como la mejor actuación histórica que se ha producido en territorio nacional.

Ella es así, y gracias a esa forma de ser, el día de mañana, cuando decida “colgar sus pértigas” podrá dormir con la conciencia tranquila. Con esa sensación de paz que solo son capaces de experimentar quien sabe que lo ha dado todo, sin temor a morir en el intento.

A la par de esfuerzo de Silva hay que resaltar la solidaridad de la griega Ekaterini Stefanidi, que le cedió sus garrochas para que la nuestra pudiera competir. Stefanidi, campeona olímpica y mundial, se interesó tanto por su compañera de especialidad, que preguntó a través de sus redes sociales sobre cuestiones técnicas específicas para poder darle a la cubana el implemento que mejor se acomodara a sus requerimientos.

La historia de esta jornada quedará en la memoria de muchos. La organización de la Liga de Diamantes y la IAAF reconocieron que, aunque que siempre ha existido un ambiente de colaboración entre las garrochistas, lo sucedido en los Bislett Games ha dejado un ejemplo para el recuerdo. Una de esas lecciones de vida que perduran a través de los años.

Fue una competencia rara, porque varias de las muchachas se vieron afectadas por la llegada tardía de sus implementos competitivos. Las pértigas de Yarisley, dicho sea de paso, quedaron en La Habana al no ser enviadas en el vuelo que llevó a la atleta y su entrenador hasta el viejo continente.

En definitiva, la victoria en Noruega fue a manos de la estadounidense Sandi Morris con salto de 4.81 metros, seguida de la rusa que compite como atleta neutral Anzhelika Sidorova (4.71 SB) y la sueca Angelica Bengtsson (4.61m). La griega Stefanidi, se fue sin marcas y cerró la clasificación en la jornada. Morris, ahora, tiene 22 puntos y es la líder indiscutible del circuito.

La Liga consta de siete paradas donde las mujeres compiten en el salto con garrocha. Seis de ellas valen para sumar puntos y optar por los ocho primeros puestos que son los que avanzan a la final. Yarisley Silva, dueña de tres unidades, y es oncena. Queda convocada a rendir al máximo en las siguientes fechas (Lausana, Mónaco y Birmingham) para sumar e incluirse en la final, pactada para el 30 de agosto en Zürich, Suiza.

 

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