El voleibol masculino de Cuba nunca me ha ilusionado, quizás porque crecí mirando las espectaculares actuaciones de las Morenas del Caribe, mientras los chicos, quedaban a la sombra de tener condiciones pero no llegar a materializarlas en el terreno de juego.

Por eso no me sorprendió que ayer cediéramos ante los brasileños. Pero no por ello se puede obviar el hecho de que el equipo Cuba que se presentó en la final de Guadalajara era superior al conjunto de «segunda línea» que llevaron los  del gigante sudamericano a estos Juegos panamericanos y aún así, perdimos.  La sensación del choque no fue la misma que sentí cuando las muchachas sucumbieron ante la escuadra del mencionado país.

La plata del conjunto masculino es solo eso, una plata. Meritoria, desde la óptica conformista de que se logró la segunda posición en un torneo que se mostró complicado, sobre todo, animado por las excelentes actuaciones de México y Argentina. Sin embargo, esta plata se narra sobre la base de que, otra vez, no pudimos ganarle a Brasil.

Si les soy sincera, a mi me gustó mucho más el juego de Argentina en estos panamericanos que el de los propios campeones. Vi a unos gauchos más seguros y ordenados en su juego y a estos los derrotamos a base del juego que Cuba puede y sabe hacer. Pero cuando las cosas se ponen serias, a Cuba parece pesarle mucho más tener que enfrentar a unos cuantos vestidos con la “verdeamarela” que el propio poder de juego que estos puedan desplegar.

Amigos, 25-11, 26-24, 25-18, 25-19, son números deprimentes para un equipo como el cubano que ha jugado al máximo nivel y ha plantado cara. Un equipo en el que la mayoría de sus integrantes fue partícipe de las excelentes actuaciones de nuestra escuadra en las últimas ediciones de la Liga Mundial. Un conjunto que si ha tenido el roce internacional suficiente y al más alto nivel.

¿Qué los centrales no son los mejores? Es cierto, pero se me antoja como una justificación pobre, sobre todo porque el set que ganamos fue, en todo caso, por el par de bloqueos que Isbel Mesa se sacó debajo de la manga en el momento en que ni el opuesto, ni los auxiliares eran capaces de hacer un K1 efectivo.

En general el partido no dejó mucho para recordar. Teníamos muchas opciones para ganar, pero lo dejamos escapar. La medalla significaba la posibilidad de igualar la actuación de Cuba en los pasados panamericanos de Rio 2007, donde obtuvimos 59 títulos, pero la dejamos escapar. Y la dejamos escapar nosotros mismos, porque nos limitamos a respetar demasiado  a un “BRASIL”, que  aunque supone gloria en el voleibol mundial, en su versión de estos juegos no exhibía –con abismal diferencia-  las verdaderas potencialidades con que siempre se presentan los equipos de su país.

Al final lo ganaron todo. Son los reyes del Voleibol, tanto de sala como de arena.

Por cierto, esta actuación de los chicos, muy por debajo de sus posibilidades en todos los órdenes del juego,  enaltece mucho más el papel de nuestras morenitas, que sin credenciales de espectaculares, sacaron la estirpe y le exigieron  el máximo de rendimiento al mejor equipo de Voleibol que ha tenido este planeta en los últimos tiempos.

Si lo dudan…aquí les dejo las más recientes declaraciones de Jose Roberto Guimaraes (DT del Equipo Femenino de Brasil)

«Me preocupa el equipo Cuba, si aqui estuvieron a la altura, no imagino en Londres con un poco más de fogueo…»

¡Se acabaron los panamericanos!

Magníficos los deportes de combate: judo, boxeo, lucha e incluso el tae-kwon-do. Excelente el atletismo: donde los favoritos cumplieron y hasta conseguimos algún que otro “eléctrico” para matizar la memorable actuación cubana.

Al final, ratificamos el segundo lugar y materializamos nuestro objetivo. Eso es importante, porque sigue dejando huellas de la calidad del deporte cubano, siempre con la espinita de saber que podemos ser mucho mejores.

Lo mejor para mí: El ciclismo de ruta femenino,  Hanser García, Yarisley Silva, Yipsi Moreno y El equipo de voleibol femenino –por ese orden-.

Lo peor: (Risas)…. creo que todo el mundo lo sabe…. ¡El béisbol!

Pero esta es una historia para otra ocasión, una historia que, por demás, no estoy segura de querer contar.

Nos vemos-.