En la actualidad varias son las especialidades dentro del atletismo cubano que han ido cediendo protagonismo en el ámbito internacional, basta con una simple mirada al presente, para darnos cuenta, que cualquier tiempo pasado, nos parece mejor.

Muchas disciplinas se han ido alejando del contexto internacional y de esos resultados que ubicaron a la Mayor de la Antillas en los lugares cimeros del atletismo mundial como los 400 y 800 metros (M-F), 100 con vallas y 400 con vallas (M); en los saltos, altura (M-F), longitud (F), en los lanzamientos, bala (M), disco (M), martillo (F), jabalina (M-F) y decatlón, pero hoy nuestro análisis va estar referido a los 110 metros con vallas.

Es preciso recordar, que en el ya lejano 1943, el habanero Eligio Barbería (14.7) se ubicó noveno en el listado mundial de esa prueba, primer cubano que entró al top ten de la especialidad. Cuatro años más tarde, el propio Barbería se titula en los Centrocaribes de Barranquilla. En el siguiente decenio brilló Samuel Anderson, octavo en el ranking mundial de 1951, con 14.2 y medallista de bronce en Buenos Aires, ese año. Luego destacarían en lo sucesivo, Evaristo Iglesias, Lázaro Betancourt, Juan Morales y Guillermo Núñez.

Hago esta retrospectiva, para mostrar que la aparición posterior de atletas cómo Alejandro Casañas, Emilio Valle, Anier García, Yoel Hernández y Dayron Robles, no fue obra de la casualidad. Antes de la llegada de estos vallistas, todos de nivel mundial, existió un precedente, con Barbería, Anderson y compañía, quienes fueron los iniciadores del camino de la llamada “Escuela Cubana de Vallas”.

Para los que conocen poco sobre el tema, les comento que Alejandro Casañas, alumno del profesor Heriberto Fernández, conquistó dos preseas olímpicas, ambas de plata (Montreal 1976 y Moscú 1980) y en 1977 estableció récord mundial, con crono de 13.21 segundos. Por su parte, Anier García, discípulo de Santiago Antúnez, también logró dos preseas olímpicas, oro en Sydney 2000 y bronce en Atenas 2004, siendo su mejor crono, los 13.00 segundos que le dieron el triunfo en esa ciudad australiana. En tanto, Dayron Robles, también guiado por Antúnez, se colgó al cuello el título olímpico en Beijing 2008 y estableció récord mundial, con 12.87 segundos.

Anier García de visita en el Estadio Panamericano

Hermoso pasado verdad, pero el presente y el futuro, lejos de ser luminoso, es oscuro e incierto, veamos las realidades. Santiago Antúnez, el cerebro pensante de las vallas cortas cubanas, luego de regresar de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, decidió colgar los guantes con el atletismo cubano; Orlando Ortega, sexto en Londres y quien en esos momentos secundaba a Dayron Robles, fue sancionado por indisciplina en 2013 e inmediatamente liberado, pero decidió olvidarse del pabellón patrio durante el Campeonato Mundial de Moscú, nacionalizándose español posteriormente.

Fuera de la escena nacional Antúnez (entrenador) y Ortega (atleta), los más prominentes prospectos eran Yordan O’Farril (26 años) y Roger Iribarne (23 años); el primero, venía precedido por el título mundial juvenil en Barcelona 2012 y el segundo, con muchas más potencialidades, por el cuarto lugar en la cita mundial para cadetes de Donetsk 2013.

En el tiempo transcurrido, desde 2013 a la fecha, O’Farril tuvo destellos, con un 13.19, en 2014 y 13.23, en 2015, pero luego sus rendimientos se fueron apagando, llegando hasta los 13.72, en 2018 y 13.73, en 2019; mientras que Iribarne, más joven, no pudo ir más allá de las semifinales en el mundial junior de Eugene 2014 y tiene alojada su marca personal en 13.39 segundos desde el 2017, con 13.48 y 13.40, en las dos últimas temporadas.

Otro atleta como, Yoan Villa (21 años), 13.81, en 2018, no ha logrado rendimientos acordes a su rango etario (13.40/13.59), aunque los vallistas tardan en obtener los mejores rendimientos, no es el caso de los cubanos, que lo hacen a los 22 años. Habrá que prender una vela, aun por Iribarne y por los jovencitos Pedro Gutiérrez e Ismael Fernández, que siguen en la cadena “evolutiva” del Equipo Nacional. Este es el panorama doméstico de los 110 con vallas.

Por otra parte, Cuba había sentado cátedra en esta especialidad, con excelentes entrenadores, desde Julio Navarro, hasta la retirada de Antúnez. En lo particular, considero a Heriberto Fernández, el iniciador de los grandes resultados en la década del 70, con Casañas, luego Santiago Antúnez, discípulo de Fernández los continuó, llevándolos hasta el máximo nivel, con dos títulos olímpicos, acumulando, además, una presea de bronce a ese rango, siendo junto a Eladio Hernández, los únicos entrenadores (pruebas individuales) en el atletismo cubano, que han logrado tres preseas en citas olímpicas.

Con la retirada de Antúnez, seleccionado por la IAAF en 2010 como el mejor entrenador del mundo, la llamada “Escuela Cubana de Vallas”, está tocando fondo. Varios de los técnicos que, en algún momento, estuvieron a su lado, hoy no laboran para el atletismo cubano, por lo que la llamada “transferencia” de conocimientos no rendirá dividendos y habrá que partir de cero, para tratar de encender una nueva luz, ahora en la oscuridad.