5543157-M Por José Ramón Fabelo Corzo*/ Especial para DeporCuba

 

Nota Editorial: Amigos de DeporCuba, el texto que reproducimos a continuación ha salido de la pluma del profesor José Ramón Fabelo Corzo, quien dolido como cubano y amante del deporte, ante las declaraciones sobre la retirada de Dayron Robles  ha querido compartir, desde DeporCuba (un espacio que sigue fielmente) un análisis y varias reflexiones sobre el asunto.

 

 

La retirada a destiempo de Robles y la jubilación de su entrenador, Santiago Antúnez, guardan estrecha relación entre sí. Santiago ha declarado que Dayron era quien lo mantenía trabajando y que la decisión de Dayron fue factor determinante en su propia decisión. Considero que ambos actos hay que interpretarlos, ante todo, como un revés para el movimiento deportivo cubano y no sólo como decisiones personales de uno y otro.

 

No creo que sean justos los comentarios que buscan las causas en un excesivo encumbramiento de Dayron en nuestros medios y que cuestionan incluso esa feliz iniciativa de Julita Osendi de calificarlo como el “Lord del Guaso”. Los seres humanos somos diferentes y merecemos el tratamiento diferenciado que emana de nuestras diferencias. Dayron es portador de un talento excepcional y excepcional ha sido también su carrera deportiva. Son muy pocos los atletas cubanos que han sido simultáneamente recordistas mundiales y campeones olímpicos: Juantorena, Sotomayor, Osleidys y Dayron. Robles es y será para siempre una de las más grandes estrellas del atletismo cubano. Nunca podrá olvidarse que en la peor Olimpiada para Cuba después de 1968, en Beijing 2008, Dayron alcanzó una de las dos únicas medallas de oro que obtuvo la delegación cubana y que sin él nuestro país habría descendido hasta el lugar 37 en el medallero.

No cabe entonces sobrestimar el tratamiento mediático que se le ha dado a su persona. Pienso justamente lo contrario. En comparación con la avalancha informativa que, como estrella mundial, rodeó siempre su figura en los medios internacionales, el tratamiento informativo que le dimos en Cuba fue relativamente escaso.

Escaso, repetitivo y excesivamente oficialista. Los tres aspectos están íntimamente relacionados. Y quiero detenerme en esto porque ello ha afectado no sólo a Dayron Robles y diría que no sólo al atletismo en el firmamento del deporte nacional.

Tomemos como ejemplo paradigmático el del beisbol. Sobre todo lo relacionado con este deporte prácticamente cada cubano tiene una opinión y la diversidad de criterios se refleja con mucha inmediatez en todos los medios nacionales, impresos o digitales, teniendo su efecto indiscutible –más o menos reconocido, pero muy real– en las decisiones que toman los directivos de este deporte. Cada paso que se da se somete inmediatamente al escrutinio público. A guisa de ejemplo, la repercusión de la reciente exclusión de Ariel Pestano del equipo nacional, no terminó con la molestia en privado de este excelente pelotero y su anunciado retiro. Nada de eso, no pocos medios se han levantado en su defensa. Los directivos de este deporte han tenido que enfrentar un torbellino de cuestionamientos. Y ello indiscutiblemente presiona, hace repensar decisiones, puede llevar a rectificaciones deseables. Ello no hace más que beneficiar al beisbol cubano.

A diferencia de lo que sucede en el beisbol, en el atletismo (y también en otros deportes) sigue predominando cierto síndrome oficialista. Lo que se publica es casi exclusivamente lo que saca algún medio oficial o lo que declara algún representante oficial de esa federación particular o del deporte nacional. Son muy pocas las investigaciones periodísticas autónomas en este campo, los reportajes in sito, las entrevistas directas y sin mediaciones a los atletas o entrenadores y, sobre todo, brillan por su ausencia las valoraciones críticas del trabajo en este deporte. Las informaciones escasas que se brindan son repetidas hasta el cansancio por otros medios, dejando muchas veces más preguntas que respuestas en los muchísimos seguidores que también tiene este importantísimo deporte que tantas glorias le ha dado a nuestro país y que ha sido el máximo responsable, entre otras cosas, de que Cuba mantuviera el segundo lugar por países en los dos últimos Juegos Panamericanos.

Tal vez por falta de especialización, tal vez por algo de autocensura, nuestro periodismo deportivo no muestra en el atletismo, las agallas que tiene en el beisbol. Es que el beisbol es el deporte nacional, se dirá. ¿Y quién dijo que un país sólo puede tener un deporte nacional?, me pregunto. Acaso no le sobran méritos históricos al atletismo, como al boxeo, para también considerarlos deportes nacionales en Cuba. Serían meros pretextos, si esto se arguye.

El caso es que las valoraciones que se ofrecen en los medios sobre este deporte pecan, las más de las veces, por ser excesivamente tímidas, por no entrar en análisis de fondo, por aceptar sin más las versiones oficiales de los directivos de este deporte, por dejar a los especialistas internos del mismo, a los técnicos y entrenadores, los enjuiciamientos que los periodistas pueden y deben contribuir a realizar. (continuará)

 

*José Ramón Fabelo Corzo, (La Habana, 1956), Doctor en Ciencias Filosóficas por la Universidad Estatal de Moscú (1984). Actualmente es Investigador Titular del Instituto de Filosofía de La Habana y Profesor-Investigador Titular de la Facultad de Filosofía y Letras de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Se ha dedicado al estudio de la Axiología, del Pensamiento Latinoamericano y de la Estética.

mail de contacto: [email protected]

http://www.filosofia.cu/site/filosofo.php?id=55&r=%2Fsite%2Ffilosofos.php%3Fletra%3DF