La periodista Katiuska Blanco cuenta que “de niño Fidel sentía toda la felicidad del mundo en aquella vida libre de pesquerías, natación, caminatas, juegos y exploraciones infinitas. El deporte y sus placeres y emociones acompañaron desde pequeño su intensa vida. Por eso no extrañó verlo en el colegio de Belén como defensa del equipo de baloncesto, integrante del 11 de fútbol, campeón de salto alto o de 800 metros. Con la Revolución hizo del deporte fuerza movilizadora y derecho genuino de nuestro pueblo”.
Al deporte cubano, obra de Fidel, estuvo dedicado el espacio televisivo Mesa Redonda de este miércoles 29 de noviembre, como parte de las conmemoraciones por el primer año de su fallecimiento.
Fidel vive en su corazón
En el año 1995 en Gotemburg, la atleta Ana Fidelia Quirós Moret, obtuvo su primera medalla mundial. Para ella Fidel seguirá siendo el máximo inspirador del deporte cubano revolucionario, porque gracias a él Cuba ha obtenido tantos logros. Recordó que, en 1959 Fidel, tan previsor como siempre, había dicho que Cuba llevaría el deporte tan lejos como fuera necesario. Fidel seguirá siendo el principal entrenador de los deportistas cubanos, el inspirador, el sicólogo, el motivador que les impulsará a seguir teniendo resultados positivos. El movimiento deportivo cubano lo seguirá teniendo presente por siempre.
Mencionó que a Fidel hay que agradecerle todas las medallas y la gloria de los deportistas cubanos, que se le extraña en cada despedida y en cada recibimiento, sin importar si los deportistas llegaran con victorias o con derrotas.
El 22 de enero de 1993 Ana Fidelia sufrió un accidente fatal que hizo pensar a muchos que no regresaría a las pistas. Después llegaron las emociones de 1995, de 1997, la plata olímpica de 1996. El impulsor de que aquellos resultados fue Fidel, quien la visitó unas 20 veces durante aquellos momentos en que convalecía en el Hospital Hermanos Armeijeiras. La primera de aquellas visitas la realizó apenas unas horas después de aquel accidente.
La atleta sintió que en ese gesto de no abandonar nunca a los suyos es donde radicaba la humanidad de Fidel. Cuenta Ana Fidelia que allí estuvo Fidel antes que su madre para ofrecerle vida. Después de su maternidad ella planificaba correr los 1500 metros en los juegos centroamericanos y del Caribe en Ponce. En una de aquellas visitas cuando pudo verlo, Fidel le comentó que lo importante era que ella se salvara. Recordó que estando en el hospital las cartas le llovían, las personas le pedían que se cuidara, que cumpliera con los pedidos de los médicos, porque ellos querían que ella siguiera representando a Cuba. Refirió que esos pedidos y Fidel fueron los que la impulsaron a recuperarse rápidamente.
Tuvo la oportunidad de intercambiar con Fidel en varias ocasiones, incluso de forma íntima cuando lo acompañó en aquel viaja a Brasil, junto a Javier Sotomayor. Dijo que estar al lado del Comandante siempre fue un privilegio. Recordó que antes de regresar a Cuba se encontró con Fidel en el lobby del hotel donde se hospedaban. Allí mismo empezó a intercambiar con ellos. Y se sumó a ellos mientras despejaban con tragos en la habitación, se acostó en la cama de Sotomayor, se quitó las botas, y empezó a conversar con ellos. Sotomayor trajo desde Brasil la copa en que aquella noche Fidel tomó Havana Club con ellos.
Pero, Ana Fidelia se quedó con muchas cosas por decir. No puede contener las lágrimas cada vez que piensa en que Fidel se fue sin que ella pudiera agradecerle por su amor y ayuda. Para ella todavía Fidel está. Ella siempre le hizo saber su agradecimiento de forma pública, pero nunca tuvo la oportunidad de decírselo en persona, de forma íntima. Fidel vive en el corazón de Ana Fidelia Quirós.
Fidel, la pelea más dura
El boxeador Armando Martínez Limendú, campeón olímpico y gloria del deporte cubano, protagonizó una pelea a la que todavía en Canadá le llaman la pelea del siglo, una derrota para el cubano, pero una victoria a la vez por haber sido recibido por Fidel después de aquel momento.
Armando Martínez Limendú refirió que la pelea más grande de su vida fue escuchar del propio Fidel que el pueblo de Cuba le había visto ganar porque se habían tomado malas decisiones en Canadá. De aquella pelea todavía se habla en Cuba. Después de 36 años se recuerda como si hubiera sido la semana pasada. Para Armando el más grande suceso de su carrera deportiva fue que el Comandante en Jefe le esperaba en el aeropuerto y le dijo que él le había visto ganar. Fue la pelea más dura de la vida de Armando Martínez en el ring. Ya había tenido peleas buenas con Orestes Solano, con Jorge Guzmán, con Ángel Espinoza, pero aquella fue la más dura.
Contó que a Fidel lo vio en varias ocasiones en la finca, en cada recibimiento, los alentaba, les comunicaba sus preocupaciones. Se reunía con el equipo con frecuencia. Para Armando Martínez Limendú, Fidel fue lo más grande que él vio y conoció en su vida.
Mencionó que el boxeador que tiene vergüenza cuando pierde ni siquiera come ese día. Cuando se anunció su derrota se sintió muy afligido. Después de su llegada a Cuba y del recibimiento de Fidel él cambio, su vida fue otra. Se sintió más fortalecido, como si se levantara.
También comentó que Teófilo Stevenson es para él el deportista más grande de la historia de Cuba. Era una persona fuera de serie. Sencillo, humilde, noble, desinteresado. No se dejó sobornar. Por eso Fidel siempre estuvo a su lado, pendiente de él.
Omar Linares propinó muchas felicidades a Fidel
Cuando Omar Linares Izquierdo llegó a integrar el equipo Cuba de béisbol en 1985, era el más joven de aquel plantel. Inmediatamente fue calificado de “el niño Linares”. Años después se retiró siendo bicampeón olímpico y varias veces mundial.
De su relación con Fidel recordó las emotivas despedidas, en especial la de las olimpiadas de 1996 y la primera vez que el béisbol estuvo en limpiadas en Barcelona 1992. De aquellas despedidas recordó que Fidel siempre les exhortaba a la victoria. En Atlanta 1996 Omar Linares propinó tres jonrones, uno de los mejores resultados de su carrera deportiva.
En la competencia de Winnipeg 1999 que aportaba la clasificación a las olimpiadas del 2000, Linares despachó un jonrón que le aportaba la clasificación al equipo Cuba. De aquel momento recordó que ese año había tenido problemas personales por la enfermedad de su padre, de la cual el Comandante se encargó personalmente. Fue un año en el que no se empezó bien, pero en los momentos necesarios Linares, Kindelán y Pacheco supieron responderle a Cuba.
Sobre el juego contra los Orioles de Baltimore mencionó que aquella fue la primera vez que Cuba se midió con un equipo de grandes ligas. Aquel juego se perdió cuando Javi López le da jonrón a Omar Ajete, pero para el segundo juego el Comandante tomó las riendas de director y entrenador. Estuvo pendiente desde el entrenamiento, los juegos, hasta la salida a Baltimore. De regreso el equipo fue recibido por Fidel en el aeropuerto y los condujo hasta la escalinata y allí se pudieron dirigir directamente al pueblo.
Solo su presencia impulsaba a ganar
Para la multicampeona atleta paralímpica, Omara Durand Elías, haber tenido un intercambio con Fidel pudo haber sido su más importante medalla. Para ella el Comandante fue fuente de inspiración. Consideró que los atletas paralímpicos son los que más le deben agradecer a Fidel y a la Revolución por todo lo lindo que hizo por y para ellos.
Ella estudió en una escuela para ciegos y débiles visuales. Hoy posee un título universitario y varios logros deportivos gracias a la Revolución. Fue alumna de Miriam Ferrer, quien sí tuvo la oportunidad de conocer a Fidel y siempre cuenta que estar junto al Comandante era impresionante y que su presencia impulsaba a tener buenos resultados.
Consideró que al deporte paralímpico cubano le queda muchísimo por hacer. En la más reciente asamblea de reflexión de su escuela ella sintió en todos sus compañeros mucha firmeza al hablar de Fidel, como si les perteneciera, agradecidos por la Revolución, lo que le regocijó y la hizo sentirse más segura.
Deportistas dignas de su pueblo
Una de las morenas del Caribe, la voleibolista Yumilka Ruíz Loaces, bicampeona olímpica y bronce en Atenas 2004, recordó que fue en 1978 cuando Cuba gana por primera vez un campeonato mundial femenino, y que, desde entonces cada equipo de voleibol, tanto masculino como femenino, era recibido por el Comandante.
Dentro de las Morenas del Caribe fue una de las más jóvenes junto con Regla Torres. Ambas tuvieron la oportunidad de participar en los juegos olímpicos de 1996 y 2000 donde obtuvieron sendas medallas de oro que les hizo completar un ciclo de tricampeonas olímpicas.
Contó que en aquel partido en que el equipo estaba perdiendo dos sets a cero en el tercer set cuando se produce el cambio de terreno viene corriendo el hijo de Fidel, Tony Castro, y le pasa el celular al entrenador. Les dice a las integrantes del equipo que acababa de hablar con el Comandante y que él decía que ellas no eran dignas del pueblo que representan, que actuaban como contrarrevolucionarias. En aquel instante Regla se le acerca y le dice que si ella no remataba el equipo no iba a ganar. Mireya le dice que nos e preocupara porque ella volaba por encima del bloqueo. Cuando ellas ganan y se imponen en ese juego se trasladan al ómnibus y Eugenio les dice que le atendieran que iba a transmitir el mensaje completo del Comandante, entonces dijo que ellas eran dignas de su pueblo, que ellas habían cumplido con la Revolución, que todo el mundo las estaba mirando, que eran bellas y que el pueblo estaba agradecido. Esa noche estaba Cuba despierta.
Video Completo del Programa Fidel en su obra: El Deporte Cubano
(Tomado del sitio oficial de la Mesa Redonda)
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