Por Eddy Luis Nápoles Cardoso

La llegada del lanzamiento del martillo para las mujeres a mediados de  los años 90 del pasado siglo, representó un paso de avance en el  mundo, en la igualdad de las especialidades en ambos sexos, en lo particular, para Cuba significó el inicio de la era de la excepcional  atleta Yipsi Moreno González.

Hoy no me referiré a la trayectoria deportiva de la nombrada por Julia  Osendi, como la “Furia de Agramonte”, que es bien conocida, solo voy a  precisar algunos datos, que demuestran como la era del martillo femenino en Cuba, ha quedado atrás, luego del retiro en 2014, de la camagüeyana.

Yipsi, inició su bregar en el atletismo, en las categorías escolares,  en las especialidades de impulsión de la bala y lanzamiento del disco,  pero al hacerse presente, el martillo, los especialistas del atletismo  camagüeyano en esa época, con gran visión de futuro, no dudaron, en  encauzarla para esta novedosa prueba que se abría en el horizonte para  el sexo femenino y el transcurso de los años les dio la razón, pues la  agramontina se convirtió en una de las más consistentes atletas de  esta prueba en el mundo.

Sus rendimientos, rápidamente la auparon a la élite universal, a los 19 años, implantó nueva cuota mundial, con 66.34 metros; un año más  tarde, se ubicó cuarta en la cita olímpica de Sydney 2000; en la  temporada siguiente, los 70 metros se rindieron a sus pies, el 16 de  junio en Nümberg, con 70.41, luego, el 7 de agosto, conquistó en  Edmonton, el primero de sus tres títulos mundiales, también coronó el  título olímpico en Beijing 2008 y la plata en Atenas 2004. En resumen, Yipsi, paseó su martillo por el mundo, logrando 141 envíos sobre los 70 metros, 15 sobre los 75 y tres sobre los 76 metros.

Ahora veamos otras aristas de este tema. En el transcurso de todos  estos años, varias generaciones de martilleras, han poblado la matrícula de esta especialidad, pero ninguna ha brindado un destello  luminoso, que permita avizorar una continuidad de los rendimientos  deportivos a cualquier nivel. No pretendo compararlas con Yipsi  Moreno, imposible, ya que la camagüeyana es única e irrepetible, pero,  al menos, que hubieran logrado estabilizar sus resultados en lo  referentes a marcas obtenidas.

En la “Era Moreno” (2000-2014), en una gran parte, estuvo acompañada por Yunaika Crawford, de menos resultados en la élite mundial, pero que vivió su momento de esplendor durante la final olímpica de Atenas 2004, al erigirse cual portento, ante el leve desconcierto de Yipsi y el embate de la rusa Olga Kuzenkova, coronado al final, con la presea  de bronce. Yunaika, además medallista de plata y bronce en mundiales de cadetes y juvenil, respectivamente, representa en resultados hasta el presente, la segunda mejor atleta de esta prueba en Cuba, pues  archiva además, una presea de plata en Juegos Panamericanos (Santo Domingo 2003) y otra de ese propio color, en Juegos Centroamericanos y del Caribe (Cartagena de Indias 2006). Como complemento, les comento, que Yunaika logró 19 envíos sobre los 70 metros y uno solo de ellos,  sobre los 73 metros (73.16), el que le dio la presea olímpica.

También estuvo presente en sus inicios, la villaclareña Aldenay  Vasallo, con registro personal de 69.72 y el título en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Maracaibo 1998.

Otra atleta que transitó durante la “Era Moreno”, fue Arasay Thondike,  también con 19 lanzamientos sobre los 70 metros, dos sobre los 72 y  uno, más allá de los 73 metros (73.90). En el plano de las medallas,  el más alto logro competitivo de Arasay, fue la presea de plata en los  Juegos Panamericanos de Río de Janeiro 2007, con 68.70 metros.

Al final de la “Era Moreno”, han estado la espirituana Yirisleydi  Ford, con tres envíos sobre los 70 metros (72.40), una medalla de plata, en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Veracruz 2014  (69.62) y la santiaguera Ariannis Vichy, quien, igualmente, solo logró  tres envíos sobre los 70 metros (71.50), con una medalla de plata, en el Panamericano junior de Fortaleza 2007, con 59.46 metros.

Hay detalles que llaman a la reflexión y son los relacionados con los resultados, de varias de estas atletas en la categoría juvenil, etapa, donde superan a Yipsi (66.34), pero luego, al paso a la categoría mayores, ceden en sus rendimientos, no solo en relación a Yipsi, sino, en el entorno de estabilidad que logran otras atletas en el mundo.

La villaclareña Arasay Thondike (28 de mayo de 1986), implantó el 20 de mayo de 2006, nuevo récord nacional juvenil, con 68.74 metros,  (anterior, 66.34 de Yipsi), pero ya son conocidos sus insignificantes rendimientos posteriores. Yirisleydi Ford (18 de agosto de 1991), también “vapuleó” en dos ocasiones la cuota de Yipsi, la primera de ellas, con solo 18 años y envío de 67.93, luego al año siguiente,  lanzó 66.72 metros. La santiaguera Ariannis Vichy (18 de mayo de 1989), también tuvo un mejor rendimiento juvenil que Yispsi, con 67.49 metros. Por último, destaca ahora, Ayamey Medina (21 de febrero de  1998), quien con 18 años, estableció en 2016, nueva cuota cubana, con  68.98 metros y habría que esperar por sus resultados posteriores, para hacer cualquier conjetura. Es lógico el progreso y evolución mostrada  por la especialidad, en cuanto a rendimientos (marcas) en las categorías inferiores, pero contrasta con lo materializado posteriormente.

A simple vista, por los resultados logrados entre juveniles, fríamente, podemos expresar, que el talento ha estado llegando, pero tal vez, no para manifestar los rendimientos que se quisieran en el “periodo de adultez”. Entre las posibles causales, destaca un factor que pudiera ser determinante y es el relacionado con la estatura o talla y peso de las atletas, donde las cubanas, en el primero de ellos, ceden en varios centímetros al patrón ideal, si tomamos como muestra, las 20 mejores del mundo, las que promedian, 1.78 metros, mientras que las criollas lo hacen para 1.71 metros, donde Yipsi (1.75) sobresale sobre el resto. Esto constituye un importante hándicap en esta prueba, a la hora, del “trato” del implemento, la ejecución de los movimientos (giros) y en la salida del artefacto, entre otros.

En relación al peso corporal, sucede algo similar, pues el patrón de la prueba, muestra un promedio de 86 kilogramos, mientras que las cubanas ceden en ocho kilogramos.

Finalizo citando un artículo que tiene en cuenta lo antes expresado, el mismo fue realizado por Lindsay J. Carter, Profesor Investigador del Departamento de Kinesiología, Educación Física y Artes Recreativas  de la Universidad Estatal de San Diego, California, Estados Unidos;  “Factores Morfológicos que limitan el Rendimiento Humano”, donde en una de sus partes enuncia, “…Cuando se relaciona una altura absoluta o un peso absoluto al éxito en un evento, nosotros podríamos esperar que gente con las medidas apropiadas sean más exitosos que otros sin esas características. Por ejemplo, cuando tallas y pesos medios para atletas de eventos de pista y de campo en la Olimpíadas de Montreal fueron comparadas por sexo, hubo un modelo dimórfico sexual típico, sin tener en cuenta o prescindiendo del evento (Carter, 1984).

Estas diferencias fueron similares en magnitud a aquéllas en poblaciones normales. De todos modos, además de esta diferencia biológica, hubo diferencias en talla y peso a lo largo de los eventos que fueron comunes para hombres y mujeres. Esto indica que estos cambios en altura y peso están relacionados a las demandas biomecánicas o fisiológicas de los eventos. Aunque nosotros podríamos esperar menos influencia de la altura o el peso sobre el rendimiento en natación comparada con eventos en pista o campo, se observan diferencias similares por sexo y evento…”.

Y concluye; “El tamaño absoluto y relativo, el somatotipo, la composición, y la maduración son factores morfológicos que pueden limitar la performance humana. Por ello, se infiere que los atletas que tienen o adquieren, el físico óptimo para un evento, tienen mayores probabilidades de triunfar que aquellos a quienes les faltan estas características. La cuantificación del físico a través de la cineantropometría puede proveer una mejor base para el entendimiento de los límites físicos relacionados con la biomecánica y la fisiología del rendimiento”.