Por Noel David Suárez/ Foto: tomada de Ecured
Cuando comencé a ver pelota junto a mi papá, siempre el color azul predominó en nuestras preferencias. La herencia jugó un papel fundamental en mí, me dio la dicha de formarme como un fiel seguidor del equipo insignia del beisbol cubano, los Leones de Industriales. Desde pequeño siempre admiré a sus peloteros, esos eran mis héroes, Kendry Morales, Yasser Gómez, Yadel Martí y muchos más que como ellos emprendieron otro camino, nunca sin perder ese sentimiento tan lindo de ser industrialista, pero hubo uno que siempre estuvo, que incluso aun está y estará, un industrialista ejemplar, una persona íntegra, esos que son merecedores de ser llamados por el seudónimo de leyenda, ese es Alexander Malleta Kerr.
El 55 de los Industriales fue un pelotero excepcional, siempre dispuesto a darlo todo por su equipo, máximo jonronero en la historia del beisbol capitalino con 257, defensor de un primer cojín por el cual habían pasado gigantes de la talla de Pedro Chávez, Agustín Marquetti y Antonio Scull, pues él hizo aún más grande esa posición. Un pelotero de grandes momentos, todos recordamos aquel vuela cercas que pegó en el Guillermón Moncada ante Santiago, que significó el batazo decisivo para el onceno título de sus amados Azules en el 2006, equipo por el que lo dio todo, se entregó al máximo en cada partido, en los momentos más difíciles ahí estaba su sonrisa y su confianza de que sí se podía, para los nuevos integrantes del conjunto nunca faltó su consejo. Siempre recuerdo aquella final del 2010 ante Villa Clara en el Sandino, séptimo inning del séptimo partido, Malleta conecta un batazo que pega en la almohadilla de primera y pone el juego 5 a 2, llegó a la inicial y alzó sus manos como lo hace un niño eufórico, ese es Malleta, sin gestos descompuestos ni palabrotas, solo su sonrisa en señal de victoria.
En cada Play Off aparecía como todo un cuarto bate, no por gusto ostenta el récord de jonrones para post temporadas con 8, igualado con el avileño Yoelvis Fiss. Los lanzadores jóvenes de su equipo siempre pudieron contar con sus consejos, o simplemente con una palmada en la espalda, gesto que significa mucho en la psiquis de un deportista. Recuerdo muchos jonrones de Malleta, en especial el que le conectó a Luis Borroto ante Villa Clara en la ya citada final del 2010, o el que pegó en el play off de la Serie 57 ante Las Tunas en el Latino, en aquella semifinal que a la postre perdimos.
Al siguiente campeonato pude conversar con él en el Hotel Morón, instantes antes de que tomara el ómnibus rumbo a Ciego de Ávila al José Ramón Cepero, mi amigo y yo hablamos con él de la manera más cordial y respetuosa, muy atento con nosotros respondiendo cada una de las preguntas que este par de industrialistas le hacíamos, emocionados de compartir a su lado. De este encuentro data la siguiente foto, tomada por el médico del equipo.
Un momento muy emocionante fue su último turno al bate, en la Serie 58 ante el equipo de Holguín, el eterno 55 llegó a la caja de bateo, se quitó el casco y lo alzó en señal de despedida, todo su Latino en pleno se levantó a aplaudirlo, se escuchaba una sola voz que gritaba: “Oye te cogió Malleta”, luego se estrechó en un abrazo con sus compañeros con lágrimas en los ojos y no salió más al cajón de bateo, fue la última vez que lo vimos pararse en el diamante.
No obstante, su amor por este equipo lo hizo regresar la temporada siguiente como entrenador de bateo, puesto que aún ocupa y asume con mucha seriedad y dedicación, porque es una persona de beisbol, de esas que valen muchísimo, de las que son tan necesarias y a veces carecemos. “El Malle”, como le dicen muchos cariñosamente, ha seguido vistiendo el glorioso uniforme azul, hoy se retira oficialmente del deporte activo, será el momento propicio para agradecerle todo lo que hizo por el beisbol capitalino y nacional, porque también vistió las Cuatro Letras en retiradas ocasiones y dejó sus huellas positivas en varios eventos internacionales.
Ahora lo vemos siempre al tanto de sus muchachos, luchando con ellos para que hagan las cosas bien, empleando su experiencia y sabiduría y transmitiéndole ese amor y sentido de pertenencia que es tan necesario para afrontar una temporada larga. En esta Serie asumió un duro reto, el de dirigir al equipo en ausencia de Guillermo Carmona, quien se recuperaba de una intervención quirúrgica, le tocó el peor momento del campeonato, cuando fuimos últimos en la tabla, pero nunca perdió la fe en el triunfo, eso me consta, lo pude percibir cuando fui al Latinoamericano y vi la forma en que se dirigía a su equipo, a esa nueva hornada de industrialistas que sueñan con ser campeones, con emular lo que hizo él junto a otros grandes como Rudy, Urgellés, Stayler, en fin.
Recuerdo en la Serie 60 el momento en que Lisván Correa rompió su record de cuadrangulares para una temporada al disparar 28 y dejar atrás su marca de 27, el primero en salir a abrazar al Billy fue él. La historia de Alexander Malleta con los azules es muy rica, pero no ha terminado, le falta muchísimo, ya sabe lo que es ganar como manager con el Gran Habana en la Copa Benito Camacho, tiene un amplio camino por delante, y él ha decidido que sea ahí, en ese Coloso del Cerro que tanto vibró con cada batazo suyo, con cada atrapada en primera base.
Hoy, seas industrialista o no, toca levantarte y aplaudir a un pelotero ejemplo en todo, a un hombre de beisbol, al eterno 55, merecedor de una gigantografía en el Latino, él va a seguir, para beneplácito de sus admiradores. En lo personal me considero afortunado de tener cerca a mis ídolos, no tengo que ir ni a Madrid ni Barcelona, este está aquí. En mi aún corto periplo periodístico he logrado algunas metas, pero quedan muchas por cumplir, y entre ellas está la realización en un futuro de un libro sobre este grande, antes de escribirlo en esta crónica solo se lo había comentado a mi fraternal amiga Lilian Cid, que me contestó -¿y por qué no?-. Todo es posible, si no miren cuantas metas él logró vencer impulsado por el sueño de hacer feliz a su afición, sueño que cumplió con creces.
Malleta muchas gracias por ser uno de mis ídolos, por seguir entregándote a la causa azul ahora como entrenador, todos los seguidores de este glorioso equipo nos sentimos honrados de que seas parte de su historia. En hora buena Grande, tendrás el retiro que mereces.
Comentarios recientes