Por: Lilian Cid Escalona/Deporcuba
Yariadmis Argüelles Baró ahora vive en España, aunque tiene la nacionalidad portuguesa y la aspiración de poder regresar a los grandes eventos -Campeonato Mundial y Juegos Olímpicos- representando a esa otra parte de la península ibérica. Quiere sentir la adrenalina que se produce cuando te acoge un estadio lleno, de atletas y espectadores, con el objetivo supremo de dar lo mejor de sí.
Argüelles sabe lo que eso significa porque representó a Cuba con experiencia en el mundial que en 2009 se disputó en Berlín. Fue como saltadora de longitud y no avanzó a la final luego de ser décima de su grupo preliminar con 6.32 metros. Recuerda haber tenido otras oportunidades, pero la suerte no le acompañó y no llegaron a concretarse.
Aferrada a ese sueño olímpico que todo atleta lleva clavado en el pecho, ha dado un giro en su vida para incorporarse al grupo que gestiona Iván Pedroso. Recién ha cumplido sus 36 años, pero se siente con toda la fuerza y voluntad para ir tras sus metas: Campeonato mundial y Juegos Olímpicos.
¿Cómo recuerdas tus inicios en el deporte?
Yo me inicié en mi querido Jovellanos (municipio de la provincia de Matanzas) con el entrenador Soel Santuntun (Cholo). El hombre tenía que andar detrás de mí siempre porque yo hacía tres deportes al mismo tiempo: atletismo, taekwondo y baloncesto; siempre tuve facilidad para aprender cualquier deporte. Con el tiempo fui compitiendo en atletismo y rompiendo récords escolares, y debido a mi éxito decidí que era lo que quería. Recuerdo que me decían Ana Fidelia porque corría mucho, y ella era mi figura a seguir.
Pasé por la EIDE y allí me entrenó Cecilio Hernández Almaguer, y después, con 14 años, llego al Equipo Nacional con Regla Sandrino quien fue una madre para mí.
Entrené con muchos entrenadores después de eso, Ricardo Guadarrama, Guillermo de la Torre, El Tite, y las pruebas múltiples con el mago Gabino (Arzola); ese blanco es un salvaje de la materia, sabe mucho, que nadie lo dude. A él le agradezco muchísimo y a Raúl Duany también, de hecho, fue él quien me enseñó la técnica de salto largo.
Has corrido, has saltado y has hecho pruebas múltiples. ¿Cómo te defines?
Desde pequeña me gustaban todos los eventos menos las pruebas de resistencia (fondo). Todavía hay veces que me dan deseos de hacer un heptalón pero me acuerdo de los 800m y ahí mismo se me quitan las ganas.
Yo soy una guerrera, una guerrera incansable.
¿Por qué decides salir de Cuba?
Lo hice porque quería tener mejores condiciones de vida. Para correr tras mis sueños, sin límites. Quería viajar mucho, conocer otras culturas y cuando tuve la oportunidad, seguí mi deseo. Me mudé para Angola en el año 2012 y estuve allá cinco años, hasta que me trasladé a Portugal donde vivo actualmente.
¿Qué tan complejo es ser atleta de alto rendimiento?
Ser ateta de alto rendimiento es muy complejo porque te exige llevar tu rendimiento al máximo, no solo el físico sino también la mente. Se trata de lograr el equilibrio entre lo personal y lo profesional.
¿Es difícil reinsertarse?
Fue complejo porque estando en África estás un poco aislado. Las competencias de máximo nivel se hacen en Europa. Tenía que pagármelo todo, no tenía manager, y solo en este mundo no vas lejos porque todo se dificulta.
Ahora tengo la nacionalidad portuguesa y espero poder estar, el año próximo, representándolos. Dios quiera que así sea.
¿Es todo más complejo que acá?
Si, sobre todo porque estas lejos de tu familia y de tu gente. Esta distancia ha sido mi principal rival. A veces no llamo a mis padres, pero sé que no conseguiré hablar…
Hablemos de dos cubanos que han incidido en tu carrera: Ubaldo Duany e Iván Pedroso, de los cuales se dicen que son una suerte de ases en el entrenamiento de atletas de élite. ¿Cómo lo ves tú?
Yo creo que son de los mejores entrenadores del mundo. A Ubaldo Duany le tengo un aprecio muy especial, porque el profe fue muy importante en mi regreso. Me entrenó en Puerto Rico y me puso a punto después de estar 6 largos años sin competir a alto nivel. Con su trabajo conseguí récord personal en la primera competencia que tuve y en ese resultado fueron fundamentales tanto él como Catherine (Ibargüen).
Actualmente me entrena Iván Pedroso, que es mi ídolo. Cada vez que voy a competir veo los videos de Iván saltando para precisar la técnica. A penas han pasado tres semanas desde que vine para acá y ya siento los cambios positivos en mí. Estoy aprendiendo muchísimo.
Iván es un entrenador con mucha inteligencia, que le presta máxima atención a los detalles. Él sabe lo que hace, tengo fe en que vamos a hacer cosas lindas.
¿Cómo se produce esta alianza?
Hace como cinco años que ando detrás de él para poder venir a entrenar, pero ya no me hacía caso. Culpa mía porque siempre decía que iba a venir y al final no podía. Pero me he analizado y entiendo que necesitaba un cambio radical por eso he dejado todo a un lado y he venido para Guadalajara (España). Me siento muy bien con la decisión y estoy totalmente enfocada en mis objetivos.
Espero mejorar mis marcas y competir para estar en los eventos grandes. Quiero subir en el ránking, mejorar hasta donde sea posible, …, que ni el cielo sea un límite.
¿Cómo es el grupo y cuáles son las virtudes que destacas de la gestión de Iván?
Creo que somos un grupazo, muy alegres y enfocados todos. Cada quien sabe sus objetivos y van por ello. Iván es dedicación y pasión, es lo que nos transmite.
Es muy exigente, según cuentan ….
Exigente no, lo que le sigue…, pero es necesario. No me importa que me regañe, porque todo apunta a seguir el camino correcto. Fíjate que ya me dijo que si no bajo 4 kilos, me devuelve para Portugal.
Recién has cumplido 36 años, lo que pudiera llevarte a ser considerada como una atleta veterana. ¿Hasta cuándo crees que se puede rendir al más alto nivel ?¿Hay una edad o simplemente tiene que ver con las condiciones físicas de cada cual?
Adoro mis 36; no sé hasta cuando estaré, no tengo definido el año en que colgaré “los pinchos”, pero me siento de 25. Entreno lo mismo y hasta más que las que tienen 20 años. He mejorado las marcas, estoy más rápida, así que creo que no hay edad, lo que cuenta es la condición física que tengas y seguir un sistema de entrenamiento adecuado. Hay que respetar muchas cosas también, por ejemplo, la alimentación y los horarios de descanso.
Tu marca personal de longitud es de 6.70m, hoy en día se necesitan veintitantos centímetros más para pensar en medallas o buenas ubicaciones… ¿Te visualizas en el podio?
Yo pienso siempre me veo en el podio. Compito siempre por ser la primera, me visualizo siempre en lo más alto, por eso sigo aquí.
Desde tu punto de vista, ¿quiénes son las mejores saltadoras que aprecias a nivel global?
Ivana Spanovic, Malaika Mihambo y Catherine, que fue al salto largo y no se le ha escapado nada.
¿Qué opinas del dopaje, y cómo ha afectado al atletismo especialmente?
Es un tema con el que se debe ser muy riguroso. Hay atletas por ahí que han dado positivo varias veces y luego regresan como si nada. No se debe permitir, de ninguna manera.
Has vivido en África, una tierra muy sospechosa a los ojos de la mayoría de las naciones occidentales. ¿Cómo fue tu experiencia con los controles y tal?
En Angola, donde viví, desgraciadamente no hay laboratorios para el atletismo, al menos que yo sepa. Pero siempre me comprobaban cuando venía a Europa a competir. Los atletas también tenemos que ser muy responsables con lo que hacemos. Personalmente me cuido mucho de lo que bebo y hasta cuestiono al médico cuando me indica algún medicamento. Aquí en Europa son más frecuentes las pruebas.
¿Quiénes han sido o son tus ídolos?
Pues Ana Fidelia, Iván Pedroso, Javier Sotomayor y Lebron James
Su carrera deportiva, ¿en qué momento se encuentra?
Creo que estoy mejor que nunca. Estoy en buenas manos; en las mejores. Cuento con el apoyo de mi entrenador, mi familia. Todos dándome fuerzas y confianza. Quiero mostrar mi talento y que se puede estar en la cima con 36 años.
¿Qué sueños tienes por cumplir?
Mi sueño es ser medallista olímpica
¿Qué es lo que más se extraña de Cuba?
De Cuba lo que más extraño es mi familia, y mi Jovellanos. Siento nostalgia de cruzar sin zapatos para casa de Berta y sentarme en el portal a hacer cuentos con los vecinos del barrio hasta las 11 de la noche. Extraño tirarle piedras a la mata de mamoncillos de Juan Peraza, ir para casa de mi abuela en bicicleta. Extraño esas cosas que, aunque parezcan simples, hacen la diferencia.
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