Por: Joel García/Cubasi

Hola Lectores de Deporcuba, recomendamos este artículo elaborado por el periodista Joel García y lo hacemos para ser partícipes de su criterio. Sirva además como una alerta más, con un mensaje de S.O.S incluido porque duele ver cómo se ha perdido nuestro Voleibol.  No podemos colgar los guantes..hay que salvar el voly cubano, sin él, este deporte ya no es tan espectacular.!!

 

Nuestro equipo femenino de voleibol se le conoció desde mediados de la década del 80 del siglo pasado en buena parte del mundo como las Espectaculares Morenas del Caribe, a partir de sus resultados universales y olímpicos, alcanzados muchos de ellos en situaciones verdaderamente impresionantes y rompecorazones.

 

El término como tal debe su patente al comentarista y narrador deportivo de la Televisión Cubana, René Navarro, quien contó a este redactor que en un partido Cuba-Unión Soviética en el Coliseo de la Ciudad Deportiva, se le acercó a la capitana de entonces, Josefina Capote, para preguntarle qué le parecía la denominación que utilizaría en la transmisión televisiva de esa jornada.

 

Tras la aprobación de varias jugadoras, desde entonces, quedaron acuñadas como las Espectaculares Morenas del Caribe, expresión que se inmortalizó no solo con los tres oros olímpicos de Barcelona 1992, Atlanta 1996 y Sydney 2000, sino también con las doradas mundiales de 1994 y 1998, los innumerables títulos panamericanos, centroamericano y cuantos torneos internacionales jugaban, en tanto algunos la hicieron extensivas hasta la generación ganadora del mundial de 1978, en Leningrado.

 

¿Es posible seguirles llamando así a la nueva generación de voleibolistas que nos representa hoy en certámenes? ¿Han cambiado sus deseos de imitar a sus antecesoras? ¿Qué está pasando hacia la vida interna de una formación que la caracterizó siempre la victoria, pero sobre todo, el trabajo armónico de grupo? ¿Podremos volver a los planos estelares perdidos desde los Juegos Olímpicos de Beijing 2008?

Desde aquel “juegazo” por el oro de los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro 2007, nuestra selección femenina de voleibol no ha merecido con orgullo el sobrenombre que la identificó por al menos dos décadas. Pálidas actuaciones en campeonatos mundiales, excluida de la lid olímpica de Londres 2012 tras dos opciones de clasificación y un descenso incuestionable en América así lo atestiguan.

 

Como si todo eso fuera poco, no somos ya monarcas ni de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, ni del similar certamen continental, mientras la presencia en los Grand Prix tuvo sus intermitencias en este cuatrienio que finalizó. Para rematar, hace solo unos días, se concluyó en el quinto escalón con un equipo sub 23 en la Copa Panamericana, celebrada en Perú.

 

Otra vez la preferencia por el sistema de juego 5-1 en lugar del 4-2 desató no pocas polémicas entre entrenadores, jugadoras y los miles de seguidores con que todavía cuenta esta selección femenina de la malla alta. Justo es reconocer que los premios más encumbrados se lograron con el segundo sistema, a pesar de estar hoy en desuso para la mayoría del planeta.

 

Las muchachas que están hoy en nuestra selección nacional, las que hemos perdido por abandonos continuos del país en los últimos años y las que sueñan todavía con merecer el calificativo de Espectaculares Morenas del Caribe son resultado de una escuela cubana de voleibol, quizás una de las cosas más envidiadas del movimiento deportivo cubano en los últimos 30 años.