Sydney McLaughlin se apareció en Río, en los Juegos Olímpicos de 2016, y con 16 años acabados de cumplir llegó a semifinales de los 400m con vallas. Tiempo aparte, el quid del asunto está en quién logra hacer la selección olímpica de los Estados Unidos estando, aun, en etapa colegial. ¿Una locura? ¡Una premonición!

Casi seis años después, Sydney McLaughlin, después de ser campeona olímpica en Tokio, corre ¡50.68 segundos! y se corona campeona mundial en la prueba de 400 metros con vallas. Es un crono de otro mundo; una demostración inhumana y tiene, solo, 22 años.

Y pensar que hace un año estábamos celebrando medio boquiabiertos que había bajado de los 52 segundos en los Trials clasificatorios para Tokio. Ahora, ya ni sé.

Si nos vamos a los fundamentos de la World Athletics, esta marca está valorada con 1312 puntos según el esquema de calificación de la máxima entidad atlética del orbe. Los 10.49 de Florence Griffith-Joyner en 100m aportan 1314 puntos y los 47.60 de Marita Koch, 1304; eso, por citar un par de las cotas que figuran dentro de los imposibles. Un listado en el que hay que incluir este registro.

Desde ayer solo se leen comparaciones, y especulaciones.

Que habría sido séptima en la final de 400 metros… sin vallas. A 83 centésimas de Sada Williams, la atleta de Barbados que se llevó el bronce….

Que la estimación de esa carrera quintando los obstáculos dejaría, aproximadamente, un registro de 47.41 segundos….

Que en Paris podría doblar en 100 con vallas. Tiene 12.65 de marca personal, por cierto.

Pero ella no repara, y en Conferencia de Prensa ante el obvio bombardeo de preguntas ha dicho “Se habla de dobles, se habla de cambiar. Yo, honestamente, no tengo ni idea». Y es justamente así, y eso es, quizás, lo más bonito; esa aparente inocencia que seduce.

En definitiva, en un poco más de un año ha roto el récord del mundo a placer: 51.90, 51.46, 51.41 y 50.68. Cuatro marcas impensadas.

Dalilah Muhammad, que ha sido recordista del mundo y ha estado en primera fila de esas carreras en las que Sydney ha maltratado el récord del mundo cree, definitivamente, que bajar de 50 segundos, también es posible para ella.
Y cómo dudarlo…

Sydney McLaughlin no ha puesto en duda los límites; los ha destrozado.

Ella, como Yulimar, creen que somos tontos. ¡Nacida en New Orleans, que va! Esta vino de otro mundo, la trajeron en una nave nodriza con la misión de enseñarnos que “Solo averiguando qué barreras se pueden romper, estas se logran derribar”