teo Elio Menéndez/Cubahora

El pasado 29 de marzo, el tricampeón olímpico y mundial de boxeo Teófilo Stevenson Lawrence cumpliría 61 años, por lo que Cubahora no quiere perder la oportunidad de rendir merecido reconocimiento al hombre y al atleta que después de fallecer el 11 de junio de 2012 se convirtió en leyenda.

Teófilo Stevenson tenía 14 años de edad cuando una noche de junio de 1966, en Las Tunas, perdió en su debut con Luis Enríquez, boxeador que acumulaba una veintena de peleas. Nadie se fijó entonces en el derrotado, nadie, excepto “Young” Herrera, un veterano peso completo que, adivinando futuro en el muchacho, lo captó para el deporte en el cual haría historia.

Quienes le vieron perder entonces, bien lejos estaban de imaginar que aquel muchacho de 75 kilos, tímido y excesivamente espigado para su corta edad, habría de convertirse en el más grande boxeador de todos los tiempos, sin excluir al legendario Mohamed Alí (Cassius Clay) en su paso por el amateurismo.

Entre los 20 años que mediaron desde el oscuro, inadvertido debut, y el 17 de mayo de 1986, cuando en la última pelea de su vida derrotó al yanqui Alex García para obtener su tercer título mundial, Stevenson efectuó 321 combates, de los cuales ganó 301 con una pródiga cosecha de 72 medallas de oro, 6 de plata y 2 de bronce.

A sus coronas olímpicas ganadas en Múnich 1972, Montreal 1976 y Moscú 1980, debiera sumarse la ganada en el torneo Amistad que en agosto de 1984 se efectuó en el Coliseo de la Ciudad Deportiva habanera, paralelamente al que se disputó en los Juegos de los Ángeles sin la participación de los atletas de los países socialistas.

Su dramática victoria sobre el soviético Valery Abadzhan en la final del Amistad 84 le valió la medalla de oro que, virtualmente, representaba su cuarto título olímpico, pues los mejores pesos grandes del planeta estuvieron entonces en La Habana y no en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles.

Cuando la ciudad de Atlanta conmemoró en 1996 el primer centenario de los Juegos Olímpicos modernos, Stevenson fue nominado, junto a las figuras más destacadas en sus respectivos deportes en las citas olímpicas celebradas en esa centuria, y presentado en la ceremonia de premiación, efectuada el 19 de julio.

Antes de la llegada de Stevenson, la supremacía olímpica entre los pesos completos correspondía generalmente a boxeadores de los Estados Unidos. Ejemplo de ello, sus antecesores Joe Frazier y George Foreman, quienes se impusieron en Tokio 1964 y Ciudad México 1968, y después llegaron a convertirse en campeones mundiales profesionales.

VERDUGO DE LOS YANQUIS

A partir de la victoria sobre Duane Bobbick, que en Múnich 1972 lo catapultó hacia la gloria, Teófilo arrolló a otros seis mastodontes “made in USA” en el difícil camino hacia sus títulos olímpicos, mundiales y panamericanos. Bobbick había vencido a Stevenson 3-2, trece meses antes de Múnich, en los Juegos Panamericanos en Cali, Colombia 1971; pero en la cita alemana no pudo resistir los puños del cubano de entonces 21 años, y cayó por RSC en el tercer asalto de una pelea que aún recordamos quienes tuvimos la dicha de verla.

Sería ese el primer eslabón de una cadena de 12 triunfos —incluidos topes bilaterales y torneos por invitación— sobre boxeadores de Estados Unidos, cadena trunca 11 años después en Missouri, cuando en las eliminatorias para la II Copa del Mundo, el cubano fue despojado de una legítima victoria sobre el mediocre Craig Payne, por infame decisión arbitral de 2-3.

SUS DOS GRANDES FRUSTRACIONES

Dos grandes frustraciones sufrió el campeón de campeones en su exitosa carrera entre las cuerdas. Una, cuando en el Mundial Belgrado 1978 vio escapar las posibilidades de un tercer combate frente al soviético Igor Visotski, quien lo había vencido dos veces: en Santiago de Cuba primero y en Minsk más tarde. Al enterarse que Visotski pelearía en Belgrado, Stevenson acarició la posibilidad de tomar desquite, pero pronto se evaporó tal sueño al perder Visotski en su primera presentación frente al francés D’John.

El otro desencanto ocurrió al malograrse la calificada como “pelea del siglo” frente al campeón mundial Mohamed Alí, considerado por muchos entendidos el más grande en la historia del pugilismo profesional de todos los tiempos. El combate, acordado para celebrarse “en cualquier fecha elegida por el promotor Don King entre el uno y el 23 de febrero de l979” no se llevó a efecto al no presentarse los representantes de Alí en la fecha señalada (13 de octubre de 1978) para oficializar el duelo.

STEVENSON FUERA DEL RING

Quienes nos mantuvimos cerca de “Pirolo” —así le llamaban en Puerto Padre, pueblo que lo vio nacer el 29 de marzo de 1952— aprendimos a valorar, junto a las excepcionales condiciones del campeón, al hombre permanentemente preocupado por sus compañeros, ajeno a la vanidad, bonachón; quien, cubano de arriba abajo y de abajo a arriba, renunció a un millón de dólares porque —dijo a los mercaderes— “no cambiaría todo el dinero del mundo por el cariño de su pueblo”.

Stevenson llegó a su despedida oficial del ring el 3 de julio de 1988, en el Torneo Internacional de boxeo Giraldo Córdova Cardín efectuado en su natal Las Tunas, con la misma modestia con que un día de 1968 arribó a la finca del Wajay, campamento de la escuadra nacional de boxeo, sin imaginar que se convertiría pocos años después en el más grande campeón del boxeo amateur.