conversacion-101Por: Andy Bermellón Campos ([email protected])

Cuando este domingo se corran las cortinas de la edición 52 de nuestras Series Nacionales de Béisbol, el escenario quedará listo para una nuevo enfrentamiento entre el campeón vigente Ciego de Ávila y los Leones de la Capital. Pero amén del inicio del clásico nacional, los comentarios de la serie no han quedado solo en su apertura, sino que buscar discernir sobre su aporte para el venidero Clásico Mundial.

 

Para esta nueva edición está concebida una nueva estructura, la cual aglutinará a los 16 equipos con una fase inicial que contará con 45 choques entre el 25 de noviembre y el 3 de febrero- cuando se detenga la serie para la participación nuestra selección nacional en el III Clásico Mundial- y quedarán clasificados los ochos conjuntos de mejor rendimiento hasta ese momento para la próxima etapa.

Luego se dará paso a la segunda ronda, donde se jugarán 42 cotejos y en la que los equipos tendrán la oportunidad de escoger hasta 5 refuerzos, sin carácter obligatorio, provenientes de un draft de 40 jugadores elegidos por la Federación Cubana de Beisbol (FCB) y perteneciente a los equipos no clasificados. Después de los 87 partidos de la fase clasificatoria, pasarán cuatro seleccionados a la ronda semifinal. Los pareos serán 1ro vs. 4to y 2do ante 3ro . Los ganadores dirimirán el cetro nacional.

Ahora bien, muchos aficionados y especialistas no concuerdan con la implementación de una nueva estructura para esta serie, debido a que es cierto que muchos equipos no tienen buenos inicios de campañas y otros sí, pero esto por una parte sería algo positivo en cuanto a la competitividad dentro del torneo. Otra de las causas a que se refieren tiene que ver con la cantidad de partidos como locales que podrá efectuar un equipo determinado, por lo que es privativo para muchos conjuntos poseer la condición de home club y del desarrollo -a una sola vuelta- de determinados clásicos establecidos a lo largo de la historia del beisbol cubano.

Considero que estas son importantes, pero la más influyente es la que se refiere a la calidad de los que permanecen dentro del clásico nacional. Esta ha sido unas de las disyuntivas en las últimas campañas, debido a que muchas provincias no logran estabilizar un decoroso staff de pitcheo o simplemente presentan deficiencias en otros aspectos como la defensa o la ofensiva.

Si analizamos el desempeño de estos indicadores en las últimas contiendas, advertirnos que por un lado se ha experimentado un aumento de los números relativos a la ofensiva, a costa de un pobre desempeño en el área del pitcheo. Este departamento no ha sido capaz de estabilizarse y, salvo en la última campaña, registra promedios superiores a la media nacional. En la 51 Serie, se lanzó para un promedio inferior a 4,50 carreras limpias por juego. Lo que da la medida del elevado promedio de ofensivo que ha sido protagonista en nuestro pasatiempo nacional. El cual, por cierto, ha oscilado entre un astronómico .301- de la edición XLVIII -hasta .283 de la pasada serie.

Al comparar con otros clásicos foráneos vemos que existe una diferencia entre estos dos importantes aspectos del juego como son: ofensiva y pitcheo. Por ejemplo en las Grandes Ligas (MLB) encontramos, que en el último lustro ha existido un progreso en el pitcheo, el cual ha trabajado para menos de 4,35 y una disminución en la ofensiva, la cual se ha visto reducida desde .264 promedio general – en el 2008 – hasta .254 en esta última temporada. Otra excelente liga, como lo es la Liga Japonesa (NPB), ha podido mantener una estabilidad en los promedios de pitcheo por debajo de las cuatros limpias por juego, lo que se corrobora con su dominio en los últimos certámenes internacionales.

Volviendo a Cuba, por el contrario de lo que se experimenta a nivel nacional, en los eventos internacionales el pitcheo ha sido el autor de los mejores números, mostrando una buena estabilidad en los últimos años. El bateo, por su parte, mientras que el bateo ha dejado mucho que desear. Un claro ejemplo de ellos son los enfrentamientos con la selecciones japonesas, a las cuales no se le anotaba desde el I Clásico de Mundial (WBC), en la final de San Diego y de las cerradas victorias ante los universitarios norteamericanos en Holanda y los elencos de Taipéi de China en la recién concluida gira por Asia.

Ante la panorámica, muchos apuestan por la archiconocida frase de “ hay que subirle el techo al beisbol cubano”, sin embargo no creo que sea ese el mecanismo para que Cuba vuelva a retomar los planos estelares a los que escaló en décadas anteriores. Creo que ante todo, la solución está en cómo se pueda aprovechar la Serie Nacional para desarrollar el beisbol en nuestro país y sacar provecho a los nuevos cambios que se implementan en nuestra estructura -aunque no los considere del todo favorable- y de como pueda aportar esta nueva edición a la evolución del béisbol cubano