more Por Lilian Cid, Maité López y Andy Bermellón/Especial para Cubahora

El voleibol en Cuba, sobre todo en su rama femenina, atesora un historial inexpugnable de éxitos. Títulos en el área, actuaciones de lujo en todo tipo de eventos internacionales, Mundiales, Copas del Mundo, Grand Prix y cuatro medallas olímpicas, tres de ellas de oro y de forma consecutiva (Barcelona 1992, Atlanta 1996 y Sydney 2000) aderezan un palmarés construido por generaciones de ilustres voleibolistas a las que la historia ha abrazado con el calificativo de Espectaculares Morenas del Caribe.

Sin embargo, en los últimos tiempos el color rosa ha desaparecido del cuento de hadas que una vez vivió esta especialidad en nuestra tierra y con él, se han esfumado los finales felices. Un período donde el rendimiento ha ido a menos, propiciando que de la espectacularidad y la alegría de antaño no quede más que el recuerdo. Los pasajes tristes se han sucedido hasta terminar por patentar el naufragio de una nave que fue buque insignia en el movimiento deportivo cubano. Lo más reciente ha sido quedarnos fuera del Mundial de la categoría sub 20 pero antes, antes habíamos llorado con lágrimas de sangre la no clasificación al torneo de Voleibol de los Juegos Olímpicos de Londres, por primera vez, desde 1972 (obviando las ediciones de Los Ángeles 1984 y Seúl 1988 a las que Cuba no asistió).

Cubahora publica una serie de trabajos que pretenden analizar la última década del voleibol femenino cubano desde de la óptica de varios protagonistas.

En esta primera entrega, es Eugenio George quien tiene la palabra. Y es que hablar de voleibol en Cuba y no citar a este hombre que ha sido cerebro, padre, fundador, actor y principal artífice de la concepción cubana para desarrollar el deporte de la malla alta, sería pecado capital. Un proyecto que trascendió como la Escuela Cubana de Voleibol (ECV) y donde se orquestaron los cimientos de las enormes alegrías que llegaron para esta pequeña isla del Caribe por la obra y gracias de las Morenas del Caribe.

“Siempre me gusta comenzar significando lo que es hasta hoy la expresión de mayor importancia dentro del voleibol femenino cubano y que está asociada a la denominación que recibimos en el Congreso Anaheim, el último celebrado por la Federación Internacional de Voleibol (FIVB), donde nos reconocieron como el Mejor Equipo de la Década.

“Ese equipo femenino de Cuba que actuó desde 1991 al 2000 fue escogido para el Hall de la Fama como el equipo de una década. Es una concesión que nunca se había hecho, al menos no en nuestro deporte. Teniendo en cuenta lo que implica entrar en el Hall de la Fama en el Voleibol, este reconocimiento resume de la forma más significativa lo que representó ese equipo por su calidad y lo que aportó al desarrollo de este deporte. Esto para nosotros es algo extraordinario, y como tal, el período ha quedado recogido como la década de oro del voleibol femenino cubano. Tanto es así, que hay una consideración a nivel mundial de lo excepcional que fueron esas figuras, y como excepcionales quedarán en la memoria de todos. Pasarán siglos para que un equipo se acerque a lo hecho por el nuestro que logró ganar por diez años consecutivos: Campeonatos Mundiales, Copas del Mundo, Juegos Olímpicos, Panamericanos, por supuesto los Centroamericanos, que era un evento de menor envergadura y que nos quedaba más chiquito. Ese equipo logró tres medallas de oro consecutivas en Juegos Olímpicos, hasta hoy, una hazaña que nadie ha podido reeditar”.

Las Morenas subieron en tres ocasiones consecutivas a lo más alto del podio Olímpico. (Foto: Getty Images)

—¿Cómo valora la última década del voleibol femenino cubano?

—La última década del equipo Cuba tiene un inicio marcado por el retiro de prácticamente toda la generación que ganó los Juegos Olímpicos en el año 2000. En ese grupo había atletas que tenían su perspectiva y permanencia en el equipo orientada, por lo menos, para cuatro años más, es decir otro ciclo olímpico. Y creo que hubiéramos ganado también la medalla olímpica en Atenas 2004, aunque fue una olimpiada de una calidad excepcional y el torneo de más nivel que he visto en nuestro deporte. En ello descansa el mérito del bronce que alcanzó Cuba allí. Nosotros fuimos con un segundo grupo, un conjunto en el que no había esa constelación de estrellas y aun así, logramos ir a semifinales y discutir de tú a tú el pase a la final. Ese juego con China, a la postre campeón olímpico, se perdió en cinco sets y lo perdimos porque se lesionó unas de las principales y en ese momento no teníamos la calidad para sustituir y poner en el terreno una jugadora que rindiera al mismo nivel.

“En estos últimos años se han cambiado muchas concepciones del voly en Cuba. Cosas que desde el punto de vista, técnico y metodológico entendemos no debían haber cambiado. En ningún momento se debió haber olvidado lo que es la Escuela Cubana de Voleibol (ECV), que es un sistema que se creó a partir de los años 70, donde un grupo de muchachas asumieron muchas responsabilidades. A partir de la creación de la ECV, nosotros ganamos ocho Panamericanos, es decir que estuvimos veintiocho años consecutivos siendo campeones panamericanos, a pesar de que en nuestro continente había equipos ubicados en el más alto nivel del voleibol mundial. Fue un proceso sistemático, que se perdió y aunque después se volvió a ganar, no ha sido lo mismo. No se puede olvidar que en esta última década, del 2000 al 2010, existieron algunos resultados como los Panamericanos de Brasil, en el 2007. Una joya competitiva. Igualmente, Cuba se mantuvo durante cuarenta años clasificando de forma consecutiva para el torneo olímpico y al mismo tiempo tuvo las opciones de mantener los resultados en esta competición.

“Precisamente, el abandono de este sistema es lo que ha venido atentando contra los resultados que habitualmente sostenía Cuba. Ahora mismo, la tarea es recuperar posiciones, empezando por la recuperación del sistema real de formación. Tratamos de educar a nuestros entrenadores actuales sobre la misma base de los conceptos que nos pusieron en el sendero de los éxitos por más de treinta años. Sobre la base de esos valores y resultados que lograron concebir a Las Morenas del Caribe: una denominación que es todo un honor para esas muchachas, bautizadas de Espectaculares dada su calidad”.

—¿Cuáles son las principales debilidades que presenta el voleibol femenino cubano actual?

—Cuando se habla de este tema se hace alusión al equipo nacional y no es así. Las debilidades son un problema del país, nosotros somos un sistema, un sistema que se llama Escuela Cubana de Voleibol y ese sistema se nutría de toda una cadena de acciones. Si un eslabón falla, el sistema es vulnerable y esto es lo que nos golpea actualmente. Porque nosotros cuando estábamos hablando de la importancia que tenían la competencias actuales como participar en los Juegos Centroamericanos, Panamericanos, Mundiales, además teníamos las reservas inmediatas que era participar en estos mismos eventos pero en todas sus categorías.

“Y teníamos atrás el movimiento deportivo cubano escolar que tiene una estructura como los Juegos Nacionales Escolares que define la calidad de nuestro movimiento deportivo. No se previó un cuidado en la colaboración en ese sentido, la presencia de nuestros técnicos en otros países fue buena pero no se capacitó a sus reemplazos. Hoy se analiza la incorporación científica, técnica y como aquella etapa no hubo ninguna, debemos retomar la Escuela, cuya calidad quedó demostrada cuando sus técnicas y conceptos fueron adoptados por el nivel mundial del voleibol. Esta condición de ser un equipo de nivel, al incorporar los últimos conocimientos científicos, adecuarlos a la situación y naturaleza de nuestro deporte se vio debilitada.

“En estos momentos con la Escuela Cubana de Voleibol estuviéramos en las EIDE, trabajando el ciclo 2020-2024, así trabajaba la Escuela Cubana de Voleibol, para eso que hacíamos nosotros una cosa inteligente, utilizar adecuadamente todos los medios que nos había dado nuestra Revolución, nuestro deporte, el INDER, a través de instituciones como las escuelas de iniciación deportiva, que nos permitían desde edades tempranas establecer los parámetros que eran fundamentales para este desarrollo, por ejemplo, una niña de 13 años o un varón de 14 años que lleguen a integrar una preselección nacional, a través de un proceso de desarrollo que es exteriorizado, lógico por la diferencia de etapas, en la cual cada jugador debe convertirse en un talento en cada momento de su desarrollo. Casos como las atletas excepcionales Mireya Luis, Regla Torres, Magali Carvajal, todas esas muchachitas estaban con nosotros cumpliendo 15 años y estaban participando en Juegos Olímpicos, Panamericanos y Mundiales, son muchos factores los que determinaron, básicamente era una escuela donde se daban orientaciones metodológicas, pedagógicas, técnicas, tácticas, científicas, operativas, todos estos factores fueron los que convirtieron a Cuba en un país exitoso en este deporte y, sobre todo, las mujeres cubanas.

“No se hizo esto en la última década, el primer problema fue la falta de promoción, durante tres años no llegó una sola jugadora a los equipos nacionales, en el masculino aparecen pero tampoco se hicieron debidamente los parámetros”.

Sobre el equipo femenino cubano actual y su cantera, Eugenio George aseguró que “es un equipo totalmente joven. Son muchachas de muchas posibilidades en cuanto a su desenvolvimiento. Se trata de un grupo compuesto por jugadoras bien altas y con un físico notable, que tienen todas las condiciones, pero necesitan trabajar en su desarrollo dentro de este mismo sistema de la Escuela Cubana de Voleibol (ECV).

“A excepción de Ana Yilian Cleger, Rossana Giel y Yoana Palacio, el resto asume esta responsabilidad por primera vez. Y estas que te mencioné, como se conoce, son atletas totalmente jóvenes.

“Este equipo es un conjunto de grandes perspectivas que, por suerte, también cuenta con una reserva y se está trabajando además sobre esa dirección. Hace apenas unos días hemos logrado promover un grupo de nuevas atletas. Es un grupo pequeño pero hay jugadoras de enormes potencialidades, muy altas y talentosas. Son atletas que no superan los 15 años de edad y alcanzan un metro y ochenta y tanto de estatura. Tengo mucha esperanza con esta generación, pienso que cuando se trabaje con ellas y se desarrollen, lograremos un equipo que podrá aspirar a optar por los resultados de las generaciones que le preceden”.

—Estructura nacional competitiva para el desarrollo de talentos… ¿Existe y funciona?

—La estructura para el desarrollo del voleibol a nivel nacional se rige por una dirección metodológica que está recogida en el Libro de Preparación del Deportista. Es un material que cuenta con todas las orientaciones metodológicas y pedagógicas de lo que se debe hacer en las diferentes edades e incluye la caracterización psicológica de cada una de estas edades.

“Tenemos igualmente un proyecto encaminado a incrementar la calidad de las selecciones de las categorías inferiores que existen en las EIDE, en aras de promover atletas que reúnan un grupo de condiciones tanto físicas como técnico-tácticas, lo cual nos permitirá alcanzar el desarrollo óptimo que exige el pensar en ubicarse en el primer nivel del voleibol mundial.

“Toda esta estructura se supervisa mediante revisiones sistemáticas. Nuestras Escuelas de Iniciación Deportivas se someten a chequeos periódicos para ver el impacto de la aplicación de todos estos conocimientos, donde el fruto de los elementos fundamentales se puede apreciar tanto en los Juegos Escolares como en el Campeonato nacional juvenil, eventos que a su vez, nos permiten empezar a coleccionar experiencia competitiva desde bien temprano.

“Los mayores tienen su espacio, sobre todo con la Liga Nacional que desde este año se estará implementando con otra dirección en pos de que haya mayor competencia y mayor espectáculo. Todas las atletas que tenemos en la Escuela Nacional se estarán incorporando con sus provincias para la Liga Nacional y con ello pretendemos nutrir a cada seleccionado provincial con atletas ya un poco más curtidas al calor de entrenamientos de máximo rigor y con experiencia en situaciones competitivas reales.

“Este grupo que entrena hoy en la Escuela Nacional es amplio y esto nos ayudará igualmente a elevar el nivel del campeonato doméstico cubano. Es un paso que tiene impacto en ambos lados porque la presencia de atletas del seleccionado nacional inspira y ayuda para que las que comparten cancha con ellas crezcan a la par.

“Tomar este sistema siempre fue una aspiración de la Federación cubana porque confiamos en los beneficios de esta cohesión y estamos trabajando para ponerlo en marcha, ya que deben tributar directamente al aumento cualitativo de la calidad del voleibol en Cuba”.

—¿Por qué apuesta el voleibol cubano? ¿Por potenciar el entrenamiento dentro del país o por el fogueo internacional?

—Los dos elementos están estrechamente asociados. Por un lado hay que lograr que el atleta se supere y adquiera habilidades técnicas que son importantes a la hora de conformar un equipo, y esto se consigue con el entrenamiento sistemático. Sin embargo, la puesta en práctica de estas habilidades y la consecución de un grupo que llegue a ser un equipo son factores que solo el terreno, y el jugar con un alto nivel de exigencia, termina por formar. No se trata de tener 12 ó 14 jugadoras de calidad, conformar un equipo implica que esas jugadoras sean capaces de tributar con sus habilidades a una estrategia concebida.

“El voleibol es un deporte que exige un alto grado de compenetración, exige que la experiencia pedagógica del entrenador sea amplia para que pueda incentivar las relaciones entre las jugadoras y que todas fluyan sobre un mismo objetivo. En estos factores también la experiencia competitiva es un factor determinante.

“Pero insisto, lo primero que hay que desarrollar es un equipo. Un conjunto preparado para competir con calidad y para ello hay que recurrir a ambos elementos. Hay que trabajar todo el tema táctico, hay que potenciar las cualidades, lograr una estabilidad que se denomina forma deportiva.

“Insertar a un equipo en el primer nivel implica también conocer con exactitud las características de cada uno de los equipos que hoy están en el nivel para poder hacerle frente. El ciclo olímpico implica entrenar todos los días de ese período de cuatro años”.

—¿Qué opinión sostiene usted ante la posibilidad de que los atletas cubanos jueguen en la arena internacional, que se inserten en otras ligas…?

—Es el tema del millón de opiniones y es cierto que puede ser una gran oportunidad pero no será la clave para alcanzar el máximo desarrollo. Nosotros hemos estado en convenios muchas veces y en convenios altamente beneficiosos, pero el asunto de la colaboración tiene que ser muy bien programado. Es muy importante que cada contrato cumpla con el trabajo que se está haciendo desde aquí y que tribute a las perspectivas que se tienen con esa atleta.

“No se trata de salir por salir, la clave del éxito va en organizar la salida y valorar qué tan positivo y beneficioso puede ser para la causa nacional. Yo no me engaño, yo sé que no funciona. Excepcionalmente puede ser la salida para una mejoría en la situación económica individual de los atletas pero para el deporte, y para el desarrollo del voleibolista que Cuba se ha caracterizado por potenciar, no funciona. La experiencia está, jugamos en China, en Italia, en Brasil, en Japón y hasta en Rusia y en todos los casos, la base de los resultados estuvo ligada a lo que esos muchachos y muchachas aprendieron en Cuba, a lo que se les inculcó en la ECV.

“Todos los pasos que se dan tienen que estar bien descritos en cuanto a su relación con los restantes conceptos y con el trabajo que hay que desarrollar en Cuba. Partiendo de este punto se puede pensar en implementar algunas incorporaciones en otras ligas. Aclaro, este criterio no tiene basamento en el pensamiento personal de un jugador sino que tiene base en el esquema de desarrollo del voleibol en Cuba. Un esquema que rinde frutos y para el cual estamos obligados a trabajar, para tributar a su sostenibilidad. Obviamente, tampoco le damos la espalda a estas posibilidades, pero primero tenemos que garantizar que en la base el desarrollo fluya e incluso, llegar a tener un sustituto aquí para cada jugador que pueda ir a enriquecer su experiencia competitiva fuera. Y cuando este regrese tendrá que batirse con el que quedó aquí… la implementación de esta idea exige una serie de consideraciones enormes.

“Pero reitero, lo más importante es nuestro trabajo en Cuba. La experiencia de contratos con la Liga rusa y la Liga japonesa, por ejemplo, nos lo ha demostrado. Todo jugador cubano que anda por ahí, tiene un sellito —como dicen los americanos— made in Cuba. Porque el deporte cubano es rico, se nutre y nutre a sus deportistas, un deporte que garantiza la formación total y completa de cada atleta. Ahora discutimos los temas docentes, aquí hay jugadores que no pueden salir por ahora porque tienen problemas docentes, y la orden es clara, no se moviliza para una concentración competitiva dentro o fuera del país a nadie que tenga problemas docentes, porque solo así garantizamos la formación de ese individuo.

“La verdad, el proceso de llegar a hacer las concesiones de salir a otras ligas lleva un análisis profundo, quien te lo dice ha estado en varios donde se ha analizado el tema y creo que la seriedad con que hay que mirar estos temas es prioritaria. Puede haber atletas que tengan las condiciones para regresar y jugar, y esas serán consideraciones que se harán en algún momento, pero la clave de éxito está aquí y hay que seguir trabajando”.

—¿Por qué tantas bajas en la selección nacional femenina de voly cubano?

—Han sido decisiones personales de los atletas que han cambiado su permanencia en el equipo nuestro por la aventura de probarse en ligas foráneas.

—¿Y cómo hacerle frente a las bajas?

—La posición que mantenemos es la de seguir analizando todos estos factores en aras de establecer un sistema que pueda combatir la salida de los atletas para que no nos afecte nuestras proyecciones y analizar, por supuesto, cómo lograr que esto pueda mirarse desde otra óptica. Pero todo tiene que ponerse en marcha después de que hayamos logrado establecer un sistema, porque solo así las estrategias que se adopten podrán ser beneficiosas.

—¿El voleibol femenino mantendrá el sistema 6-2?

—El sistema es 6-2, el primer dígito indica la cantidad de atacadores que tiene un equipo. En el modelo que Cuba se ha caracterizado por emplear, todas atacan, de ahí la denominación, que también ha transcendido como 4-2 debido a que se ubican dos armadoras, pero la concepción correcta es 6-2.

“El sistema de juego está relacionado con las potencialidades de cada conjunto. Cuba lo usaba porque habitualmente hemos tenido un nivel absoluto en la saltabilidad, el equipo que más salta en el mundo siempre fue Cuba y para aprovechar este elemento, unido a la potencia de nuestras jugadoras, empleamos este sistema que nos aportaba un poder ofensivo tremendo y además potenciaba a las pasadoras como las bloqueadoras más importantes en el juego.

“Claro que uno no se puede encasillar, si hay jugadoras para 6-2 se pone en práctica porque es un modelo más abierto, un modelo en el que te pueden analizar menos porque pondera el pensamiento técnico-táctico. La bola, cuando llega a la acomodadora, le deja cinco posibilidades que hacen que el juego pueda llegar a ser impredecible. En la última generación cubana, por ejemplo, Daymi Ramírez siempre estuvo en condiciones de discutir el título de mejor atacadora en cada torneo, y era pasadora. Ahí es donde se ven las potencialidades del sistema y es un sistema que tiene su base en el desarrollo de los jugadores universales”.

—Objetivos del voleibol femenino cubano en este ciclo olímpico…

—El objetivo fundamental es llegar a los Juegos Olímpicos, volver a tomar la senda que mantuvimos durante 40 años (10 olimpiadas) pero para ello hay que revitalizar las posiciones, entrar en condiciones de obtener un resultado importante en el área y luego ir recobrando posiciones a nivel internacional. Entre las acciones primarias está el reinsertar a nuestra reserva en el sistema competitivo del voleibol internacional, incluyendo todos los eventos de NORCECA y de la Unión Panamericana, que se hacen para todas las categorías.