Por: Jorge C. De La Paz / PlayOff Magazine
La historia de los narradores deportivos cubanos reserva un capítulo especial para René Navarro. A través de su voz, generaciones enteras de cubanos llegaron al éxtasis con cada victoria de las «espectaculares morenas del Caribe», corearon al unísono ¡Anier! ¡Anier! en cada valla que lo empujó hacia la gloria olímpica, contuvieron la respiración con el último salto de Iván Pedroso, o «volaron» ese endemoniado hectómetro junto a Carl Lewis, «el hijo del viento», en la mejor carrera jamás celebrada en el siglo XX.
Respetuoso, controvertido, espontáneo; todo un artista de la oratoria. Se puede afirmar que Navarro representa, para la narración, lo que Juan Formell a la música. Ritmo, fuerza, cubanía y autenticidad se desbordan tanto en un songo como en la voz de René durante un set de Cuba frente a Italia en la Liga Mundial. Si me cree, pruebe y escuche, ponga atención a cada detalle; mézclelos si le sabe mejor: ¡Tanto, tanto, tanto para Cuba…, arriba Cuba! ¡Se acabó el querer!
Al igual que la genialidad de Formell confirió una expresión musical a nuestra realidad, la de Navarro orquestó la banda sonora de grandes momentos del deporte cubano; recuerdos imborrables que llevan en su ADN el inconfundible sello de este hijo pródigo del municipio mayabequense de Madruga. Y fue allí, en uno de los parques de su tierra natal, donde nacieron algunas de las frases que pegaron como estribillo de los Van Van: ¡Torre a cuatro manos! ¡Balón que sube, balón que baja!
Hoy nos acercamos al hombre que encumbró, con una frase, a estrellas como Mireya Luis, Regla Torres, Tania Ortíz, lo mismo en Camagüey, en La Habana, en Cuba y para el mundo…. Una gloria, a quien lamentablemente no vemos con la regularidad de antaño en la pantalla de nuestros televisores.
El 15 de diciembre de 2005, a los 60 años de edad, decidió abandonar los estudios y micrófonos de la Televisión Nacional….
Yo lo tenía decidido, aunque algunos compañeros como Eddy Martin –vivo en aquellos momentos- me preguntaron: « ¿por qué retirarte si estas en plenitud de forma? ». Pero en esa época el sistema de trabajo era difícil y la interrelación con los compañeros se volvió complicada. Además, fue una etapa donde el deporte cubano empezaba a declinar, los resultados de Cuba no eran los mismos. Y yo, al menos, tuve la oportunidad de cubrir como narrador deportivo una era brillante del deporte antillano.
No obstante, usted se ha mantenido bien activo….
En estos momentos soy comentarista en un programa deportivo del canal Cubavisión Internacional y trabajo en la emisora COCO, de la capital. Colaboro con Radio Rebelde y Radio Artemisa, e igualmente se me presentan un gran número de actividades en la calle organizadas por el INDER y otros proyectos como el Marabana-Maracuba.
He sido contratado en las dos últimas ediciones de los Juegos Olímpicos. En Londres 2012 formé parte del equipo de la Organización Internacional Olímpica de Televisión y en Río de Janeiro trabajé para la cadena televisiva Claro Sports, radicada en México, pero que transmite para muchos países de Latinoamérica. En la cita brasileña narré el voleibol de playa desde la misma instalación situada en Copacabana, creo que la más animada y de mejor ambiente de todo el certamen.
Sus narraciones están indisolublemente ligadas a grandes momentos del voleibol y el atletismo cubano. Sin embargo, el baloncesto y el ciclismo están entre sus deportes predilectos.
Mi desvelo por el ciclismo comenzó en los años `60, gracias a la primerísima figura de los pedales cubanos Sergio «Pipián» Martínez Sánchez, coterráneo mío. A cada competencia que iba «Pipián» yo lo seguía.
Fui profesor y atleta de baloncesto en la Universidad de las Ciencias de la Cultura Física y el Deporte Manuel Fajardo y nunca olvidaré que la primera transmisión que realicé para un medio de comunicación nacional fue precisamente de esta disciplina para la emisora Radio Progreso desde la Ciudad Deportiva. También fui comentarista deportivo de béisbol, y anteriormente había sido anotador y estadístico de pelota, un trabajo al cual me fui vinculando desde niño.
El voleibol me gustaba, pero no me llegaba como el baloncesto o el ciclismo. No obstante, me sirvió para introducir términos que se arraigaron en un deporte que se hizo muy popular por sus resultados, sobre todo a partir del campeonato NORCECA de 1975 celebrado en la ciudad estadounidense de Los Ángeles.
La importancia de este evento radicó en que, por vez primera, una delegación deportiva de Cuba –en este caso los equipos de voleibol en ambos sexos- competía en los Estados Unidos después del rompimiento de las relaciones diplomáticas entre ambas naciones. Por la diferencia horaria, los dos partidos de la final -precisamente entre cubanos y norteamericanos- se desarrollaron en horas de la madrugada de nuestro país. Toda la isla estuvo en sintonía a través de la radio –no había televisión- para disfrutar de las dos finales en las que ambos conjuntos antillanos se llevaron la medalla de oro. Esa fecha puede catalogarse como el despegue definitivo del voleibol cubano.
Hoy, lamentablemente, esa disciplina está en un mal momento. Súmale a la pérdida constante de jugadores las carencias que existen en la enseñanza de la base. En nuestros actuales equipos juveniles y de mayores se notan las deficiencias en el aprendizaje de los fundamentos. Esto abarca todos los deportes, no solo el voleibol. Igualmente, las captaciones de las escuelas deportivas han dejado de ser selectivas para convertirse en masivas. Es un bache en el que estamos ahora y ojalá podamos salir en el futuro.
¿Cuáles son, a su juicio, los grandes problemas del deporte cubano?
-Yo escucho hablar de contrataciones en el exterior y, salvo en contados casos, como el béisbol, yo me pregunto: ¿para qué ligas o clubes serios han contratado a los jugadores cubanos? Primeramente, si el deporte de adentro no tiene buenos campeonatos, rigurosos torneos con todas las condiciones debidas, no vamos a ir hacia adelante.
El deporte cubano, en términos generales –y no es un secreto para nadie-, ha descendido enormemente por distintas situaciones: falta de recurso, mal estado de instalaciones deportivas, problemas económicos…, etc. Para hacer deporte se necesita dinero. Si no hay recursos difícilmente se pueda organizar una buena competencia deportiva.
Generalmente, el estado o gobierno de ningún país asume la totalidad de los gastos deportivos, a excepción de Cuba, que lo realiza a través del Instituto Nacional de Deporte y Recreación (INDER). Muchas veces, el presupuesto que se asigna a las actividades deportivas en el país no satisface las necesidades o está mal empleado.
Yo escucho hablar de roce internacional, pero hay que ver cómo se invierte el dinero. Por ejemplo: nuestros voleibolistas de playa nos representaron magníficamente en Río y nunca han recibido capital para participar en un evento importante más allá del área centroamericana -dinero que seguro se ha invertido en atletas que sabemos que no van a llegar al primer nivel de competencia.
Hay que investigar y hacer un estudio del deporte cubano por dentro. Nuestras competencias internas no responden al máximo nivel. Por eso repito, lo que hacemos dentro del país repercute en lo que llevamos después al exterior. En los Juegos Olímpicos llevamos más de 40 atletas en el deporte rey: el atletismo. Sin embargo, sabíamos desde Cuba que en ese grupo teníamos contadísimas figuras que iban a dar la talla. Yo me pregunto: ¿a qué obedece ello?, ¿por qué inflamos el grupo de atletas?, ¿lo hicimos para llevar más acompañantes, entrenadores, médicos o directivos? Digo yo…, no sé si es así realmente.
¿Cómo valora el estado actual de la narración cubana?
-La narración en Cuba no está en su mejor momento, pero tampoco en el peor. Lo que se hace actualmente a veces me agrada muchísimo, pero otras no tanto. No me gustan los narradores planos, que narran un jonrón igual que un roletazo al campo corto; a veces falta esa diferenciación.
Tampoco me gusta algo que considero una falta de ética: hablar constantemente del arbitraje o de cómo cree que debe ser la táctica del entrenador. Yo me pregunto: ¿somos narradores, entrenadores o árbitros? Creo que debe existir una distancia que hay que respetar a la hora de referirse a esas figuras, porque si no estamos conspirando en la construcción de un estado de opinión desfavorable hacia ellos.
Foto: OnCuba
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