Por Eddy Luis Nápoles Cardoso / OPINIÓN
En fecha reciente concluyó en Miami el Torneo Preolímpico de Béisbol y tras la primera ronda se esfumaba la última posibilidad de clasificación olímpica, de un deporte colectivo cubano (rumbo a Tokio); con anterioridad, el otro que asistió a un preolímpico, el voleibol (m) había quedado en el camino.
Antes de abordar las causas que han motivado la ausencia olímpica de los deportes colectivos criollos, es oportuno recordar que la primera presencia de un deporte de equipo se produjo en Londres 1948, cuando un “quinteto” de basket, con Mario “Risita” Quintero, Fabio Ruiz, José Llanusa, “Fico” López y otros, viajaron hasta la capital inglesa. El baloncesto abrió el camino olímpico, ruta que siguieron el polo acuático (1968-1992); el voleibol (1972-2016); el fútbol (1976 y 1980); el balonmano (1980 y 2000); el hockey sobre césped (1980), el béisbol (1992-2008) y el softbol (2000).
La presencia olímpica de los deportes colectivos cubanos se fue cimentando con el transcurso de las ediciones, llegando estos, a escalar el podio, siendo, precisamente el baloncesto (m), el primero en hacerlo, con la histórica presea de bronce en Münich 1972, seguidamente, el voleibol (m) conquistó ese propio metal en Montreal 1976, llegando los primeros títulos en Barcelona 1992, con el béisbol y las espectaculares Morenas del Caribe (voleibol), ambos deportes conquistaron tres títulos olímpicos, acompañados de dos preseas de plata, los peloteros y un bronce, las voleibolistas.
Hecha esta pequeña síntesis sobre la presencia olímpica de los deportes colectivos cubanos, podemos entrar a detallar las causas (la causa) que ha provocado ese “apagón olímpico” para el deporte de equipo en Cuba. Al abordar este tema, siempre me gusta evocar un hecho que, en mi criterio, constituye el punto de partida, de lo que posteriormente se ha desencadenado, el XI Congreso del Comité Olímpico Internacional, celebrado en Baden-Baden, Alemania, en 1981, bajo el lema “Unidos por y para el deporte”. Para resumir, en ese conclave, bajo el mandato de Juan Antonio Samaranch, se “borró” la palabra Amateur de la Carta Olímpica y se autorizaba la entrada de los profesionales a los Juegos Olímpicos. El ingreso de los “asalariados del deporte” se fue sucediendo gradualmente, el tenis (ITF) montó una exhibición en Los Ángeles 1984 y legalizó su entrada en Seúl 1988, el baloncesto (FIBA) se apareció con sus estrellas de la NBA en Barcelona 1992, mientras el béisbol (IBAF, WBSC), a su manera, lo hizo en Sydney 2000, por solo mencionar tres ejemplos.
Ese era el fenómeno que se venía imponiendo, la profesionalización “olímpica” del deporte, mientras acá, en la isla se continuaba siguiendo el estatus “amateur”, se intentaba seguir nadando en contra de la corriente y viviendo a espalda del lógico proceso “evolutivo” que ocurría en el deporte mundial. Esa es de las causas principales de la oscuridad olímpica que viven los deportes colectivos en Cuba, actualmente.
A finales de los 90s se dieron algunos pasos dirigidos a la inserción de atletas cubanos en clubes y ligas profesionales foráneas, se recuerda a una generación de voleibolistas que invadieron la Liga Italiana (Serie A1), otra de balonmanistas se fue a Hungría (Veszprem), algunos futbolistas estuvieron en Alemania (Bonner SC), mientras el atletismo posesionaba a sus estrellas en España (Club Larios), pero quizás, la falta de visión objetiva de los directivos del deporte, en aquellos momentos, para manejar la “profesionalización” del deporte cubano en los niveles superiores del alto rendimiento, echó por tierra aquel posible embrión inicial. Como consecuencia, esa generación de voleibolistas y balonmanistas, en su mayoría, continuaron mostrando su calidad en Europa, pero todos a título personal. Ese también constituyó el embrión inicial, pero de la avalancha de atletas cubanos saliendo hacia el exterior para colocarse a tono con las novedades del deporte mundial.
Así comenzó la “fuga de talentos” en el deporte cubano, pues mientras en Cuba eran amateurs, fuera de Cuba eran profesionales. Deportes como el voleibol y el béisbol sufrieron y sufren las mayores pérdidas, pero no han escapado de éstas, el baloncesto, el balonmano y hasta el fútbol, tal vez, el deporte de equipo menos agraciado dentro del sistema deportivo cubano actual. El éxodo de atletas en estos años, no solo, ha incluido a miembros de las preselecciones nacionales, también se ha extendido a sus escalones inferiores, los centros provinciales.
Cientos de atletas cubanos han salido a probar fortuna en diferentes países, ligas y clubes. En la actualidad, jugadores cubanos brillan en la SuperLiga italiana, en la Super Liga brasileña, dos de las mejores competiciones de voleibol. Jugadores criollos destacan en todas las ligas beisboleras, incluida, las Grandes Ligas estadunidenses, el mejor béisbol del mundo. Esto es muestra de que la calidad y nivel de los atletas cubanos no ha descendido; lo que ha disminuido es la visión objetiva de los directivos del deporte cubano, para asimilar el fenómeno, analizarlo, tomar partido e insertarse en los mecanismos que rigen y regulan la práctica deportiva en el mundo.
En 2014 se inició un lento proceso encaminado a promover las contrataciones de atletas cubanos en el exterior, pero alejado de los estándares internacionales que rigen este fenómeno, que en el caso cubano, es centralizado y en ocasiones, selectivo, lo cual establece múltiples limitaciones. En el mundo, la contratación del atleta no se asume como tarea propia de la institución sino que esta fluye, a través de los representantes que cada jugador designa como encargado de promocionar y velar por los intereses del representado.
Otro aspecto que establece limitaciones en las convocatorias de las selecciones a eventos foráneos, es que la mayoría de las federaciones deportivas cubanas, no reconocen como “cubanos” a los jugadores que se desempeñan en ligas y clubes extranjeros, bajo contratos no gestionados por entidades deportivas criollas. Algunas federaciones (voleibol, balonmano, baloncesto y fútbol) han comenzado a dar pequeños pasos, llamando a sus filas a varios legionarios, lamentablemente, el despertar ha llegado demasiado tarde para otros, que hoy ya lo hacen bajo otras banderas, se nacionalizaron.
Aquí están resumidas, algunas de las causas que han motivado las ausencias olímpicas de los deportes colectivos cubanos, incluyendo, esta edición de Tokio, donde no habrá ninguno.
Muy buen análisis, está centrado en lo que pasa, nos hemos quedado viviendo con la mentalidad de los años 70 y este es el resultado. La caída en picada del deporte cubano. Es una pena porque muchos atletas talentosos hemos perdido y de seguir así los seguiremos perdiendo.