por: José Luis Basulto

El profesor Lázaro Betancourt conoce como pocos los pormenores más recónditos del atletismo. Hombre sagaz, docto, diáfano, sencillo, presto a las consultas —entrañable amigo—, no dudó un segundo en aceptar responder el cuestionario de Guajiro Agramontino sobre su carrera deportiva, su paso por la dirigencia del atletismo cubano y otras peculiaridades del auténtico rey de todos los deportes.

Lázaro Betancourt Mella vio la luz el 30 de julio de 1936 en la llamada Atenas de Cuba, la occidental provincia cubana de Matanzas. De entonces a la fecha, Betancourt ha tejido una brillante carrera deportiva, primero como pelotero-prospecto a punto de firmar para jugar en el béisbol estadounidense, y luego en el atletismo, donde sí se convirtió en una leyenda.

Corredor de 100 metros y luego especialista de los 110 metros con vallas, entrenador y federativo en su querida Cuba después, Betancourt fue uno de los protagonistas del desarrollo impresionante del atletismo nacional después de 1959; primeramente, como atleta en los Juegos Olímpicos de Tokio (1964), y medallista en los Juegos Mundiales Universitarios, Iberoamericanos, Panamericanos, Centroamericanos y del Caribe, y en otros eventos importantes, en los que logró marcas destacadas para la época en 100 y 110 metros con vallas.

Las bondades del WhatsApp acortaron digitalmente los 1,837 kilómetros que separan a nuestra redacción en Monterrey de La Habana, Cuba.

—Mi amigo Lázaro, quiero hacerte una entrevista para publicarla en el blog.

—Tú sabes que conmigo no tienes problemas. Mándame las preguntas—, responde con la velocidad que superaba las vallas en sus tiempos de atleta activo.

—Muy bien, profesor. Más tarde te las envío.

—Perfecto, aquí quedo atento—, concluye con su habitual tono alegre.

Y así fue, unas horas después le envié las 29 preguntas que había preparado, las cuales se redujeron a 21, porque mi entrevistado de turno es también un maestro de locuacidad abundante.

¿Quién es Lázaro Betancourt? ¿Dónde nace? ¿Cómo llega al deporte?

Nací en la ciudad de Matanzas. Como todo cubano, comencé jugando béisbol. Dentro de este deporte conocí a muchos jugadores de béisbol; tú sabes que Matanzas ha dado muchos peloteros famosos. Ahí, unos scouts que vinieron trataron de captarme para jugar en el béisbol estadounidense, cosa que mi padre no permitió. Posteriormente, conocí a un profesor de educación física, por el cual fue que llegué a los eventos de atletismo. Otro profesor me convocó a salirme de las pruebas que hacía en un inicio de 100 y 200 metros, y entonces fue que llegué a los eventos de vallas.

Háblanos de tus experiencias como atleta de alto rendimiento. ¿En qué competencias importantes representaste a Cuba?

Mis experiencias como atleta empezaron en la escuela politécnica, adonde me llevó mi padre para que no me fuera a jugar béisbol en los Estados Unidos. Luego de matricular en esa escuela fui a varias competencias que, afortunadamente, por tener las características de rapidez, gané. A partir de ahí comencé a practicar el atletismo, aunque como tú sabes, en esa época no había entrenadores; esa función la hacían los profesores de educación física, y los eventos que se realizaban no eran muchos, por lo tanto, entrenábamos y competíamos poco. Ya en los años de 1955 y 1956 participábamos en topes amistosos frente a Los Venaditos del politécnico de México, y contra Puerto Rico. Esos fueron mis primeros pasos, mis inicios, en el año 1956 hasta que me retiré en 1967.

Si el atletismo tiene tantas modalidades, ¿por qué las vallas?

Como ya te comenté, yo corría en 100 y 200 metros planos, pero el profesor José Maldonado, quien compitió en los 110 metros con vallas en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Panamá en 1938, por mi estatura me pidió que practicara esa especialidad, la cual me motivó mucho por lo retadora que es. Ahí comencé a incursionar en los 110 metros con vallas.

¿Qué somatotipo se requiere para obtener buenos resultados en las carreras con vallas?

En su momento, comencé a trabajar con un equipo de entrenadores para caracterizar al atleta de vallas. Te puedo decir que la investigación arrojó tres características., o tipologías: la primera, en atletas con talla de más de 1.86 metros, con 10.2 segundos en 100 metros; la segunda, atletas de 1.86 hacia abajo, que corren un promedio de 10.5; y la tercera característica, atletas de 1.78 a 1.73 o 1.74, que corren entre 10.6 y 10.9 segundos. Estas cualidades se potencian con la habilidad y la inteligencia del entrenador para, en cada una de estas características, buscar el mayor rendimiento, que consiste siempre en mejorar la técnica y la rapidez, en correspondencia con la talla del atleta y el ritmo y la resistencia de la velocidad que desarrolle en la carrera. La investigación realizada tan temprano como en los años 1978 y 1979, dio estos resultados. En un libro que escribí con mi entrañable amigo, ya desaparecido, Basilio Fuentes, hablamos de este tema.

¿Cómo era tu rutina de entrenamiento?

Yo no lo llamo rutina, sino metodología del entrenamiento caracterizado. Así se le conoce hoy. En aquel tiempo se trataba de responder sistemática y metodológicamente a acentos diarios, que tenían que ver con la formación de un vallista desde el punto de vista de la técnica, de la rapidez, de la resistencia de la rapidez, de la fuerza, de la resistencia de la fuerza, y de la alternancia correspondiente del trabajo-descanso.

Como tú sabes, en aquellos tiempos en que yo comencé no existían las investigaciones que hay hoy sobre todo lo que se puede hacer en el deporte; pero, lo que sí éramos sistemáticos: había un control del peso y de los rendimientos, dentro de las posibilidades de aquellos años 50 y 60.

¿En qué momento decides retirarte y por qué?

En cuanto a mi retiro y a mi formación como entrenador, no lo pensé, sino que lo hacía. Te comenté que no había entrenadores en mis inicios en los años cincuenta. Aquí quiero referirme a Enrique Figuerola, con quien me encontré en 1956 en los eventos o Dual Meet con otros países.

Ya al triunfo de la Revolución muchos entrenadores salieron del país, y la poca experiencia que teníamos nosotros se las transmitimos a los atletas nuevos que el deporte revolucionario comenzó a captar en todo el país; o sea, ya teníamos el hábito, y de forma autodidacta fuimos viendo y aprendiendo con algunos técnicos extranjeros que empezaron a llegar a Cuba en los años 60 y 61, con los cuales entrenábamos y a la vez aprendíamos a entrenar.

Hablemos ahora del Lázaro Betancourt dirigente deportivo. ¿Cómo fue que llegaste a comisionado nacional de atletismo?

Yo fui nombrado Comisionado Nacional de Atletismo en 1977, en un momento en que se reestructuró el país, aparecieron las nuevas provincias y el municipio especial de la Isla de la Juventud. Enrique Figuerola, que era comisionado en ese momento, pasó a ser director de Tiempos y Marcas, y así fue como me llamaron para sustituirlo como comisionado. Quiero que sepas, que desde que se me llamó para ser director técnico, acepté por Enrique Figuerola Camué, porque mi gusto y mi manera de actuar dentro de este deporte siempre fue desempeñarme como entrenador. Me gustaba desarrollar y crear resultados con los atletas, no solo desde el punto de vista deportivo, sino en su formación integral.

Por ese camino, me convocaron para plantearme que asumiera la responsabilidad de comisionado nacional de atletismo, y yo muy contento le dije que no aspiraba a desempeñar ese puesto, que con ser entrenador me conformaba, porque era lo que en realidad me gustaba; que lo que había hecho como director técnico era resultado del esfuerzo de un colectivo, lo cual posteriormente se desarmó y se destruyó. Así fue como llegué a ser comisionado.

Y luego, ¿a qué se dedicó Lázaro Betancourt?

Continué en mis funciones de comisionado nacional de atletismo, acompañado por un magnífico compañero, Julián Díaz, en la responsabilidad de director técnico, el cual llevaba trabajando con nosotros desde hacía casi veinte años. Julián era graduado en Cultura Física y Deportes en la Universidad de San Carlos en la entonces Checoslovaquia, con quien mantuvimos el mismo sistema de trabajo; pero, como son las cosas, cuestiones que nunca se mencionan como debiera ser, provocaron que yo saliera de la comisión nacional. Pedí que me explicaran las razones de mi salida, las conocí. ¿Recuerdas el FT 31 que entregaban cuando uno se trasladaba de un lugar a otro? Pues no me lo querían dar, y entonces me fui a trabajar a una escuela muy buena. Allí comencé a investigar por qué estaba perdiendo valores la educación física. Eran los años 81 u 82. Me hice el compromiso de demostrar dentro del sistema de enseñanza técnica y profesional, que sí se podía hacer educación física.

En la escuela Villena Revolución de La Habana empecé como profesor, fui ascendiendo y llegué a ser jefe de cátedra de dos escuelas, fui jefe de cátedra de preparación militar y llegué a ser jefe de nivel de una de las asignaturas que se estudiaban en esa escuela, donde dirigía 245 alumnos y 35 profesores en el nivel de zootecnia. No me nombraron director en ese momento, porque mi título no tenía relación con la asignatura, ya que era licenciado en cultura física y estaba en una escuela de zootecnia y veterinaria. Todo el claustro de profesores me seleccionó para que yo fuera jefe de nivel.

Ahí logré muchas cosas. Fui a congresos, presenté planes y programas, trabajé en la reestructuración del nuevo planeamiento educacional de educación física para las escuelas politécnicas; para no cansarte, todo eso me valió para que el Consejo de Estado, a solicitud del Ministro de Educación, me otorgará la Distinción por la Educación Cubana, la cual no se la dan a todo el mundo.

Allí me realicé y demostré en todos los foros donde participé, que sí es indispensable la educación física en las escuelas.

¿En qué circunstancias conoces a Alberto Juantorena?

Al ser director técnico. A Alberto Juantorena lo descubren en el Cinódromo de La Habana. Él ingresó a la ESPA (Escuela Superior de Perfeccionamiento Atlético) por su tamaño, como seleccionado para el desarrollo del baloncesto, pero todo indicaba que las condiciones que exigía el baloncesto y sus habilidades no estaban a la altura, como demostró después en el atletismo.

Estando Alberto Juantorena en un control en el Cinódromo, los entrenadores Eneas Muñoz y José Cheo Salazar, hablaron con los compañeros de baloncesto para hacerle unas pruebas de atletismo a Juantorena, que les permitió percibir su potencial de desarrollo futuro en ese deporte. En ese momento, Alberto Juantorena fue captado para el atletismo. Ya había llegado a Cuba el técnico polaco Zygmunt Zabierzowski, especialista en esas pruebas, quien se unió al grupo de entrenadores de velocidad y empezó a trabajar con Juantorena.

Te puedo decir que, al siguiente año, 1972, nosotros pudimos discutir la participación de Juantorena en los Juegos Olímpicos de Munich, Alemania. Estas son algunas de las cosas que la gente no conoce. Discutimos con Mario Peláez, a quien como director técnico le dije: Es posible que no llegue a finales, pero sí va a llegar a semifinales y va a romper el récord nacional de Cuba. Va a correr menos de 46 segundos en 400 metros. Y así fue: llegó a la meta en quinto lugar en una de las semifinales de los Juegos de Munich, y corrió 45.9 segundos. Ese fue el inicio ascendente de Alberto Juantorena.

¿Es cierto que fuiste tú quien le dijo que podía correr los 400 y 800 metros en los Juegos Olímpicos de Montreal 76?

No fue exactamente así. No fui yo, fue el control sistemático que estaban obligados a hacer todos los entrenadores, entre ellos el polaco Zabierzowski, sobre el desenvolvimiento de los atletas; no fue Lázaro Betancourt, sino un colectivo técnico, yo diría que un grupo de compañeros que unieron su inteligencia que marcaba la pauta de cómo marchaba el desarrollo del atletismo en el país.

Con Alberto Juantorena se diseñó una táctica que se discutió con su entrenador acerca de los controles que le hacía él, sobre todo en la carrera de 600 metros, donde marcaba el rendimiento que, unido a sus valores en 1000 metros, daba también la posibilidad de que fuera un buen corredor en los 800. No era veloz, porque era un corredor de 10.6, pero tenía una capacidad de resistencia de la fuerza y de la resistencia a la velocidad muy positivas; además, una capacidad de recuperación formidable.

Se usó la táctica de ponerlo a correr un día en un evento en Italia, para que ayudara a Leandro Civil. Se habló con él en ese momento. Se le dijo: tú tienes posibilidades en esto, pero lo que hace falta es que ayudes a Civil para que haga la marca para los Juegos Olímpicos de Montreal. Se le indicó que corriera hasta los 600 metros. Juantorena hizo la carrera, pasó por delante de todos los corredores en los 600 metros y la ganó con 1:45,96 minuto. Esa prueba fue la que le dijo a él que era una potencia en los 800 metros.

A partir de ese momento se usó una estrategia, que poco a poco fue convenciéndolo y demostrándole a él mismo de lo que era capaz, hasta que se tomó la decisión un día del mes de julio en un entrenamiento de altura en la Ciudad de México, tras realizarse la prueba de 400 metros, en la que cronometró 44.03 manual. Después nos sentamos con él, Figuerola a un lado y yo al otro, y le dijimos: Alberto, creo que estás en condiciones de correr 400 y 800 en los Juegos Olímpicos. Le explicamos el tema del horario y dio un brinco tremendo. Dijo que no, que no podía, pero poco a poco en otros eventos posteriores, como por ejemplo en Ostrava, se puso a correr los 400 y dos horas después corrió los 800, y los ganó con magníficos tiempos. Él mismo se autoconvenció de la potencialidad que tenía. El atleta tiene que estar totalmente convencido de sus potencialidades. Lo dirige el entrenador, lo ayuda el psicólogo, sus parámetros, pero él tiene que llegar al autoconvencimiento de lo que es capaz.

La decisión final no la tomamos nosotros. Esto es algo nuevo, muy poco conocido casi desconocido. La decisión la tomamos en una reunión en la Dirección de Actividades Deportivas del INDER (Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación), con el compañero Mario Peláez, el presidente del INDER Jorge García Bango, el entrenador polaco Zygmunt Zabierzowski, el entonces Comisionado Nacional de Atletismo, Enrique Figuerola, y yo como director técnico.

Le explicamos a García Bango qué posibilidades tenía Juantorena en las dos carreras. Pero había algo muy delicado: en los Juegos Olímpicos de Montreal, los 800 se correrían primero que los 400. Juantorena, por los tiempos que había hecho, iba a ser campeón olímpico por encima de todo el mundo en los 400 metros, pero en los 800 metros se corría el riesgo de que fuera empujado fuera de la pista, o pinchado en el grupo de corredores, o se produjera otro tipo de accidente y fuera un fracaso.

Estas fueron las palabras del presidente del INDER, García Bango: Nosotros no estamos en capacidad de evitar, de impedir que un joven deportista revolucionario realice una hazaña para el deporte cubano. Va a correr los dos eventos y la instrucción corre a cargo de ustedes. Así se hizo realidad la participación de Alberto Juantorena en los Juegos de Montreal.

Te voy a detallar las carreras de Alberto en Montreal 76, que lo llevaron a ser el primero en lograr lo que otros atletas habían intentado a lo largo de la historia de los Juegos: convertirse en campeón olímpico de los 400 y los 800 metros planos:

800 metros planos.

23 de julio – 1ro en cuartos de final (1.47,15)
24 de julio – 1ro en semifinal (1.45,88)
25 de julio – 1ro en la final (1.43,50 – Récord mundial)

400 metros planos.

26 de julio – 3ro en octavos de final (47,59)
26 de julio – 2do en cuartos final (45,92)
28 de julio – 1ro en semifinal (45,10)
29 de julio – 1ro en la final (44,26 – Récord mundial al nivel del mar)

Relevo 4×400 metros planos.

30 de julio – 3ro en semifinal (3.05,19)
31 de julio – 7mo en la final (3.03,81)

Esta es la historia que puedo contarte de Alberto Juantorena, un atleta inteligente, muy trabajador, que sabía lo que había que hacer en la pista, que demostró la capacidad de distribución de sus fuerzas en cada una de las carreras, cómo debía correr contra los contrarios y qué energías consumir. Así fue como logró su doble coronación olímpica, hasta ahora inédita e imposible de repetirla, porque los horarios ya no lo permiten.

Lázaro, ¿a qué atribuyes la decadencia del atletismo cubano?

Pudiera decirte concretamente, que desde 1997, con la salida de uno de nuestros compañeros, Jesús Molina, con el que trabajamos más de 30 o 40 años en el desarrollo de este deporte, empezaron a nombrarse comisionados que no sabían nada del atletismo; por lo tanto, al no saber del deporte, no podían dirigir bien nada. El sistema que se creó desde principios de los años sesenta empezó a desmoronarse, por irrespetarse a los entrenadores, por falta de confianza, por la actitud demagógica de los que estaban dirigiendo en ese momento y por miles de cosas más que no vale la pena comentar. Todo ello fue desarmando la integralidad que tenía el atletismo desde el punto de vista colectivo.

Hubo una excepción, me refiero a un compañero de Camagüey, Jorge Luis Sánchez, que sí es un conocedor del atletismo, pero heredó los males que venían desde que empezaron a cometerse errores, porque se distorsionó todo lo que se creó durante cincuenta años atrás. Cuando entró Jorge Luis, ya había pasado por la comisión nacional mucha gente desconocedora del deporte, que había creado una dicotomía entre dirección, entrenadores y atletas; es decir, lo que fue un colectivo devino en un individualismo en detrimento del atletismo.

No es fácil decir que ya en 1977 el atletismo cubano era noveno en el mundo, cuando todavía existía el campo socialista. La revista francesa Mirua Atletisme en su evaluación de ese año colocó a Cuba en el noveno lugar. En el 2009, Cuba permanecía —con todo lo que estaba ocurriendo—, en el noveno lugar del mundo, por puntos y por medallas en Juegos Olímpicos; o sea, fue un trabajo que está ahí; la historia lo refleja a cada momento, es algo que no se puede borrar.

Tan temprano como en 1968, veintiún atletas cubanos que asistieron a los Juegos Olímpicos de ese año en México impusieron 17 marcas nacionales; es decir, se superaron a ellos mismos. Además, Aurelia Yeya Pentón fue la primera latinoamericana finalista en 400 metros planos; Miguelina Cobián, finalista por segunda vez en los 100 metros planos; Hermes Ramírez igualó el récord mundial de los 100 metros en una de las eliminatorias con 10 segundos; por tercera vez consecutiva un cubano, Pablo Montes, es finalista en Juegos Olímpicos, quien obtuvo el cuarto lugar; por primera vez, un especialista latinoamericano en lanzamiento, Aurelio Janet, es finalista en jabalina con 81.10 metros; los relevos de 4×100 fueron medallistas de plata, y en la primera semifinal el equipo de Cuba impuso récord mundial y olímpico. Es decir, ya en 1968 la idea de Fidel empezaba a hacerse realidad.

¿Cómo ve Lázaro Betancourt el futuro del atletismo cubano?

Creo que te lo expliqué en respuestas anteriores. Se trata de hacer una reingeniería, un estudio de factibilidad desde la base de todos los factores que tributan a un deporte —conocer qué tengo, con qué cuento, qué se tiene en cada provincia, quién estudia y se supera—, para poder crear de nuevo desde la base un sustento con fuerza e impulsar el desarrollo sistemático que requiere, sin violar etapas, sin el falso concepto de campeonismo, y en el caso de los niños y jóvenes, respetar la sensibilidad de cada uno de ellos cuando son sometidos por los diferentes parámetros, sino por las vertientes de las capacidades coordinativas y condicionales que deben desarrollarse encada etapa; o sea, hay que ser muy inteligente, ver cómo se desarrolla el sistema de escuelas en Cuba, que fue copiado en su momento en muchas partes, pero hay que renovarlo y reforzarlo.

Me da la impresión de que el atletismo internacional atraviesa por una crisis. ¿Tú qué piensas?

La crisis del atletismo hoy está dada, a mi criterio, desde que asumió el nuevo presidente de la Word Athletic, antiguamente IAAF, el señor Sebastian Coe. Se empezaron a hacer una serie de cambios y de métodos en las competencias en función de un espectáculo para la televisión en detrimento de los atletas, de su formación, de lo que ha sido el deportista históricamente. Se han olvidado del obrero de estas industrias, de estas empresas, que se hacen millonarias con el sudor, el dolor por las lesiones de los atletas y sus entrenadores; no lo están tomando en consideración muchas veces. Por ejemplo, aquel evento que vimos, donde a pesar de estar en el primer lugar en un momento de la Liga del Diamante, un salto después decidía si tú eras el primero o el último. Todo en contra de la regla, porque la televisión pidió un espectáculo. No se piensa en el atleta. Creo que en esto no han jugado su papel las comisiones de atletas de los distintos deportes, que se hicieron para defender a los deportistas ante estas decisiones que van en contra de ellos; no se hicieron solamente para ver si la habitación está bien en unos Juegos Olímpicos, si la cama está bien o si la alimentación y el transporte están bien, tienen que ver todo lo que rodea al atleta: su estado anímico y espiritual, su satisfacción en general, etcétera.

Creo que el atletismo ha provocado estas cosas y, si no se adoptan medidas por parte de las federaciones en defensa de los atletas, hay que defenderlos, porque son ellos son los obreros de esa gran empresa, que como tú sabes está dividida en seis regiones que manejan casi 215 federaciones. Esas son las que dirigen, pero quienes trabajan para ellas son los atletas y los entrenadores.

¿A qué se debe el salto cualitativo de los tiempos y marcas de hoy en día?

En cuanto a la disminución de las grandes marcas tiene que ver con lo que te comentaba anteriormente. No se puede negar que en estos momentos las ciencias, las investigaciones, la tecnología y el conocimiento con que se cuenta para la interpretación del rendimiento de un deportista hoy en día es más asequible, tanto para el entrenador como para el atleta. Hoy se conoce mucho mejor a un atleta desde su interior: cuáles son sus posibilidades, sus capacidades, cuáles son los problemas que puede tener en un momento determinado, cuáles son las necesidades de su trabajo y descanso; o sea, los rendimientos que hemos visto, sobre todo en los últimos Juegos Olímpicos —los 400 metros con vallas masculino y femenino, el último de 200 metros de 19:31, y los que se han visto en los 1500—, son consecuencia del mejor conocimiento sobre cómo atender al deportista en su preparación, gracias a la ciencia, a la investigación y la tecnología. Por ejemplo, los recuperantes; hay que ver qué tipo de recuperante es, para alejar siempre al atleta de la trampa y del dopaje.

¿Por qué el deporte cubano ha sufrido el descenso que se aprecia hoy en el escenario competitivo internacional?

La recuperación del deporte hoy en día conlleva un serio trabajo de reingeniería. En este momento, la dialéctica del mundo y de la vida lo ha ido moviendo y cambiando todo, máxime en el deporte. Ante las circunstancias que se han dado, en lo que tiene que ver lo que comenté anteriormente —bloqueo, ineficiencias en la dirección, lo que provocó la COVID-19— en un país subdesarrollado como el nuestro los efectos se duplicaron. Ya se debe de estar trabajando en nuestro potencial. ¿Qué quiero decir con esto? En estos momentos hay que revisar la infraestructura existente, el estado de las instalaciones en cada municipio de Cuba luego de la regionalización del país; es decir, cómo cada municipio puede resolver con las instalaciones que tiene, la cantidad y el nivel de sus técnicos, cuál es el apoyo material, con qué potencial de atletas cuenta cada territorio en todos los niveles, cómo está el trabajo de la educación física, en las áreas especiales, la superación sistemática actualizada, etcétera.

Hoy la gente consulta mucho en internet; leen, pero no saben lo que leen, no saben el porqué de las cosas ni tampoco por qué las aplican en la práctica ni conocen las consecuencias. Yo le llamo actualización al estudio y a la creación de centros que promuevan un estudio contemporáneo de cada uno de los deportes; es una necesidad, no solo para Cuba.

¿Qué me puedes comentar de la lucha contra el dopaje a nivel mundial?

Sí, la WADA (Agencia Mundial Antidopaje) ha extendido sus tentáculos hacia todas las direcciones, pero creo que con un poco de selectividad politizada. Unos años atrás se planteó el sistema de violaciones que estaban ocurriendo en los atletas de Estados Unidos, y, recientemente, muchos atletas de este país evadieron su presencia ante la visita de los que deben verificar su estado, o lo detectaron dopados. Hay una evidente selectividad. Se ha abusado de los atletas de Rusia, se ha sido extremista. Estas son las cosas que te comentaba que tienen que defender las comisiones de atletas. Si el atleta se prepara, si está limpio, participa y no viola ninguna norma, tiene que competir bajo su bandera y su himno.

El dopaje gana muchos adeptos por la ambición y por el nivel de comercialización a que ha llegado el deporte hoy.

Lázaro, a tu entender, ¿cuáles son los tres mejores atletas cubanos e internacionales de campo y pista más destacados?

Tú sabes que el atletismo es un deporte que tiene infinidad de atletas excepcionales en todas sus modalidades. Las mujeres empezaron a competir en 5 pruebas, y hoy están presentes en las mismas que participan los hombres. En total, hoy en el atletismo, con la inclusión del relevo mixto, se participa en 49 pruebas. Por lo tanto, una época no tiene comparación con la otra; por ejemplo, una jabalina de madera no se puede comparar con una aerodinámica ni con los tipos de jabalinas que se fabrican hoy en día; igualmente, una pista de arcilla no tiene nada que ver con una de material sintético; o sea, cada etapa y cada momento —el calzado, la ropa— todo ha tenido su influencia en los resultados.

Sí, han surgido grandes atletas como Jesse Owens (1936), quien impuso en 45 minutos un total de 4 récords mundiales; Ian Thorpe… Ahora, en nuestra época, habría que hablar del gran monstruo de la velocidad, Usain Bolt, un fuera de serie; pero también fue un fuera de serie Carl Lewis; y, entre las mujeres actuales, Shelly-Ann Fraser-Pryce. ¿Quién pudo decir hace cuatro décadas, que con 37 años una mujer bajaría de los 10.70 segundos en seis ocasiones? ¿Qué está detrás de esos resultados? La ciencia, la tecnología y el conocimiento del interior del ser humano.

Ha habido muchos atletas en el mundo. Armand Duplantis, 6.21 metros en salto con pértiga. Nadie puede negar ese maravilloso resultado; los decalonistas, que son el complemento de un atleta integral en un evento olímpico, mundial, panamericano, centroamericano o europeo, hoy compiten en diez pruebas, cuando en otras ocasiones algunos atletas para estar presente en dos les cuesta trabajo. En el triple salto hoy se acercan a los 18 metros muchos más atletas que en otras épocas. Por ejemplo, la increíble venezolana Yulimar Rojas, en cualquier momento supera la barrera de los 16 metros. Estoy hablando de cosas que están en perspectiva, que ahora están a la vista.

No quisiera hablar de atletas cubanos, porque para mí todos han tenido magníficos resultados; unos han sobresalido por encima de otros, y cuando hablo de que sobresalieron es porque han sido actuaciones momentáneas. Las dos medallas de oro olímpicas de Alberto Juantorena fue un excelente resultado, pero momentáneo, porque Alberto nunca fue campeón panamericano, siempre fue medallista de plata, pero se coronó campeón olímpico y rompió dos veces el récord del mundo; Alejandro Casañas, recordista mundial y dos veces medallista de plata en juegos olímpicos en los 110 metros con vallas; la actuación de Enrique Figuerola en la década del sesenta, con un cuarto lugar en los Juegos Olímpicos, en 1960, cuando entonces solo iban a finales 6 atletas no 8 como es hoy; es decir, dos opciones menos, así que la potencialidad de Figuerola era superior a los que después llegaron a las finales de ocho.

Yo pienso que lo que debemos valorar en los atletas es su perseverancia, su consistencia, su entrega, su relación con el público que lo aclama, el respeto a su pueblo, su sencillez y su humildad.

¿Hasta qué punto el conocimiento y el liderazgo de los dirigentes determina el desarrollo deportivo?

El que va a dirigir un deporte debe de tener prestigio y conocimiento, tiene que saber hacer en el deporte lo que sea necesario en cada momento y en todas sus esferas, para poder dirigir científicamente ese deporte, y no depender de los que sí lo conocen y quieran beneficiarse en algún momento. ¿Conoces algún director de un hospital que no sea doctor en ciencias médicas? No, ¿verdad? Pues no puede haber un director de Pin Pon que no haya jugado este deporte ni sepa nada de Pin Pon. Con eso te lo digo todo: para dirigir hay que saber lo que se dirige. ¿Hay algún empresario que no haya estudiado un poco de economía y que no sepa qué es el sistema empresarial?

¿Qué rol le atribuyes a Fidel Castro en el desarrollo del deporte cubano?

Como ya te comenté, junto a otros compañeros, como Enrique Figuerola, Raúl Mazorra, Rafael Fortún, que veníamos de otra sociedad y de otro sistema, al triunfar la Revolución Cubana con Fidel al frente, el criterio de todos nosotros, que conocíamos todo lo que se nos negó y no permitía un verdadero desarrollo del deporte, nos dimos cuenta de la visión que tuvo Fidel acerca de lo que significaba el deporte para el pueblo cubano.

Tan temprano como enero de 1959 lo vimos en la Ciudad Deportiva de La Habana y tuvimos la oportunidad de oírlo muchas veces. Esa frase El Deporte, Derecho del Pueblo implica el universo de las posibilidades de que, en un país, desde su niñez, sus trabajadores, toda su población, accediera a practicar, disfrutar y favorecerse, tanto con la cultura y la educación física como con su preparación deportiva, y que por sus capacidades y el alto rendimiento pudieran llegar a mostrarlos en cualquier parte del mundo.

Fidel tuvo una visión como nadie de lo que significa el deporte, al cual apoyó en toda su magnitud; fue impulsor y estimulador de la participación de nuestros atletas, que demostraron sus potencialidades gracias a todas las posibilidades en aquel momento, ya con muchos problemas, porque en el año 62 ya había bloqueo, ya la OEA había expulsado a Cuba, pero la carta olímpica impedía que los deportistas cubanos fueron excluidos. En su momento, los atletas cubanos representábamos a nuestros embajadores, porque al ser expulsada de la OEA, salvo en México, Cuba no tenía embajada en ningún otro país del Caribe, por lo que nuestro himno y nuestra bandera estaban presentes en esas naciones.

Una prueba de la importancia del deporte fue la conocida Batalla del Cerro Pelado, una estrategia ideada por Fidel, ejecutada por el entonces presidente del INDER, José Llanusa Gobel, al frente de la delegación que asistió a los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1966, en San Juan, Puerto Rico. Esa acción le hizo ver al mundo que los derechos de los atletas cubanos no podían ser escamoteados, que el derecho a la práctica del deporte y la participación bajo los aros olímpicos no podían ser impedidos. El deporte cubano demostró la validez de su sistema social y deportivo.

En nuestra formación, nos nutrimos de los conocimientos gracias a las instituciones creadas para la formación de profesores, licenciados, másteres, doctores y científicos de la cultura física y el deporte. El desarrollo del deporte me permitió en un momento determinado llegar a formar parte del Comité Técnico de la Federación Internacional de Atletismo, desde donde apoyamos a nuestra región con la transmisión de las experiencias de Cuba, otro ejemplo de que lo que se estaba haciendo era necesario para nuestra área geográfica. Las experiencias de los Juegos Escolares se llevaron al Comité Técnico del área Centroamericana y del Caribe, de la que en su momento fui director técnico; en Cuba se creó un área de superación para los técnicos del Caribe. Todo ello fue apoyado por el estado y las autoridades deportivas cubanas.

Fidel percibió que el deporte, solo el deporte, crea puentes de amistad, de compenetración, de respeto mutuo y de paz.

Es triste ver hoy cómo se ha ido desgajando el mundo por actos nada motivadores, pero sí alarmantes. Solo el deporte, solo la confraternidad, solo esos intercambios; lo he vivido, me lo han demostrado a mí, a mis compañeros y amigos de más de 60 y 70 años en el deporte, que pudimos desarrollarnos por la visión que tuvo el comandante Fidel.

Conversar con el Master en Ciencias de la Cultura Física y el Deporte, Lázaro Betancourt Mella, equivale a reconocerlo una y otra vez como un personaje emblemático del atletismo mundial, es hablar con el autor de varios libros, algunos escritos a cuatro manos con el finado Basilio Fuentes: Cuba y el mundo en los años olímpicos: 1924-2004; Atletismo en el ámbito escolar y deportivo; y Técnica, secretos e historia: relevos 4×100 metros (coautor, Basilio Fuentes).

Al final del fraterno intercambio, me quedó bien claro que las poco más de ocho décadas que carga sobre su espigado somatotipo Lázaro Betancourt Mella, no han estropeado su pasión por el deporte, su franqueza al nombrar las cosas tal como son y su compromiso ineludible con el deber y la amistad.

Tomado de Guajiro Agramontino