Por Eddy Luis Nápoles Cardoso
Hubiera querido iniciar el año escribiendo sobre el panorama del atletismo camino a los Juegos Olímpicos de París (2024), pero las tempranas partidas de tres compatriotas, me han movido a hacerlo relatando detalles imprescindibles de cada uno de ellos.
La primera en partir hacia la eternidad fue la santiaguera Marcia Garbey, oriunda de la barriada de Los Hoyos, donde nació, el 9 de febrero de 1949. Marcia se consagró en los Juegos Olímpicos de Münich, en 1972, cuando el 31 de agosto en el Olympiastadion se ubicó cuarta en el salto de longitud, cediendo solo ante la alemana Heide Rosendahl (6.78), la búlgara Jarmila Yorgova (6.77) y la checa Eva Suranova (6.67), pero pasando sobre connotadas saltadoras, como la rumana Viorica Viscopoleanu-Belmeja, la británica Sheila Parkin-Sherwood (uno, dos en México 1968) o la alemana Margrit Olfert-Herbst (líder del listado mundial, previo a Münich). Con los 6.52 (w) logrados en la segunda ronda, se convirtió en la primera cubana en ubicarse entre las finalistas en las pruebas de concurso, en el atletismo olímpico y tercera en hacerlo en prueba individuales, luego de Miguelina Cobián (quinta en Tokio 1964 y octava en México 1968, en 100 metros) y Silvia Chivás (tercera en esa propia cita alemana, en 100 metros).
Marcia proviene de una afamada familia deportiva, otros dos hermanos suyos también brillaron en el deporte al máximo nivel, Rolando Garbey (recién fallecido), boxeador, plata olímpica en México 1968 y titular mundial en La Habana 1974 y Bárbaro Garbey, beisbolista, campeón mundial en Colombia 1976 y ganador de un Anillo de Serie Mundial, con los Tigres de Detroit en 1984. Marcia Garbey, quien estuvo bajo las sabias orientaciones, primero, del soviético Robert Zotko y luego de Julio Bécquer, también se tituló en Maracaibo 1973 y Santo Domingo 1974, terminando quinta en México 1975. Sus últimos servicios al atletismo los brindó laborando en el arbitraje, con participación en varios eventos internacionales, donde destacan los Juegos Panamericanos en 1991 y la Copa del Mundo en 1992.
La segunda partida en el recién iniciado 2024, fue la del entrenador Sigfredo Banderas Rodríguez, toda una institución en el atletismo cubano, específicamente en el sector de salto. Banderas, también santiaguero (1949), tuvo su faceta atlética como saltador con pértiga, prueba en la que llegó a saltar 4.30 (1972), también incursionó en el decathlon, 6087 puntos en 1973. Ahora sus grandes éxitos devinieron como entrenador, aunque inicialmente laboró con los pertiguistas, la consagración aconteció en el salto triple, llegando a ser un referente dentro de la llamada “Escuela Cubana” de triple salto.
Banderas tiene el honor de haber logrado con su principal estandarte, Yoelbi Quesada, la primera medalla olímpica y el primer título mundial, para Cuba en esta prueba (bronce, Atlanta 1996 y oro en Atenas 1997). Entre sus discípulos se encuentran, Yoel García, plata en Sydney 2000, Yamilé Aldama, plata en Sevilla 1999, Alexis Copello, bronce en Berlín 2009 y el multilaureado Enrique Cepeda (paralímpico).
La tercera partida ocurre con el velocista Osvaldo Lara Cañizares, uno de los principales exponentes criollos en los 100 metros, a finales de los 70 e inicio de los 80. El capitalino Lara (13 de julio de 1955), tuvo su mayor éxito competitivo cuando se impuso en los Juegos de la Amistad (Druzhba), celebrados en el, entonces Estadio Luzhnikí de Moscú, en 1984. Cuatro años antes, en ese propio escenario, había terminado quinto durante los Juegos Olímpicos. Entre sus más destacadas actuaciones se pueden citar, el título en la Copa del Mundo en Montreal 1979, integrando el relevo (4×100) América II; bronce en la Universiada de Sofia 1977; bronce en la Copa del Mundo, en Düsseldorf 1977 (4×100); plata en la eliminatoria América II (WPT), en Guadalajara, 1977; plata en Medellín 1978, donde logró registro personal con 10.11 segundos.
Varios meetings europeos tuvieron a Lara entre los premiados, como el PTS de Bratislava; Día Olímpico de Berlín, Golden Spike de Ostrava (1982); Fürth; Madrid, Brest, Firenze (1984) y Bydgoszcz, Torino (1985). En el plano nacional se disfrutó de una excelente rivalidad, entre Lara y Silvio Leonard, la mayor parte, zanjada a favor del cienfueguero.
Gloria eterna a estos tres dignos representantes del atletismo cubano.
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