por: Eddy Luis Nápoles
Se acercan los Juegos Olímpicos de París 2024 y con ellos pudieran estar regresando nuevamente las ferias de vanidades. Jolgorios y festividades en las que se vieron involucradas algunas de las primeras citas olímpicas. Por el momento, en la capital francesa, que acogerá por tercera ocasión un evento de esta magnitud, aparecerán varias “innovaciones olímpicas”.
Hace varios meses, Anne Hidalgo, alcaldesa parisina hacía el siguiente anuncio “en julio de 2024 me bañaré en el Sena”, con esa afirmación Hidalgo dejaba entrever que la ceremonia inaugural de París 2024, saldría del Estadio Olímpico algo que ocurrirá por primera vez en la historia olímpica. El desfile inaugural será un recorrido de seis kilómetros por el “Río Olímpico” y contará con unas 160 embarcaciones, del tipo bateaux-mouche, que serán utilizadas por las delegaciones participantes. Según datos ofrecidos por los organizadores, se esperan que unos 600 mil espectadores (cifras que se ha ido reduciendo) puedan presenciar la ceremonia de apertura. En gradas ubicadas en la zona baja de la ribera, podrán asentarse unos 104 mil espectadores, mientras otros 222 mil, lo harán desde la zona superior. También desde edificios y apartamentos con vista al Sena se podrá apreciar el acto inaugural, así como en las «zonas de fans» (50 mil). Los precios para las diferentes “preferencias” a lo largo del río, según sea la ubicación, oscila, entre 90 y 2700 euros.
Las competencias deportivas no escapan a las innovaciones olímpicas que proyecta la capital francesa para esta cita bajo los cinco aros. La carrera de maratón tiene un recorrido diseñado para llevar a los corredores por lugares emblemáticos de París, como el Hotel Ville, la Opera de París, el Jardín de Tullerías, la Pirámide de Louvre, la Plaza de la Concordia y la Torre Eiffel, entre otros; pero evadiendo las normas no escritas, en cuanto a los desniveles positivos (100) y negativos (150) normales en un recorrido. La ruta de la maratón parisina tendrá unos 436 desniveles positivos y 438 negativos. Por último, la carrera no concluirá dentro del estadio, como tradicionalmente había ocurrido en la mayoría de las ediciones anteriores, ahora la meta estará ubicada en la emblemática Torre Eiffel, escenario que llevará un graderío con capacidad para siete mil personas, a un costo de 24 euros las entradas.
También se ha hablado de otros costosos proyectos con pruebas atléticas fuera del estadio, como la avenida de la velocidad, salto con pértiga al lado de la Torre Eiffel o los 3000 con obstáculos por las calles adoquinadas de París. Por un momento, se imaginan a “Mondo” Duplantis intentando un récord mundial en un escenario desprovisto de protección a las corrientes de aire o Lamecha Girma tratando de sumergirse aún más por debajo de los ocho minutos, corriendo sobre adoquines. En su defensa, los organizadores del jolgorio olímpico, argumentan, facilitar un acercamiento del espectáculo al público y que a los Juegos Olímpicos se viene a ganar el título, no ha realizar grandes marcas. Para no abundar mucho, a esta última afirmación bien podría responderles el estadounidense Bob Beamon, inmortalizado por sus 8.90 en México 1968, pues la medalla de oro olímpica la subastó recientemente en New York a 441 mil dólares.
Ahora, les invito a realizar un recorrido por aquellas citas olímpicas que estuvieron invadida por esa llamada ferias de vanidades.
El noble francés Pierre Frèdy, barón de Coubertin tuvo la genial iniciativa de rescatar la realización de los Juegos Olímpicos para la Era Moderna, cuya primera edición se celebró en Atenas, Grecia, en el ya lejano 1896. Esta primera versión, a pesar de los obstáculos iniciales, podemos afirmar que transcurrió por los cauces normales, en cuanto a, fechas (entre el 6 y el 15 de abril), deportes convocados (atletismo, ciclismo, esgrima, gimnasia, halterofilia, lucha, natación, tenis y tiro); pero temprano Coubertin tendría que sufrir en carne propia el precio de su aventura olímpica, allí comenzaron a aparecer las “ferias de vanidades”.
La segunda edición no pudo albergar otra sede, que no fuera París, la tierra natal de Coubertin y allí el Barón tuvo que claudicar sus sanos ideales olímpicos. La cita “olímpica” se hizo coincidir con la Exposición Universal (15 de abril al 12 de noviembre de 1900); por lo tanto, hubo que espaciar los eventos competitivos a lo largo de seis meses, entre el 14 de mayo y el 28 de octubre. Ante la “perseverancia” de los organizadores, donde la Unión de Sociedades Francesas de Deportes Atléticos (USFSA) corrió con los derechos exclusivos sobre cualquier evento deportivo incluido en la Exposición; Coubertin perdió el dominio total de los Juegos, suplantado por un comité supervisor liderado por Daniel Merillon, que fue el encargado de confeccionar un nuevo calendario expandido durante toda la Exposición; que incluyó competencias profesionales en algunos deportes, esgrima y tiro; aparecieron otros deportes en los que se compitió por única vez, ecuestres (salto alto y largo), nado con obstáculos, críquet de dos días y tiro al pichón, entre otros.
El atletismo no se desarrolló en una pista, ni parecida a la que hoy conocemos, teniendo por sede a las instalaciones del Racing Club de Frances (Bosque de Boulogne), realizándose sobre un terreno irregular con árboles. En el ciclismo se celebraron pruebas para amateurs y profesionales. El cróquet representó el debut olímpico de las mujeres, un anciano inglés fue el único espectador que pagó para ver el torneo. En el florete, durante las rondas iniciales, se juzgaba el estilo, no el resultado, algunos competidores eran eliminados sin perder y otros, perdiendo, avanzaban a la siguiente ronda. La estadounidense Margaret Ives Abbott ganó el torneo de golf, pero nunca conoció que fue la primera campeona olímpica en la historia de Estados Unidos; resulta que Margaret estaba de visita en París con su madre y se inscribió para jugar golf, falleciendo en 1955, posteriormente se conoció que ese evento estaba dentro de los Juegos Olímpicos (1900). Las pruebas de natación se realizaron en el río Sena, nadando a favor de la corriente, lográndose tiempos muy rápidos para la época.
Dentro de la Exposición Universal se celebraron ocho torneos de polo (equipo de cuatro jugadores montados a caballo), únicamente fue considerado evento olímpico el Grand Prix Internationale de I’Exposition, ganado por el equipo Foxhunters, formados por ingleses, irlandeses y estadounidenses. Las pruebas de remo también tuvieron por escenario al río Sena, donde el cuatro con timonel fue toda una farsa, con varios cambios de criterios clasificatorios.
La siguiente edición de los Juegos Olímpicos, celebrada en San Luis, Estados Unidos, en 1904, también sufrió los embates de las ferias de vanidades, pues fueron incluidos dentro de la Exposición Universal, conocida acá como Louisiana Purchase Exposition; extendiendo el calendario competitivo, desde el 1º de julio hasta el 23 de noviembre. A pesar de los desembolsos monetarios y gastos colaterales, solo 42 atletas extranjeros lograron arribar a la sede olímpica. La segregación racial estuvo presente, desde la ceremonia inaugural, hasta los escenarios competitivos. Entre los deportes convocados, tuvieron un sitio, el juego de la soga, lacrosse y roque.
Todavía en Londres 1908, Coubertin vio ultrajados sus ideales olímpicos, pues la cita londinense siguió los derroteros de las dos anteriores, al ser incluida en el marco de la Exposición Franco-Británica, extendiendo el calendario competitivo, del 27 de abril al 31 de octubre. Entre los novedosos deportes olímpicos estuvieron, el bote motorizado, juego de palma, lacrosse, patinaje sobre hielo, polo, rackets, rugby y juego de la soga.
Aunque un poco extensos en su calendario competitivo (5 de mayo al 27 de julio de 1912), los Juegos Olímpicos de Estocolmo corrieron mejor suerte con las ferias de vanidades. Es importante destacar que el COI y su presidente (Coubertin) tuvieron que claudicar ante la negativa sueca de celebrar competencias de boxeo, deporte que estaba prohibido en Suecia. Los “suecos” quisieron eliminar la carrera de maratón, pero el COI argumentó que era una prueba emblemática. En cambio, Coubertin vio materializada una de sus ideas, la celebración de competencias de arte (arquitectura, literatura, pintura, escultura y música).
Amberes, Bélgica, celebró la primera edición olímpica de post guerra (1920), entre el 20 de agosto y el 12 de septiembre. Fue una cita acorde al momento que vivía Europa, transcurrida la Primera Guerra Mundial, con más de una veintena de días de duración y la presencia de algunos deportes que luego salieron del calendario olímpico (hockey sobre hielo, polo, rugby, tira y afloja).
La despedida olímpica del Barón Pierre de Coubertin aconteció en casa, en París 1924, con una extensa edición realizada, entre el 4 de mayo y el 27 de julio. Por su parte, Ámsterdam 1928 marcó el final de las ediciones olímpicas que tuvieron un extenso calendario competitivo (27 de mayo al 12 de agosto).
Volviendo a la actualidad, el Comité Olímpico Internacional, París, sede por tercera ocasión y Los Ángeles 2028, por segunda vez; se han puesto de “mutuo” acuerdo para ir retomando aquellas añejas ferias de vanidades, con la presencia de deportes con poca o ninguna tradición olímpica, como el skateboarding, el breaking (breakdance), la escalada o el surf, pero esto pudiera ser tema de un próximo trabajo.
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