Por Harold Iglesias Manresa

Jordan Alejandro Díaz  Fortún (23 de febrero del 2001) no solo es una máquina de dar saltos por encima de 17 metros, marca respetable incluso para triplistas de la categoría élite.

Con sus 17 abriles ha conquistado todo lo que a su alcance le ha puesto el atletismo.

Escogió esa ruta y de vida y sobre sus hombros ya pesan los títulos mundiales cadete o sub-18 (17.30); juvenil o sub-20 (17.15); y de los Juegos Olímpicos de la Juventud (17.04); además del subcampeonato en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla (17.27).

Por si eso no bastara con 17 años y 105 días se estiró hasta 17.41 metros, registro que lo convirtió en recordista absoluto entre menores de 18, y constituye además su marca personal.

Con semejante hoja de servicios, y con 11 brincos oficiales sobre la barrera de los 17, era presumible que fuera designado el mejor atleta juvenil del 2018 por la Confederación de atletismo de Norte, Centroamérica y el Caribe (NACAC).

Hablamos de una de las modalidades de mayor tradición y poderío en la historia del campo y pista antillano, a tal punto de que en el ranking de todos los tiempos, tenemos situados a una treintena de saltamontes con marcas iguales o superiores a los 17 metros.

De vuelta a los agraciados de NACAC, entre las damas juveniles fue seleccionada la velocista jamaicana Briana Williams, reina de los 100 y 200 metros en la cita universal de Tampere, y registros respectivos de 11.16 y 22.50 segundos. Con 16 años se convirtió en la más joven de todos los tiempos en acaparar el doblete dorado en una competición de ese tipo.

Entre mayores recibieron la distinción de más encumbrados el discóbolo jamaicano Fredrick Dacres (nueve victorias por encima de 68 metros), y la velocista bahamesa Shaunae Miller-Uibo (invicta en el doble hectómetro y la vuelta al óvalo con cronos cimeros de 22.06 y 48.97 segundos, por ese orden).

Ambos resultaron ganadores de la final de la Liga del Diamante en Bruselas, los Juegos de la Commonwealth y la Copa Continental de Ostrava.

Radiografía al “Jordan” del triple

Lleva el nombre del mejor basquetbolista de todos los tiempos, al menos desde mi modesta perspectiva, además del poseer el de Alejandro Magno; su parentesco con el legendario Rafael Fortún lo incita a querer emular hazañas, ser cada día mejor, soñar con títulos, preseas y récords.

Hurgar en los inicios en el deporte rey de este capitalino nos lleva hasta la escuela primaria René Ramos, donde los entrenadores Lien y Geikel lo iniciaron. En esos albores como es lógico para potenciar el desarrollo de los niños y visualizar sus posibles eventos de cabecera realizaba hasta seis pruebas. En la EIDE Mártires de Barbados esta cifra se limitó a dos, por lo que el salto de longitud y el de altura (posee 1.85 registrados en la página oficial de la IAAF) fueron los escogidos por él.

No fue hasta octavo grado que tuvo su primer romance con el triple. Su progresión desde el 2015 a la fecha, se escalona de la siguiente forma:

2015-14.60 metros.
2016-15.23.
2017-17.30.
2018-17.41.

Consciente de que el triple constituye una de la especialidades más complicadas tanto en lo físico como en lo técnico, además de en extremo rigurosa en materia de entrenamiento, Jordan aceptó el desafío, impulsado por sus rendimientos desde que se coronara en los Juegos Escolares del 2016, el primer triunfo importante de su incipiente carrera.

El discípulo de Ricardo Ponce experimentó este año lo que es sufrir una lesión, por lo que en el plano psicológico la vida también le ha impuesto crecimiento y fortaleza.

No resulta fácil asumir todas las responsabilidades del alto rendimiento, entiéndase rigor, disciplina, régimen de entrenamiento-descanso, cargas, limitaciones que chocan con lo habitual en cualquier joven de 16 años…

Sin embargo, Jordan parece estar convencido de que pese a su juventud, el sacrificio diario será variable de peso en su camino al éxito total.

Ya en Nairobi, Kenia, sede de la cita del orbe para cadetes, vivió una experiencia suprema con ese brinco de 17.30 metros en su cuarto intento.

Su calidad inobjetable ha hecho que Jordan esté en la mira de todos: Sebastián Coe, presidente de la IAAF lo calificó como una de las mayores promesas mundiales del atletismo; Cristian Taylor manifestó que se sentiría honrado de rivalizar con él en el futuro; y Yulimar Rojas se ha convertido en una entrañable amiga. Además Teddy Thamgo lo aconsejó en Nairobi.

Puede parecer abrupto encarar tamañas experiencias en un lapso tan breve de Tiempo. Jordan lo asume, está convencido de que no lleva una vida ni por asomo parecida a los jóvenes de su edad. Ha sacrificado las tardes de fútbol, el ir a fiestas hasta altas horas de la noche, otros entretenimientos.

Se ha refugiado en la música como aliada, ese elemento que le proporciona entretenimiento y paz interior. Cuando entra a la pista se transforma en un saltamontes felino. Admirador del propio Taylor, reconoce que el triple masculino cubano vive un buen momento, con notoria rivalidad interna y otros tres muchachos sobre 17 metros (Cristian Nápoles, Andy Díaz, Lázaro Martínez y Henry Luis Rosique).
Eso lo obliga a no descuidar ni el más mínimo detalle, exigirse a diario, devorar centímetros con su secuencia de carrera-brinco-paso-salto.

Pese a esa puja, confiesa que se respira un aire familiar entre todos los triplistas de casa competencias aparte. Tiene como divisa que cuando se entrena como es debido y se cumplen todas las indicaciones milimétricamente, los resultados salen.

Para este joven, plusmarquista universal con 17 años, es bueno que no se mentalice en demasía con marcas, quimeras, récords en el horizonte. Puede que antes de que lo sorprendan los 20 quiebre la cota para juveniles, 17.50 metros en poder del alemán Volker Mai (República Democrática de Alemania) desde el 23 de junio de 1985.

Tokio 2020 de seguro lo verá pugnar cara a cara con Taylor, uno de sus íconos y los otros pesos pesados del triple salto, como el también antillano nacionalizado portugués y as en la Liga del Diamante 2018, Pedro Pablo Pichardo. Una presea olímpica sería otra escala suprema en su camino a la gloria. Desde ya estudia a sus adversarios, así como estos lo vislumbran en calidad de un adversario de sumo cuidado.

Por ahora, que continúe consecuente, fortaleciendo cada plano muscular que sus 1.88 metros de estatura requieran, para salir luego en busca de la tabla y que el tanque lo vea clavar los pinchos en territorio de nadie.

Cierro con una estadística interesante, que dará fe del poderío de los triplistas cubanos: la relación de ases universales que hemos tenido en las categorías cadete y juvenil. Además, les dejamos la secuencia dorada y plusmarquista de Jordan en Nairobi 2017, el umbral de su irrupción entre legendarios de la modalidad.

Ases mundiales cadetes:

Dennis Fernández, 2003-15.77 metros.
Héctor Dairon Fuentes, 2005-16.63 metros.
Lázaro Martínez, 2013-16.63 metros.
Cristian Nápoles, 2015-16.13 metros.

Ases mundiales juveniles:

Yoelbi Quesada, 1992-17.04 metros.
René Hernández, 1996-16.50 metros.
Arnie David Girat, 2002-16.68 metros.
Pedro Pablo Pichardo, 2012-16.79 metros.
Lázaro Martínez, 2014 y 2016. Respectivos 17.13 y 17.06 metros.

(Tomado de Cubasi)