JavierSotomayoe_thumb.jpgPor: Kiara González Escobar/ tomado de OnCuba

Después de más de 20 años de que Javier Sotomayor Sanabria estableciera la mejor marca en la historia del salto alto -2´45 metros- y de sucederse temporadas sin que existieran candidatos fuertes a destronarlo, aparecen varias figuras jóvenes que inclinan la balanza hacia el fin del reinado de “El Soto”.

Sin duda alguna, esta especialidad acaparó los titulares de los principales diarios del mundo, cuando recientemente en Bruselas el catarí Mutaz Essa Barshim, de 23 años, logró sobrepasar el listón situado a 2´43 metros de altura. Un salto que pudiera tomarse como un adelanto de lo que muchos ven venir.

Pero lo cierto es que cada segundo que pase es un nuevo récord para Sotomayor, a quien los títulos no le opacan la sencillez, la ecuanimidad y esa autenticidad que lo caracteriza.

Él, como el pertiguista ucraniano Serguéi Bubka o el saltador de longitud estadounidense Mike Powell, jamás imaginó que sus registros lograran sobrevivir ante el desarrollo del deporte mundial contemporáneo. Javier Sotomayor no creyó que su mejor marca de por vida, establecida en Salamanca, España, el 27 de julio de 1993, llegara imbatible hasta nuestros días.

A propósito de la situación actual de este deporte y la consolidación de nuevas figuras a nivel mundial, Sotomayor sostuvo un encuentro con OnCuba, en el que también repasó pasajes trascendentales de su trayectoria deportiva.

“Desde que hice mi primer récord (2’43) en 1988, estoy convencido de que alguien lo va a superar. Aunque para suerte y orgullo mío ha durado bastante. Por supuesto, cada día que pasa me siento más contento por eso”, comenta Sotomayor.

“Ahora mismo hay varias figuras que han estado saltando con frecuencia sobre los 2´40. Sobre todo se destacan Bondarenko y Barshin, quienes para mí tienen las mejores condiciones. Han acechado el récord en varias ocasiones y sus intentos son muy buenos. Los veo técnicamente preparados y más que todo, con la disposición de superarlo, como no sucedía desde hace muchos años.

“No había competidores que entre ellos se retaran para lograr grandes saltos. Creo que si no se hubieran tenido el uno al otro como contrincante, no hubieran logrado lo que hasta hoy.

“Agradezco que me haya tocado la que para muchos fue la mejor época del salto de altura. Los mejores competidores de la historia estuvieron en mi momento; la rivalidad en la competición fue lo que propició que yo saltara tanto. No es hasta ahora que aparecen varios hombres en la misma temporada sobrepasando los 2´40”, destaca.

Seguramente al Astro de las alturas le preguntan a diario por la posibilidad real de que su récord sea superado. “No tengo la respuesta para esa pregunta pero lo cierto es que tienen todas las condiciones para hacerlo. Por mi experiencia puedo decir que el hecho de saltar sobre los 2´40 o un poquito más en una temporada no quiere decir que se haga récord. Yo, por ejemplo, en una temporada salté diez veces sobre esa marca y no hice récord del mundo. Cuando establecí el 2´43 solo había sobrepasado la varilla en los 2´40 tres veces. Hay otros saltadores que han tenido gran estabilidad y no han hecho récord. Lo que sí es innegable es que tanto Bondarenko como Barshin están muy bien”.

¿Cuál de los dos tiene más posibilidades, técnicamente hablando?

“Técnicamente Barshim salta mucho mejor que Bondarenko, pero en disposición Bondarenko lo supera, a pesar que el qatarí ha tenido mejores momentos y es quien más ha saltado con 2´43. Creo que ambos están muy bien, mentalmente uno más preparado que el otro…”

¿Qué siente Sotomayor cuando se acercan a la marca 2´45?

“Primeramente disfruto muchísimo ese momento porque es una gran competencia que hacen ellos dos más que todo. No puedo negar tampoco que sienta cierta extrañeza porque no se trata de que yo quiera que rompan el récord aunque siempre he estado convencido desde hace 26 años de que algún día tendrá que llegar la hora. Yo nunca pensé el 8 de septiembre de 1988 que en la actualidad todavía sería recordista del mundo. Yo miraba la secuencia de los récords desde que comenzó el salto de altura y nunca duraron más de tres o cuatro años. Por eso me siento muy orgulloso y siempre he estado consciente de que si no es Barshim o Bondarenko, será otro. Durará una o dos, no sé cuántas temporadas más. En el salto de altura todos los récords están para superarse”.

Ciertamente uno de los temas que más se debaten en torno a la superación del 2´45, es una supuesta retribución que debe recibir todo recordista mundial mientras esté vigente su marca. ¿Recibe Sotomayor algún tipo de remuneración por la vigencia del 2´45?

“No, realmente los récords del mundo a nivel internacional se pagan en dependencia de los contratos que haga cada atleta con firmas como ADIDAS o al club al que pertenece, que no es el caso nuestro. Nosotros competíamos con ADIDAS, pero a través de un contrato colectivo con todos los deportistas de Cuba no conmigo específicamente. Tampoco pertenecí a ningún club. La federación paga los récords al momento de establecidos, no de forma anual. Yo por eso no recibo nada y lo que quisiera es que permaneciera por un orgullo personal, no por cuestiones monetarias. El día de mañana cuando ya no sea el recordista, seguiré siendo el mismo Sotomayor de siempre, aquel que nació el 13 de octubre de 1967”.

Hablemos del caso de Cuba, donde el salto de altura hoy carece de figuras representativas, ¿qué crees al respecto?

 

“Bueno, tuvimos a Víctor Moya, quien llegó a saltar 2´35, incluso fue medallista de plata en un mundial y campeón panamericano. Pero luego de sufrir una lesión durante un Centroamericano de la disciplina no se ha recuperado más, sobre todo mentalmente. A mí particularmente me parece que quienes lo siguen no son atletas como para superarlo.

“Hoy tenemos muchachos que saltan 2´25, una marca que no es suficiente para incluirse en la elite mundial. Creo que con ese resultado no podemos ni aspirar a ganar los Juegos Centroamericanos y del Caribe. Para suerte nuestra son jóvenes. Sergio Mestre, por ejemplo, estuvo lesionado pero ya está convalidado por lo que puede llegar a unos 2´30 o 2´35 metros que de igual manera no le permitirá a llegar a las marcas de Bondarenko o Barshim pero sí destacarse a nivel de área geográfica.

El talento existe puesto que están los atletas con buenos resultados en categorías juveniles y de cadetes, lo que espero es que no se pierdan, o mejor, que no los pierdan sus entrenadores, asegurando que las secuencias de entrenamiento, entre otras cosas, sean lo más completas y perfectas posibles. Ojalá los mismos resultados que están teniendo a temprana edad los pudieran mantener pasados los 20 años”.

¿Qué factores determinan tal situación?

“Refiriéndome al atletismo de manera general, creo que influye el déficit de implementos deportivos, la insuficiente participación en eventos internacionales y la falta igualmente de competencias nacionales. Todo esto hace que la preparación técnica de los atletas no sea la mejor. Para alcanzar resultados, además de buenas condiciones de entrenamiento es imprescindible el fogueo, tanto nacional como internacional”.

Ahora bien, ¿cómo recuerda Javier Sotomayor aquel lugar y aquella fecha en que saltó 2´45?

“De Salamanca los recuerdos son varios y muy buenos todos. Fueron días espectaculares en cuanto a clima, por los competidores, por mis compañeros, y yo me sentía física y mentalmente muy bien preparado.

“Este fue un récord que esperaba, porque ninguno llegó casuísticamente. Que hayan sido dos de ellos en Salamanca sí es una casualidad. En el 88 las intenciones eran de hacer el récord en las Olimpiadas, pero en esas los representantes cubanos no participamos, quedaba solo una competencia internacional y entonces fuimos a Salamanca. El récord del 93 pudo haber sido una semana antes o quizás después. Más que todo una semana antes cuando en Londres yo salté 2´40 pero desgraciadamente llegó mi mayor enemigo, el agua. Salté 2´37, 2´40 y no llegué a intentar récord del mundo porque la pista estaba mojada. La semana siguiente fue la competencia en Salamanca y salió el 2´45”.

Javier Sotomayor cobija todos los premios habidos y por haber dentro de las competiciones del atletismo mundial que le tocó vivir: seis Campeonatos del mundo,  tres Juegos Centroamericanos y del Caribe, igual número de títulos en Juegos Panamericanos y el Oro Olímpico en Barcelona´92. Detrás de los grandes deportistas por lo general siempre encontramos excepcionales entrenadores, ¿en qué medida son estos últimos responsables de los triunfos del atleta?

“Soy de la opinión de que un atleta tiene que nacer para destacarse y eso lo logra preparándose. Pero también debe contar con la suerte de tener un entrenador a su lado que le permita explotar todas sus capacidades. Creo que pone más el atleta que el entrenador; sin embargo los resultados solo se ven si tiene un buen guía. Diría yo que representan entre el 30 o 40 por ciento de los resultados.

“Cada uno de ellos tuvo su papel en mi formación como atleta y como persona, cada uno en su momento. Desde Limonar con Carmelo Benítez, que fue quien me inició. En la EIDE, tres entrenadores que tuve: Remigio, José Anacleto Espinosa Reyes y José Luis Nocedo. Luego en la Habana dos más, Godoy y Guillermo. A cada uno tengo que agradecerle por lo que hicieron por mí y por todo lo que forjaron en mí como persona.

“Mi primer entrenador en Limonar (Matanzas) influyó mucho sobre todo en iniciarme en el atletismo, era muy atento, siempre estaba detrás de los atletas, ayudó a que me gustara el deporte, me enseñó la disciplina para tener buenos resultados. En la EIDE (Escuela de Iniciación Deportiva) también tuve otros que hicieron lo propio, pero al que más agradezco es a José Godoy Sánchez, quien estuvo conmigo desde al año 1982 hasta 1990 cuando falleció, con él llegué a saltar 2´44. Él me educó no solo en el terreno deportivo sino fuera del mismo. Todos mis resultados y creo que también mi vida, socialmente hablando, se la debo a él”.

De todos los premios que recibiste, ¿cuál representa más?

“Para casi todos los deportistas la medalla olímpica es lo más deseado. No es que la ponga en un segundo plano, pero si yo hubiera tenido el récord del mundo por poco tiempo, lo más importante hubiera sido la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992. Sin embargo, contar con el récord por más de 25 años, no tiene comparación. De hecho, en el mundo los aficionados me conocen más por el récord del mundo que por ser campeón olímpico, aunque muchos lo saben”.

En el 2001 se retira del deporte activo y trece años después de tomar tal decisión confiesa haberse acostumbrado un poco. “Al principio fue muy difícil para mí. Estuve un año, yendo a la pista sin llegar a la media luna del salto alto, es decir, sin pisar el lugar donde saltaba. Cada vez que veía cualquier evento o mitin deportivo, me sentía con mucha nostalgia. Y hoy igual la siento pero en menor medida, me he adaptado a la idea de que ya no puedo saltar más.

“Siempre me gustó la música y estuve alrededor de cuatro años con un proyecto musical; fundé el grupo Salsa Mayor que me hizo sentir bien, sobre todo conmigo mismo. Fueron años que no sabía qué hacer con el tiempo libre que había obtenido luego de que me retiré y lo empleé en algo que me fascinaba: la música.

“Quienes empezaron en aquella época en Salsa Mayor se sintieron muy bien, para la mayoría fue una escuela, allí se dieron a conocer y hoy algunos siguen en la agrupación, otros pertenecen a orquestas de primera, como la de Pupy y los que Son Son, la Charanga Habanera, Elito Revé y su Charangón, etc.

“Nunca me dediqué a entrenar directamente. No por falta de interés, solo que me hubiese sentido frustrado por no encontrar a un atleta que lo hiciera como yo”.

Después de tantos éxitos alcanzados, puede parecer que cumpliste todos tus deseos, el retiro permite pensar en las cosas que quedaron, ¿qué te faltó por hacer?

“Pues me hubiese gustado saltar 2´47. Muchas personas piensan que el salto de 2´45 fue una casualidad pero yo no lo creo así, la evolución mía decía lo contrario, tuve muy buenos resultados desde los 16 años. Creo que pude, al menos saltar 2´46 o 2´47. Las continuas lesiones y la muerte de mi entrenador en 1990, fueron dos factores que me impidieron lograrlo, pero ese era mi objetivo”.

Mientras muchos atletas ven caer sus marcas una y otra vez, Sotomayor se acerca a los 27 años de ostentar el récord del mundo en salto alto sin que aparezca el candidato que ocupe su plaza. Ya veremos si en la siguiente temporada de atletismo los saltadores se presentan con los mismos o mejores bríos para superar la altura que hasta hoy solo ha sido una utopía. Al tiempo que Barshim comienza a considerarse como el nuevo príncipe de las alturas, no queda la menor duda de que “El Soto” continúa siendo el Rey.