En una Argentina donde la pobreza aumentó en un año ocho puntos hasta un 35,4%, donde el máximo opositor del gobierno de Macri, Alberto Fernández, trabaja en la unión de las fuerzas laborales; se desarrolló el pasado martes, 2 de octubre, el Superclásico entre River Plate y Boca Juniors como parte de las semifinales de la Copa Libertadores.

Rápidamente, la prensa sudamericana y del mundo, empezó a sacar chispa del partido, incluso antes de que se celebrara. Muchos medios apelaron a la posibilidad de venganza de Boca Juniors, luego de que en 2018 River Plate les arrebatara la final del torneo más prestigioso de América.

En aquella ocasión, después de un empate a dos en la Bombonera, los Millonarios derrotaron 3-1 a los Xeniezes sobre la grama del estadio Santiago Bernabeu.

En esta ocasión, no hubo necesidad de trasladar el partido fuera de las fronteras argentinas, porque 2000 efectivos de la policía fueron desplegados en Buenos Aires para velar por la seguridad de futbolistas y aficionados. En 2018, la vuelta de la final no pudo disputarse en el Monumental debido a que los hinchas de River apedrearon el ómnibus que trasladaba a los jugadores de Boca; sin embargo, ahora el autocar de la Mitad más Uno contó con custodia permanente, además de cristales blindados resistentes a cualquier proyectil.

Las entradas solo se vendieron a aficionados locales como suele ocurrir en Argentina. La recaudación fue récord: 120 millones de pesos (equivalente a dos millones de euros). Unas 70 000 almas colmaron el estadio. El único incidente lamentable resultó ser la muerte de un aficionado de River, de 51 años, que sufrió un infarto mientras se trasladaba al partido.

Con el silbido del árbitro brasileño Klaus, el balón comenzó a rodar. Ya ambos conjuntos se habían enfrentado el 1 de septiembre en Liga, en duelo que terminó con empate sin goles. No obstante, en esta oportunidad los locales apabullaron a la visita. Un gol de penal de Santos Borré al minuto 7` y otro de Ignacio Fernández al 69 sellaron la victoria 2-0.

En el final del partido Nicolás Capaldo vio la tarjeta roja. El esquema de Marcelo Gallardo superó al de Gustavo Alfaro, que no otorgó la titularidad a De Rossi ni a Tévez. River Plate pudo extender más el marcador pero Andrada salvó a Boca varias veces. Aunque Boca Juniors mostró carácter en la cancha, le faltó complementar el aplomo con fútbol. De esta forma crece su mala racha en el Monumental, en el cual no ganan por Copa Libertadores desde 1991.

El desenlace de esta historia ya tiene lugar y fecha: el 22 de octubre en la Bombonera. El Xeneize tratará de remontar, no le queda de otra.

Por su parte, Flamengo y Gremio empataron a uno en el otro cotejo semifinal a la sombra del superclásico argentino.

Este año la final de la Libertadores exhibe novedades: será a un solo partido, en un estadio seleccionado con anterioridad (Estadio Nacional de Santiago) el 23 de noviembre.