Es innegable que el deporte ha evolucionado mucho en los últimos años, movido, sobre todo, por la desmedida comercialización, se ha incrementado el número de competencias, la televisión ha tenido un papel predominante y decisivo en todos los avances experimentados por el deporte a nivel mundial, pero los principios que rigen el entrenamiento deportivo, aquellos que “promulgó” Matveev en su libro Fundamentals of Sports Trainning, no han cambiado mucho, son casi los mismos.

Ahí están firmes como un jiquí, con su individualización, de lo general a lo especial, adaptación, conciencia, sistematización, aumento progresivo y gradual, ondulación y supercompensación, de las cargas. Luego han ido apareciendo variantes, teniendo en cuenta, las exigencias derivadas del modelo competitivo que se ha venido implementando, así, tenemos el período directo a competencia (PDC), los ciclos de acumulación, transformación y realización (ATR) y el entrenamiento en bloques, entre otros, siendo este último modelo el que le ha ocasionado las mayores alteraciones a la propuesta de Matveev.

En síntesis, estos fundamentos del entrenamiento orientan que el proceso de preparación deportiva, debe ir dirigido a la consecución de rendimientos superiores, una vez que se haya iniciado el ciclo preparatorio, siempre y cuando, se apliquen correctamente todos los postulados, que estos principios plantean.

No es específicamente de entrenamiento deportivo que quiero comentarles hoy, pero sí está directamente relacionado a él, es de su manifestación externa, es decir, los rendimientos que expresan los atletas, en este caso, los cubanos durante la temporada, como consecuencia del entrenamiento recibido.

En un trabajo anterior, sobre los títulos conquistado por el atletismo cubano en Juegos Olímpicos, me referí a los rendimientos alcanzados por los atletas que a esa instancia, subieron a lo más alto del podio, donde la mayoría de ellos, realizaron sus mejores marcas de la temporada, incluso, algunos lograron lo mejor de sus vidas.

En la actualidad esa tendencia se ha revertido y salvo, raras excepciones, muy pocos atletas cubanos llegan en su mejor momento competitivo a las principales competencias. Sí tomamos como muestra la temporada que terminó con la cita mundial de Doha, tenemos que, en los Juegos Panamericanos de Lima, el atletismo criollo tuvo 46 participaciones, con solo 11 mejores marcas logradas (23.91%), en el mundial qatarí fueron 18 opciones, con apenas cuatro marcas del año (22.22%). El resumen de los dos eventos, las principales competencias del año para el atletismo, muestra que, solo el 15.97% de los atletas cubanos que tomaron parte en ellas, lograron materializar su mejor desempeño, en una o en ambas. Los ejemplos visibles en los desempeños de Luis Zayas, Roxana Gómez y el 4×400 femenino.

En la justa panamericana el campo y pista criollo conquistó cinco títulos, dos preseas de plata y dos de bronce. Sí hipotéticamente, los atleta hubieran manifestado en Lima su mejor desempeño, la cosecha sería de seis títulos, tres medallas de plata y seis de bronce. En tanto, una actuación similar en Doha (1-1-1), también hubiese mejorado el medallero criollo, con una presea de bronce, que pudo, ser, cuando menos, plata, sumando otra de bronce (1-2-1), así como la presencia de varios finalistas más.

Tanto en la temporada que ya dijo adiós, como en otras anteriores, varios atletas cubanos plasmaron sus mejores rendimientos anuales en los meses de febrero, marzo y mayo. En un bojeo realizado a las mejores marcas expresadas durante la temporada 2019 y tomando como muestra 119 resultados (incluye atletas que compitieron en dos o más pruebas), arrojando los siguientes dividendos; 35 de ellos, fueron obtenidos en junio (41.65%), 32 en febrero (38.08%), 16 en marzo (19.04%), 14 en mayo (16.66%), 10 en julio (11.90%), 7 en agosto (8.33 %), 3 en octubre (3.57%) y 1 en abril y septiembre (1.19%).

Ahora, les ofrezco otros datos reveladores y complementarios de los anteriores, las principales competencias para el atletismo cubano en esta temporada fueron; los Juegos Panamericanos (Lima, del 26 de julio, al 11 de agosto); el Campeonato Mundial (Doha, del 27 de septiembre, al 6 de octubre) y el Campeonato Panamericano Juvenil (San José, del 18 al 21 de julio).

Llama poderosamente la atención los siguientes aspectos, el 82.35% de las mejores marcas del año fueron logradas antes del período donde estaban enmarcadas las competencias principales; solo el 17.64% fueron obtenidas en ese lapso de tiempo y de los 15 atletas/pruebas presentes en el Panamericano Juvenil de San José, en ninguna se logró la mejor marca del año.

Una mirada al concepto de entrenamiento, nos expresa lo siguiente: “Es cualquier preparación o adiestramiento con el propósito de mejorar el rendimiento físico o intelectual. El entrenamiento implica una preparación física, técnica y psicológica para el desarrollo máximo de las capacidades del deportista”.

Entonces, un ciclo de entrenamiento bien concebido, planificado, orientado, controlado y asimilado, debe rendir sus mejores frutos al finalizar el mismo, o mejor dicho, en el período competitivo, con énfasis en las competencias fundamentales, no a mediados y mucho menos durante la primera etapa, pero algunos de estos adjetivos no deben estar viviendo sus mejores momentos dentro del atletismo cubano.

¿Cuáles serían las causas que provocan esta problemática en el atletismo cubano actual? Le estará faltando conocimiento y habilidades a la mayoría de los entrenadores actuales, para orientar a sus discípulos hacia el logro de rendimientos óptimos en el momento deseado o varios de los atletas criollos, en la actualidad, carecen de cualidades volitivas y psíquicas para enfrentar con éxito los momentos cumbres.

Los métodos del entrenamiento deportivo, pueden haber variado, obligado por el escenario competitivo actual, pero la mayoría del atletismo cubano sigue a la antigua, muy alejado de la realidad.