Por: René Navarro Arbelo/ Tomado de su muro en Facebook

Soy de los que acostumbro a caminar con muchísima frecuencia por el hermoso Paseo del Prado de la capital cubana. Disfruto de todas esas bellezas arquitectónicas que adornan los sitios más céntricos de La Habana. Cientos de turistas llegados desde otros rincones del universo o los propios cubanos que visitan esta zona, desean posar o llevarse un recuerdo de esas vetustas y bellas edificaciones que encontramos desde la calle Monte hasta Malecón. Varias de ellas reparadas en los últimos tiempos con el toque y la depurada terminación que debe distinguir siempre nuestro patrimonio.

Pero… el pasado domingo fui testigo de toda esa energía que es capaz de desatar el fútbol. Recién concluido el clásico Barcelona – Real Madrid, decenas de banderas invadieron el populoso Prado. Apenas a 100 metros de distancia, en la calle Consulado, se ubica la sede de los catalanes. Cuando minutos antes transitaba por la Calzada de 10 de Octubre y llegaba hasta Cuatro Caminos o subía por la calle Monte, descubrí hasta tres grupos de personas en cada cuadra comentando sobre el resultado del partido. Ni hablar de las exclamaciones de júbilo que acompañaron en casas y edificios cada gol de uno u otro bando.

El fútbol se apoderó con mayor fuerza que nunca de las calles de La Habana. No puedo decir con certeza si esa misma efervescencia se vivió en otros territorios del país.

Lo cierto es, amigos míos, que ni en los mejores tiempos del béisbol cubano pude observar ese festivo y sano ambiente.

Esta situación de abrumadora y multimillonaria tele-radio audiencia, se dio a conocer en prestigiosos medios de prensa de diferentes regiones del mundo. Es cada vez más y más en cualquier nación del planeta.

En junio de 2014 me referí a este tema y algunos muy buenos colegas de profesión me tildaron de exagerado. Creo que el movimiento deportivo mundial y los millones que adoran el fútbol, tendrán que agradecer eternamente que exista hoy la Liga Española u otras del viejo continente que nos llegan a través de la televisión. Messi y Cristiano Ronaldo son los máximos abanderados individuales de esa popularidad, pero detrás hay otros ilustres nombres que contribuyen a desbordar nuestras simpatías.

Necesariamente debo repetir ahora algunos párrafos que redacté hace casi tres años:” nadie pudiera haberse imaginado en el siglo anterior que esas dos figuras y todo el sentimiento pasional de identidad que motiva la grandeza del fútbol, cambiaría las preferencias deportivas de nuestros jóvenes. Cuando usted se acerca a esta nueva generación en cualquier esquina de La Habana, el tema que prevalece es el fútbol internacional. Conocen las nóminas completas del Barza, el Real Madrid, el Bayern o la Juventus”.

“Pero tan sorprendente como esta diaria inquietud de esa fresca sangre, es que el contagio llega igualmente a padres y abuelos, quienes ahora leen, ven, escuchan y discuten sobre este tópico, para por lo menos, aportar algo y no quedarse callados “.

“Si usted sintoniza una emisora de radio o espacios de la televisión el capítulo fútbol ocupa varios minutos; quizás se convierta en el centro del programa. Comentaristas que muchas veces no pasan los 25 o 30 años de edad brindan una lección estratégica de planteamientos ofensivos y patrones de defensa. Se presentan con dominio de todo el plan que debe seguir el entrenador y hasta se atreven a sugerir cambios de jugadores”.

Para resumir, amigos míos, es una realidad que la “enfermedad” del fútbol seguirá en ascenso SIN LÍMITES NI FRONTERAS.