Por el DrC José Ramón Fabelo Corso

Todos estamos insatisfechos con los resultados de Cuba en las Olimpiadas de París 2024. ¿Se llegaron a las 5 medallas de oro? No. ¿Se logró incluir a Cuba entre los 20 primeros países? No. Todos recordamos con nostalgia un Barcelona 1992 cuando Cuba quedó en quinto lugar con 14 medallas de oro. Sin embargo, ¿ha sido un desastre?, ¿es la debacle definitiva del deporte cubano? Creo que, si hemos de ser justos, tenemos que responder que tampoco.

A pesar de todo lo que por debajo pudieron quedar los resultados en relación con lo previsto oficialmente y en relación con nuestras propias expectativas “no oficiales”, esos resultados (2 oros, 1 plata y 6 bronces, 9 medallas en total) ubican a Cuba (10 millones de habitantes) en el lugar 32, el segundo país mejor ubicado de América Latina y el Caribe, solo superado por Brasil en el lugar 20 (3 de oro, 7 de plata, 10 de bronce y 20 en total, con 215 millones de habitantes). Por debajo de Cuba quedó en nuestra región latinoamericana y caribeña una tradicional potencia olímpica, por sus recurrentes resultados en atletismo, como Jamaica (lugar 44, 1-3-2-6). Pero quedaron también por detrás otras naciones hermanas como Ecuador (lugar 49, 1-2-2-5), Argentina (lugar 52, 1-1-1-3), Chile (lugar 55, 1-1-0-2), Santa Lucía (lugar 55, 1-1-0-2), República Dominicana (lugar 59, 1-0-2-3), Guatemala (lugar 60, 1-0-1-2), Dominica (lugar 62, 1-0-0-1), México (lugar 65, 0-3-2-5), Colombia (lugar 66, 0-3-1-4), Panamá (lugar 74, 0-1-0-1), Granada (lugar 80, 0-0-2-2), Puerto Rico (lugar 80, 0-0-2-2), Perú (lugar 84, 0-0-1-1). Ningún otro país de América Latina y del Caribe alcanzó siquiera una medalla. Y no son pocos: Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados, Belice, Bolivia, Costa Rica, El Salvador, Guyana, Haití, Honduras, Nicaragua, Panamá, Paraguay, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, Surinam, Trinidad y Tobago, Uruguay y Venezuela.

Claro que no puede haber triunfalismo, pero tampoco debemos ser injustos con nosotros mismos. De lo que se trata ahora es de hacer el análisis crítico y autocrítico, siempre constructivo, en todos los deportes y disciplinas, análisis que debe ser de abajo hacia arriba y no al revés, como lamentablemente es frecuente que ocurra, es decir, poniendo en primerísimo lugar las opiniones y criterios de atletas y entrenadores, sin excluir por supuesto a especialistas técnicos y directivos. Y debe ir de abajo hacia arriba porque cada deporte y cada disciplina necesita análisis desde sus particularidades y soluciones propias y no respuestas generales y comunes que bajen verticalmente desde las autoridades superiores sin tener en cuenta esas particularidades. Hay que rescatar y exigir que se rescate mucho de aquellos elementos ejemplares del sistema deportivo cubano y de sus valores que hoy se han perdido o están en camino de perderse. Y también hay que innovar, adaptarnos a las características del mundo de hoy. Ningún atleta ni ningún entrenador debería enfrentarse a una disyuntiva excluyente entre seguir creciendo profesional y económicamente, por un lado, y continuar representando a su país de origen en la arena internacional. No debe darse esa exclusión, al menos no por parte nuestra. Hay que trabajar para que cada atleta y cada entrenador decida libremente (y no por temor a sanciones) seguirle dando todos sus logros deportivos a su país de origen. Si acaso decidiera no hacerlo así, que sea por exclusiva decisión propia. El deporte necesita ser nuevamente priorizado al nivel que merece nuestro pueblo, que sigue, vive y disfruta los resultados de sus deportistas como pocos en el mundo.

El deporte tiene que volver a ser, no en discursos, sino en la realidad, un verdadero derecho del pueblo. A nuestros excelentes deportistas y entrenadores y, de acuerdo con el nivel de cada cual, hay que mimarlos, consentirlos, apoyarlos en todo lo posible. Ellos son ejemplos, paradigmas a imitar por los niños y los más jóvenes. Hay que hacer coincidir los intereses personales de atletas y entrenadores con los generales de cada deporte y disciplinas. En caso de ser necesario priorizar hay que poner por encima los intereses del deporte, de la disciplina, los resultados por los que se trabaja. Hay que hacer verdaderos equipos de trabajo. Sí hemos de integrar un relevo para una competencia de primer nivel, por ejemplo, no puede ocurrir que no esté integrado por los o las atletas que están en condiciones de contribuir al mejor resultado.

En fin, creo que no debemos mirar con pesimismo al futuro. Eso puede resultar desalentador y poco estimulante. Creo que debemos ponernos a trabajar ahora mismo para que ese futuro sea mejor que el presente y hacer cada uno desde su espacio particular todo lo posible para que así sea