Por: Abel Castillo Noriega, Lilian Cid Escalona y Andy Bermellón Campos/Fotos: Deporcuba
Especial para CubaxDentro
Cuando se hable de deporte en Cuba hay que hacer referencia obligada a una persona que se ha dedicado en cuerpo y alma al periodismo deportivo. Un hombre que sin haber pasado por la academia ha dejado bien alta la varilla para los jóvenes que empezamos a incursionar en esta disciplina.
El profe o simplemente Elio como le gusta que le llamen se encuentra jubilado desde hace 10 años pero se mantiene colaborando con el sitio digital Cubahora. En esta función nuestro mentor se preocupa por mostrarle a las nuevas generaciones las figuras que hicieron época en el deporte cubano. Y es que Elio Menéndez aparece en los anales de la historia de la prensa cubana por méritos propios.
Reconocimientos como el Premio Nacional de Periodismo José Martí y el Abelardo Raidi que concede la Federación de Periodistas Deportivos de América corroboran esta afirmación. Su extenso currículo incluye además diez premios en el concurso nacional de periodismo deportivo José González Barros y las distinciones Mártires de Barbados y Orden al Mérito Deportivo.
Hablar con Elio Menéndez es un privilegio porque este hombre aborda la vida desde una óptica novedosa y con pinceladas sugerentes. En un día tan significativo como hoy en el que se celebra el día de la prensa, nuestro blog publica esta entrevista como homenaje al que es considerado el decano del periodismo deportivo cubano.
Usted llegó al periodismo de la mano de Bobby Salamanca. Háblenos cómo fue trabajar con este gran comentarista y periodista deportivo.
Juanito –así lo llamábamos entonces- y yo nos conocíamos desde niños, amistad fortalecida por nuestra común afición a la pelota y al boxeo. Muchachos como éramos nos procurábamos cinco centavos para acudir al “gallinero” del cine Gardel , próximo a la Virgen del Camino, para ver la revista Los Reyes del Ring, un compendio de las mejores peleas de boxeo profesional de todos los tiempos. Cada fin de semana íbamos a los portales de la Manzana de Gómez donde comprábamos el Sporting News suplemento que resumía las actividades del beisbol profesional en los Estados Unidos. La vida nos separó por algún tiempo Bobby, así le llamaban entonces, trabajaba en el periódico Noticias de Hoy y yo recién llegado de los Estados Unidos andaba en busca de trabajo cuando una tarde de agosto de 1960 nos tropezamos accidentalmente en la calle Reina. Luego del alegre saludo y añoranzas de tiempos idos , el amigo de la infancia que nunca se “destiñó” me presentó en el periódico donde trabajaba y gracias a su ayuda y a la de Daniel Reguera, jefe de la página deportiva en ese momento, me quedé como colaborador .
Después de este feliz inicio compartí con Bobby informaciones de la pelota nacional en el periódico Granma: yo describía el juego, sus resultados y él escribía con su brillantez característica la muy gustada sección Ocurrió en el Stadium; fue tiempo de gran disfrute para mí al lado de quien no solo era mi amigo sino el mejor periodista y narrador deportivo (¡Azúcar!) después de 1959. Desafortunadamente la muerte temprana de Bobby impidió consumar un viejo anhelo, que él en los umbrales de su partida me recordó con tristeza desde su lecho de muerte: escribir un libro entre ambos que recogiera nuestras vivencias en el mundo del deporte.
-¿En que se diferencia el periodismo que se hacía en la Cuba prerrevolucionaria al de nuestros días?
Te diré que ha cambiado mucho. El periodismo cubano incluido el deportivo respondía a intereses que no eran propiamente los del pueblo. Se publicaba mucho del deporte profesional y especialmente de la pelota de Grandes Ligas en tanto el amateurismo apenas se divulgaba. Primero salía la foto de Austro, un caballo de carreras y el box score de un partido de las Mayores que la del velocista Rafael Fortún tras ganar una medalla de oro panamericana. Las páginas que atendían al deporte se llamaban “Páginas de Sport”.
-¿Qué herramientas o cuáles características debe tener un buen periodista?
Ante todo ser respetuoso con los lectores que equivale a respetarse a sí mismo. El periodista, además de vocación, debe ser un apasionado del sector que le corresponda atender y si es de deportes echar a un lado el triunfalismo y el elogio fácil que lejos de ayudar perjudica. El ejercicio de la crítica, siempre que sea constructiva, es la mejor forma de ayudar; ni paternalismo barato ni crear falsas expectativas sensibleras, un mal que cada día se propaga más y que el aficionado conocedor repudia. Esto no solo hace daño al atleta sino al propio periodista.
-¿Cuáles son los principales retos que enfrentan las personas que incursionan en el periodismo deportivo?
La incomprensión por parte de algunos –bastantes- funcionarios que parapetados tras el síndrome del misterio hacen caso omiso al trabajo del periodista y esconden informaciones que primero llegan al lector -para descrédito de la prensa nacional- por canales que no son los más apropiados y muchas veces tergiversadas.
Además y me refiero a la prensa escrita no cuenta con espacio que se corresponda con el amplio movimiento deportivo que hoy se desarrolla en nuestro país.
-¿Cómo surge su predilección por la crónica deportiva?
El deporte, en especial la pelota, me lo metió en las venas mi padre, un asturiano fanático al beisbol, que de la mano me llevó a cuanto terreno de La Habana, con gradería o sin ella( no importaba si fuera el Vedado , Cerro o San Miguel ) donde se jugara aquella pelota llamada de “manigua” que algunos calificaban de brava y yo de romántica. De mi inclinación a escribir échenle la culpa a Eladio Secades con sus brillantes crónicas que devoraba diariamente en el Diario de la Marina, al que destinaba los centavos de mi merienda escolar.
-Háblenos de su tránsito por el periódico Juventud Rebelde y en especial de la sección Tiempo. ¿Cómo era el proceso de selección de los temas que trataba en dicha sección?
A Juventud Rebelde llegué en 1971 procedente de Granma, diario del cual fui fundador. En el periódico de la juventud cubana me mantuve hasta mi jubilación en 2002 y fueron esos 31 años inolvidables para mí. Fue allí que me formé realmente como periodista ayudado principalmente por los siempre bien recordados Ricardo Saénz un gigante de la profesión, y Jorge López Pimentel, el mejor director con quién trabajé en un periódico.
Respecto a la sección ¡Tiempo! no hubo jamás proceso de selección de sus temas. Yo sentía la necesidad de legar a las nuevas generaciones conmovedoras anécdotas de un pasado que no conocieron e interesantes vivencias más cercanas y ¡Tiempo! me dio la oportunidad de hacerlo. Algunas de esas crónicas fueron recogidas en el libro Swines a la Nostalgia por la Editorial cienfueguera Mecenas en edición agotada y no reeditada.
-¿Qué representa para usted haber recibido el Premio Nacional de Periodismo José Martí?
El más grande honor recibido en mi vida profesional, máxime cuando mi formación es autodidacta.
Ya ni me acordaba de el,tiene una biblia en su cerebro,muy inteligente,que viva muchos anos.