Sirvan estas líneas como justa remembranza a una de las mejores atletas del mundo< de esas que suelen prestigiar las pistas con el solo hecho de hacer acto de presencia.
Tengo un amigo que de deporte sabe muy poco, casi nada, diría yo. Con mucho esfuerzo y nacionalismo sigue lo que pueda hacer Cuba cuando se celebran unos Juegos múltiples; fuera de eso, vive ajeno por completo a las novedades o tendencias del mundo del músculo. Solo de una atleta le he visto filosofar a mi amigo; de Carolina Klüft, a quien adoraba ver competir y de quien domina al dedillo los detalles que la inmortalizan dentro de su especialidad.
La escandinava llegó al deporte por puro placer, porque le resultaba atractivo y encontró en las pistas una vía de salida para invertir toda la energía que acumulaba a diario. Se pasaba todo el rato saltando, corriendo y lanzando; todo a la vez, por ello recaló en el heptatlón.
Cuentan que la rubia, nacida en 1983 en Boras, Suecia, siempre tuvo un talento innato; era una atleta de nacimiento, de raza pura, genuina, de esas que puedes pulir pero que jamás alcanzarás a fabricar. Su entrenador, Agne Bergvall una y otra vez manifestó su admiración por lo “natural” de su aptitud: “No se entrenaba porque debía hacerlo sino que lo hacía por diversión. Corría y saltaba constantemente. He visto atletas talentosas a lo largo de mi carrera, pero el talento de Carolina era diferente.”
Apareció en el escenario internacional con 17 años, allá por el año 2000 cuando venció en los Mundiales Juveniles disputados en Santiago de Chile. En 2002 volvería a repetir su triunfo, esta vez en la edición de Kingston, Jamaica y a partir de allí comenzó su dominio hegemónico sobre las pruebas combinadas a nivel mundial.
Entre 2002 y 2007 la muchacha no perdió: fue campeona olímpica en Atenas 2004, ganó en los mundiales de París 2003, Helsinki 2005 y Osaka 2007 (con récord de Europa 7.032 puntos y segunda marca de la historia), y además, se alzó con el título en los Campeonatos europeos de Múnich 2002 y Gotemburgo 2006.
En el pentatlón hizo otro tanto: campeona del mundo en Birmingham 2003 y oro continental en Madrid 2005 y Birmingham 2007.
Tras su actuación en tierra nipona, confirmó su despedida de la alta competición en eventos combinados. El mundo quedó en shock ante su decisión, llegaba justo cuando todos vaticinaban que alcanzaba el “pico” de su carrera. Ella refirió aburrimiento, cansancio físico y la falta de motivación por no tener una rival que le obligara a exigirse más.
Y llevaba toda la razón en sus palabras; los números de Klüft son claros a la hora de valorar su clase. Hizo lo que quiso: en heptatlón solo hay cuenta de una única derrota, el 1 de julio de 2001, en la Copa de Europa de Ried cuando tenía solo 18 años. En pentatlón, la medalla de bronce que se colgó en su debut en la categoría de mayores durante el europeo de Viena (marzo del 2002) se convirtió en su otro “desliz”. Fuera de eso, eslabonó una cadena de invictos que se extendió por 6 años y contempló 19 triunfos al hilo.
Hace poco más de un mes, la genial Carolina anunció que deponía oficialmente todas sus armas. Después de que abdicó a su eterno trono en las pruebas combinadas incursionó en saltos (triple y de longitud) pero sin muchas historias que contar y ahora, luego de los Juegos Olímpicos de Londres (se los perdió por lesión) ha dedicado su última sonrisa a la afición desde una pista. Se fue así, sin pretensiones de alcanzar el estrellato (aunque lo hecho le reserva un puesto legendario en la historia). Se fue a vivir una “vida normal”, dejando su paso por el mundo del atletismo como una exquisita muestra de fidelidad a lo que una vez la llevó a ser atleta: la diversión. Lo practicó porque le agradaba: “Yo no compito por el dinero o por ser una estrella, lo hago porque es divertido”y cuando ya no le pareció gracioso, pues simplemente lo dejó.
Así, con 29 años dice adiós a las pistas y su especialidad la extrañará, como también lo hará todo el que en este mundo sepa valorar a los atletas que son o han sido excepcionales. También la extraña mi amigo, a esta hora su mensaje “Carolina no estará más y con su adiós, el atletismo acaba de perder una de las más ilustres exponentes del Deporte Rey en este inicio de siglo” aterriza en mi buzón con la nostalgia propia de momentos difíciles. Lo leo y pienso que su rostro dibuja la desilusión de alguien que ha dejado escapar una estrella fugaz sin haber alcanzado a pedir el correspondiente deseo.
Recomiendo leer:
Carolina Klüft, el adiós de la eterna sonrisa
http://www.martiperarnau.com/2012/09/carolina-kluft-el-adios-de-la-eterna-sonrisa/
+ Información en: http://www.iaaf.org/athletes/biographies/country=swe/athcode=173736/index.html
Very interesting topic, thanks for posting.