Por Alexander Vicet
Varias veces infructuosamente en viajes de trabajo a Placetas, intentaba poder intercambiar con aquel hombre que hizo historia con la selección de pelota de Villa Clara. Todas fueron en vano, se me hacía difícil poder llegarle. En esta ocasión decidí levantarme bien temprano y tomar carretera, no regresar a casa sin antes tenerlo frente a frente y así saldar la deuda con un forista de nuestra web, el amigo Rojo del Metro.
Gracias a Osmín, un conocido que me trasmitió las coordenadas campo adentro, llegué a la Finca La FE. Un guajiro a lo lejos me saludaba, me le acerqué para preguntar y asombrado me quedé, era él mismo en persona, Yolexis “Machete” Ulacia. Sombrero de vaquero, machete a la cintura y botas de goma no me permitían reconocerlo. Aquel hombre que en mi mente permanecía vestido de pelotero no era lo que me acababa de encontrar. Sus manos eran otras, las huellas del campo la habían cambiado, me di cuenta al saludarlo.
Tras un saludo campechano entre a su casa de campo, en un santiamén la cafetera estaba puesta al fuego. No pude soportar la curiosidad y le pregunté qué hacía allí, cuando su experiencia en el béisbol les hacía falta a los nuevos muchachos del Villa Clara. Respuesta, “del campo salí y a él regreso, esto es lo que me gusta”. Acogido a la 300 tiene una caballería de tierra que la ha hecho producir por dondequiera. Prácticamente no tiene tiempo para más, sus 50 reses, 500 cerdos, 5 caballos, buena cantidad de carneros, aves y una tierra produciendo viandas y hortalizas le consumen todo el día.
Se respiraba cierta empatía entre ambos y todo fluyo como hermanos. Tomada la primera taza de café comenzó el tiroteo.
Pediste un año sabático en el 2012. En un artículo de Michel Contreras leí que habías salido por un año de descanso y que parecía el preludio de tu retiro.
Cansado nunca me sentí, hoy tengo 40 años y mi brazo lo mantengo igual. No sé por qué dicen eso, yo fui claro diciendo que no quería jugar más. En Cuba existe el mal concepto, por lo menos para mí, de que cuando un jugador pasa los 30 años ya es veterano. Todos esos últimos años nos lo pasamos que si los veteranos no sé qué, que si hacían esto o lo otro. Terminábamos cogiendo una incomodidad, bueno te diré que hasta un entrenador quería, sin más allá ni más acá, cambiarme las pesas que yo hacía antes de jugar, esas que tan buen resultado me dieron.
Otra cosa fue que el tiempo pasaba y siempre te decían “les vamos a dar esto, les vamos a dar esto otro” y no aparecía nada o tenías un buen rendimiento y no ibas a ningún lado, todo eso te va golpeando. Muchos no entienden que uno tiene que mirar hacia adelante, hacia el futuro. Yo salí del fango y al fango regresé y sigo aquí porque me gusta. Me gusta el campo y me gusta Cuba, lo mío es trabajarlo y producirlo.
Ese mismo año Villa Clara fue campeón, algo por lo que siempre luchaste y deseabas guardar en tus vitrinas.
Cogimos unos cuantos segundos lugares con Víctor y con Martín Saura. Juegos ganados que se nos iban de las manos. Muchos decían que estábamos borrachos. Una vez tuvimos a Industriales en jaque mate, era solo ganar un juego en el Sandino. En esos momentos no se puede regalar nada y menos a los Azules. Recuerdo que Borrero hizo un corring desde segunda para home y fue out. Ahí mismo le dije a Yuliet López “perdimos el juego de pelota y la Corona”. Estábamos ganando 4 a 0 y pitcheando Carrillo que estaba encendido. Yuliet me dijo “estás loco, mira como está el zurdo Carrillo y atrás estamos tú, yo y todos los demás”. Lo cierto es que en el deporte como en la vida hay cosas y cosas, hay momentos en que no puedes fallar. Después Borrero volvió a pifiar con un rolling por debajo de los pies. Aquello me marcó para toda la vida. Llevaba muchos años trabajando duro para un título y el pueblo esperaba ese. Ese título del 2013, aunque no lo creas, lo disfruté mucho y lo sentí como mío también. Claro no está en mis vitrinas (Risas)
¿Con qué director te sentías mejor?
Víctor seguirá siendo un hombre explosivo, con seguidores y detractores pero yo particularmente tengo mucho que agradecerle. Siempre nos decía desde que llegamos “haz siempre lo que te diga el viejo, pero no hagas lo que hace el viejo”. Con él aprendí mucho, el me enseñó a ser pitcher. Cuando aquello yo tiraba solo 70 millas, nunca llegué a las 90. Cuando empecé, salía y me daban dos palos pero Víctor decía, prepárate que mañana vas de nuevo. Me mostró siempre confianza y nunca le dije que estaba cansado, con él aprendí a coger valor y confianza en mí. Cuando un manager te da esa confianza tienes que partir pa´lante.
Víctor se sentaba y de ver al pelotero sabía si quería jugar o no. De escuchar un bate decía “tráelo que está encorchado, píquenlo que yo doy dos si me equivoco”.
¿Cómo ves los juegos hoy en día?
Hoy por hoy están sentados en el dogaut pensando en la jevita, conectados al móvil o al tablet, así estamos jodidos, estamos muy mal. Yo he llegado al Sandino y les he preguntado cuántas horas juegan en el día: “dos horas y media, tres horas” me contestan, y les digo que están en un error. Yo aprendí con Pedrito Pérez, Orlando Chinea y Luis Hernández que hay que darle seguimiento al juego desde el primer inning… Cuál es la secuencia de picheo que se está haciendo, cuáles les están haciendo daño a los bateadores contrarios. Tú no puedes llegar al box perdido ni ir a improvisar. Por otra parte no se meten en la anticipación a cada jugada. En el beisbol existe la anticipación a cada jugada; por ejemplo, hombre en primera y segunda sin out, viene cantado toque de bola por tercera, eso no te puede coger de susto. Te digo que también existe la antilógica y Víctor la usó con nosotros muchas veces. Una vez vino Sarduy y lo manda en esa situación a tocar por el box, algo anormal, el pitcher lanzó y salió mandado para tercera, resultado quieto todo el mundo.
¿Cuál fue tu mejor arma?
Siempre usé la mejor arma que uno puede tener que no es la recta, ni la curva, ni la slider, es la confianza, es la fe en uno mismo. Por eso mi finca se llama así La Fe.
Tienes record de 45 juegos lanzados en 2003-2004, 42 en 2004-2006, y 39 en 2006-2007. Pero tener esos logros lleva sacrificio, qué debe hacer un pícher relevo para poder tener esos resultados.
El relevista por su rol calienta casi todos los días, el abridor sale, tira su juego y generalmente no regresa más hasta varios días. Siempre hice los calentamientos completos pero hay algo en lo que más profundicé, el estiramiento. Cuando aquellos mostros de entrenadores nos daban conferencia de pitcheo siempre insistían en el estiramiento y eso junto a otras cosas conformaron mi librito que siempre llevé y apliqué. Yo vi con mis propios ojos a los japoneses que les daban más importancia al estiramiento que al calentamiento a la hora de evitar lesiones. Ellos antes del juego eran todo estiramiento y cuando terminaban entonces activaban los músculos.
Ulacia vamos atrás, cuéntame de tus primeros años.
Víctor me sacó del Servicio Militar y me trajo al Villa Clara, ese primer año le gané 5 y perdí 2. No me creerás pero al año siguiente hubo piña. Víctor estaba para México, los encargados aquí decían que no me veían bien. Cuando fui no aparecía en la selección, almorcé y me fui. Con mi mochila verde del servicio al hombro y montado ya en un carretón para irme me llamaba a gritos Vladimir Hernández, que estaba encendido aquel año y regresaba de unos Centroamericanos, para que me bajara. No le hice caso y seguí, pero más adelante intercepta de forma brusca un carro al carretón y se baja Cesar Valdés, me monta a su lado, me pregunta si me dolía el brazo, le dije que no y tuve que jurárselo, me llevó para el Sandino y me incorporó al terreno. Cuando Víctor llegó me dijo que le habían informado que no estaba bien y le dije que esa era la opinión de ellos que yo sí sabía como estaba.
Comenzó la Copa Villa Clara que se realizaba previo a la Serie Nacional y el primer juego fue contra Guantánamo. Víctor pidió que lanzara yo en ese primer juego y el árbitro Blas Guillén que estaba como principal me dijo: “echa pechuga que tú eres cojon… y aquí no puede haber casualidad”. El juego fue en la tarde e íbamos perdiendo 1 a 0. Vine a cerrar el juego, a sacar un solo out en el 7mo pues era a 7 entradas. Villa Clara empató en el final del 7mo, ¿sabes cuántos innings tiré? 6 y un tercio hasta hubo que encender las luces del Sandino, me dieron un solo hit y di nueve ponches. Víctor sentado en su silla con los brazos cruzados se levantó enfurecido y llamó a Juan Mesa y a los demás entrenadores y les dijo que no podía confiar en nadie, que lo habían engañado.
Dios es grande y yo siempre he creído en él, me preparé bien ese año, gané 14 juegos y salvé 14, fui al Juego de las Estrellas en Cienfuegos y lo gané. Al año siguiente fui de nuevo al Juego de las Estrellas en el Sandino y lo volví a ganar.
Dicen que Víctor fue el que te puso el apodo de Machete…
Víctor me decía “Mata siete”. Fue una vez jugando contra Industriales, ellos fueron los que me lo dijeron eso por primera vez, no sé si fue por no entender bien a Víctor o por mi forma de lanzar.
No eras un pitcher de repertorio.
Yo me pasé cinco años pitcheando el mismo lanzamiento pegado que me hacía una sinquer, no podía pitchear ni pa´afuera. Una vez en el Latino Pestano me dice antes del juego: “vamos a hacer una cosa, mira Ulacia, aunque sea el mismo lanzamiento di por lo menos dos veces que no para que crean que tienes más herramientas.” Llegó mi entrada y Pestano se agacha y empiezo no, no, no…. Y Víctor perdido salió corriendo para el box y me dice “oye qu’e te pasa” na´ que no hay apuro, viró corriendo igual, nadie entendía nada.
Una vez te dejaron fuera. ¿Cómo fue eso posible?
El primer año que gané un juego de las estrellas, en 2003-2004 fui a Venezuela con el equipo Orientales con Víctor como director a jugar tres partidos. Cuando regresamos ya estaba la Súper Liga y cuando Víctor pregunta por qué yo no estaba en el equipo Centrales, le dice uno de Camagüey que estaba en el cuerpo de dirección, “se nos olvidó”. Tu puedes creer eso compay, con el rendimiento que yo había tenido ese año. César Valdés en Holguín le dice a Anglada: “manda a buscar de refuerzo a Ulacia, no lo pierdas que el tipo vino de Venezuela y lo dejaron fuera en el Centro”. Cuando me lo dicen saqué pasaje en tren y me fui por mi cuenta. Cuando llegué pensé que iba a pitchear con Centrales y me estaba esperando Anglada. La vida es del carajo…. Gané una bola de juegos para los de la capital, llegué a ser el líder de juegos salvados de esa Súper Liga. Fíjate por cuántas cosas he tenido que pasar, pero Dios sabe lo que hace, soy una persona creyente en Dios.
Ulacia, te estuve buscando en los juegos de veteranos y no te vi en ningún año.
Si nunca me han invitado, ni tan siquiera a uno. Yo te digo que no tengo ninguna lesión y la mente la tengo buena, si tengo que ir a pitchear ahora mismo lo puedo hacer. Pero ya eso es agua pasada, ahora estoy en el mundo de los puercos y la tierra.
¿Cuántos juegos abriste?
No me creerás, pero abrí uno solo en toda mi carrera, fue en el Latinoamericano contra Metropolitanos y no saque un solo out. Yo nunca fui abridor, uno tiene que conocerse y saber donde es bueno. Cuando intentaban ponerme de abridor yo no quería, la gente decía que si estaba loco y Víctor decía “déjenlo tranquilo que ese hombre lleva el béisbol en la sangre, él sabe lo que da, él sabe dónde es bueno”.
Un secreto para mantenerse
Entrenar para no lesionarte. Porque slump siempre vas a tener.
¿Qué bateador se te hizo más difícil?
Ese era Meriño, bateador hasta de bolas malas. Un día me dio jonrón, yo nunca fui de los que a la próxima te daba pelotazos ni tampoco al que venía atrás. Al otro día subí al box y vino al bate con bases llenas, no tire lanzamientos de calentamientos y dije que estaba listo, eso los sacaba de paso. Le dije en vos alta a Pestano voy por el medio, Meriño le preguntó que había dicho y al responderle, el santiaguero se rio y dijo que yo no estaba loco. ¿Puedes creer que se la tire al centro y dio rolling por Paret para doble play y chirrín chirrán?
¿Tu mejor relevo?
Ese juego mira que lo he buscado y no lo he podido tener, ni tan siquiera sus estadísticas. Play off semifinal contra Santiago en el Sandino, pitcheaban Vera y Delvis Rodríguez por Villa Clara. En el segundo inning contra el “cartel”, 2 para los de Oriente. Ahí mismo tras desbol, transferencia y error (creo de Denis García) que llenó las bases, Víctor me dijo: “toma Machete, mata tu esto”. Vine frente a mi amigo el difunto Tamayo, yo tenía una bursitis que casi no podía levantar el brazo, pero era de ahora o nunca y no podía fallarle al equipo. Fíjate si era guapo que vino a buscar un pelotazo pues se subió arriba del home. El árbitro era Omar Lucero y dije: “Peste, dile al árbitro que esta gorda está arriba del plato, si mete el pie me voy a fajar y se va a acabar el juego de pelota”. Lucero se lo advirtió y el primer lanzamiento le dio en el pie. Se fue corriendo para primera y el estadio gritaba al mismo tiempo que el principal lo viraba para atrás. Al final lo ponché y cerré la entrada con escón de ponches. Fíjate como yo estaba ese día que pasó todo el equipo por allí varias veces y me sacaron en el 9no. por lanzamientos que cuando aquello eran creo que 120. Entregué el juego empatado a 2 y con 11 dejados con la carabina al hombro. Me relevó Yoandris Ruiz, le dieron fly a segunda y se acabó el 9no. Vino Villa Clara y dio home run de una carrera y ganamos. Como puedes ver no tuve decisión en ese juego, el que más disfruté.
Al otro día Víctor para levantar el ánimo al equipo le dijo en el mitin a los pitchers: “Ulacia me pidió la bola para hoy, ese si es un cojo….”, lo cual no era cierto. Al final la pidió Montes de Oca y dimos nocaut.
“Villa Clara venció a Ciego de Ávila en semifinal oriental de la pelota cubana.” “Al capítulo definitorio llegaron ambas novenas abrazadas a tres anotaciones por bando, con los dos mejores relevistas de Cuba subidos en el box de sus respectivos equipos: Yolexis “Machete” Ulacia, por Villa Clara, y Vladimir “Cañón” García, por Ciego de Ávila. El placeteño -desde la salida del séptimo episodio-, y el avileño, desde el octava, los azucareros vencieron 8 carreras por 3 en 11 entradas.”
¿Recuerdas ese juego?
Sí, lancé 5 entradas completas, eran juegos muy peleados y con mucha rivalidad. En aquellos tiempos éramos unos cuantos luchando por ser el líder en juegos salvados. Estaban Vladimir García, José Ángel, Maya, el pinareño, que cuando aquello era relevista. Con José Ángel compartí varias veces y nos llevamos bien. Una vez me dijo: “Machete, tú no me has pasado porque a ti te traen desde el segundo ining muchas veces, tú tienes más juegos ganados que yo” y era así, después tenía que descansar por lanzamientos y no jugaba en tres o cuatro juegos.
En el Villa Clara, “calzar los spikes” del gran “Machete” Ulacia no es fácil. ¿Qué le recomiendas a los que próximamente asuman ese rol en el equipo naranja?
Tener un buen cerrador en una novena de pelota es una garantía, cualquier director quisiera tener uno al seguro. El out 27 es el más importante, el que te da la victoria y ser el hombre que te llamen para sacarlo es un privilegio, demuestra la confianza en ti. Tienen que luchar y entrenar mucho, trazarse las metas ellos mismos. No competir para ser mejor que este o aquel, de eso se encarga la afición, tus compañeros y los resultados que logren. Hay un YO en todos nosotros, pero ese yo es el “yo tengo que prepararme bien, yo tengo que ser disciplinado”, de seguir el juego de béisbol de principio a fin. Son muchos parámetros que si lo llevas todos a tu vida cotidiana como atleta y durante el juego estoy seguro que tendrán un buen resultado. Sí se puede ser un buen relevista, la disciplina y la preparación física y psicológica es lo más importante. Claro y la Fe de que se puede.
Fue más de una hora donde muchas anécdotas fueron contadas por el Machete de los Azucareros. Momentos que disfruté, pues a pesar de ser un hombre de campo, su léxico está bien desarrollado. No faltó el recorrido por toda la finca que lleva el nombre del talismán que siempre lo acompaño, su FE.
Sentía mucho placer con mi presencia (eso me lo confesó) pues nunca había recibido en su casa a alguien que viniera tras su historia, de la cual se siente muy orgulloso. Me contó que ese día cumplía años uno de sus hijos y que no había hablado con él. No tembló mi mano y le brindé mi móvil (el de él no tenía cobertura) para que lo saludara y le ordenara prepararse para salir en la noche a comer junto a toda su familia.
Quedó hecha por su parte la invitación a un día compartir, además de historias y anécdotas del Beisbol, un día en familia acompañado de un lechón y unas frías Cristales. Creo que no seré capaz de hacerle un desaire.
¿Ustedes que creen?
(Tomado de blog Martín Dihigo)
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