Yarisley Silva es un ícono del atletismo cubano. Lo es por sus resultados, pero, sobre todo, es una leyenda viviente por la especialidad en la que ha logrado destacar: el salto con pértiga.
Hasta su eclosión, Cuba no aparecía en la hoja de ruta de esa disciplina y, aunque se había estado practicando desde el año 1996, de esta tierra no había brotado un talento con los argumentos necesarios para trascender.
La relevancia de la pinareña es tal que, de su esfuerzo, han salido buena parte de las mejores actuaciones del atletismo en los últimos tiempos. Fue subcampeona olímpica en Londres 2012, bronce mundial en Moscú 2013, campeona mundial bajo techo en Sopot 2014 y también ganó el oro en Beijing 2015. En 2017, Silva volvió a estar en el podio y la presea de bronce que ganó en Londres fue la única que sacó Cuba de su incursión mundialista en la urbe del Big Beng.
La historia de Yarisley es una oda a la perseverancia. A golpe de corazón y voluntad, la muchacha se abrió paso hasta ganarse la oportunidad de salir y con el “viaje” llegó el progreso. Todo estalló allá por el año 2011, cuando fue sexta en el Mundial y ganó, contra todos los pronósticos, el título panamericano, derrotando a Fabiana Murer, flamante campeona mundial. El resto de la historia ya la conocemos.
Eran buenos tiempos para Cuba. Se destinaron recursos a la práctica de esta especialidad. Estábamos, como se dice, “en la comida” y esta isla siempre salía a relucir cuando de salto con pértiga se trataba. No olvidar que también tuvimos a Lázaro Borges, que se colgó la plata en el campeonato mundial de Daegu 2011, aunque después sus resultados no han vuelto a emular aquellos que lo situaron entre los mejores del planeta.
Yarisley Silva, pese a no mostrarse de la mejor manera en las dos últimas contiendas, se sostuvo como referente. Lo fue hasta Birmingham, cuando fungió como punta de lanza de la delegación atlética que emprendió la última cruzada internacional.
Ahora probablemente eso varíe, porque Juan Miguel Echeverría, con su título el salto largo, y quizás Yorgelis Rodríguez, con su progresión continua en las pruebas múltiples, tienen muchas papeletas para convertirse en los “niños lindos”.
Ya saben, cuando Tin tiene, Tin vale…Y Yarisley Silva quedó lejos del podio en Birmingham. Fue séptima. Saltó 4.60 metros en su primera competencia del año. El título se ganó con un exuberante brinco de 4.95 metros, y la final fue la de mayor valía de la historia.
La disputa de las preseas en la pértiga para mujeres fue una de las batallas más espectaculares del recién finalizado Campeonato Mundial de Atletismo (bajo techo). Sandi Morris y Anzhelika Sidorova se batieron por el oro hasta el último aliento, relegando a la griega Ekaterini Stefanidi, hasta ahora imbatible, al tercer puesto.
En definitiva, fue Sandi Morris quien se llevó el título. Ganó, como adelantábamos, con registro de 4.95 metros que constituye un nuevo récord para campeonatos del orbe en pista cubierta. Morris, que ya era subtitular olímpica y mundial al aire libre 2017 y de pista cubierta en 2016, consiguió en Birmingham la primera medalla de oro de su carrera deportiva.
Esta estadounidense ya había sido la gran noticia del cierre de la Liga de Diamante de 2016, al saltar cinco metros en Bruselas para convertirse en la tercera mujer que más alto se ha elevado en la historia.
Igualmente es la tercera dama que logra saltos superiores a la barrera, mítica, de los cinco metros. Se inscribe en un selecto club que integran Yelena Isinbayeva (5.06 metros) y la estadounidense Jennifer Suhr (5.03 metros, indoor).
Morris tiene 25 años y empezó en el salto con pértiga en el año 2009, según los resultados oficiales de la IAAF. Según dichas estadísticas, durante la segunda temporada dedicada a la disciplina, la de Fayetteville, Arkansas, logró superar los 4 metros, con brinco de 4.20 metros y 18 años de edad.
A propósito del desarrollo de las garrochistas, al revisar la progresión de veinte mujeres —donde figuran varias de las más destacadas de todos los tiempos— pudimos constatar que la mayoría ha alcanzado su madurez competitiva entre los 24 y 25 años y que todas han superado los 4 metros luego de haber practicado, como mucho, tres años la disciplina.
Hay casos excepcionales como Stacy Draguila o Yelena Isinbayeva que en su primer año oficial sobrepasaron los 4 metros. Draguila llegó tarde y a sus 25 años se metió en el mundo de la garrocha. Fue una pionera, llegó a tener el record del mundo y figura en los libros como la primera campeona olímpica y mundial de esta modalidad que se oficializó para las damas en 1999.
Lo de Isinbayeva es sobrenatural. Ella es, aún hoy, una elegida. La rusa salió forzadamente de la gimnasia y probó suerte en el salto con pértiga. Corría el año 1998 y, con 16 años, brincó 4 metros. Con 23 años, Yelena ya lo había ganado todo. Era campeona olímpica y mundial, recordista del mundo y había logrado superar los 5 metros.
La rusa patentó un desarrollo vertiginoso y, con una depurada técnica, consiguió proezas que mantienen vigencia. Es la única que ha saltado sobre cinco metros en más de dos oportunidades y probablemente sea la única que se dé el lujo de establecer un récord del mundo sin fallar (4.90 metros, el 30 de julio de 2004) o de rubricar dos el mismo día (4.96 y 5.00 metros, el 22 de julio de 2005).
Las europeas y las estadounidenses muestran un mayor desarrollo. Progresan con mayor rapidez mientras que las latinas han logrado insertarse en la élite en menor medida.
A día de hoy, solo tres mujeres de nuestra zona geográfica han tenido éxito global en esta prueba: Fabiana Murer, Yarisley Silva y, más recientemente, la venezolana Robeilys Peinado.
El estudio antes mencionado refleja que Yarisley Silva, nuestra mejor pertiguista, logró saltar oficialmente cuatro metros en el 2004, con 17 años, aunque no fue hasta el 2006 cuando estabilizó este registro. Su actual marca personal, de 4.91, la consiguió en 2015, con 28 años.
El desarrollo de la cubana se ralentizó por períodos, incluso hay años en los que su progresión evidencia un retroceso. Mucho en ello tiene que ver el hecho de que su radio de acción competitivo se limitaba a nuestro país, donde no había —ni hay— un desarrollo de esta prueba que la motivara a dar el extra. Tampoco debemos obviar que se practicaba en condiciones difíciles.
Tal vez en esta tendencia, en la de que los resultados se estancan siempre un poco, nos vaya la vida. Colgados de ella, vamos a pensar que Cuba tendrá otras mujeres capaces de convivir entre las más destacadas de esta complicada prueba a nivel global. Sin embargo, la realidad sugiere que tendremos que esperar, al menos, un poco.
En la sede del equipo nacional se entrenan tres muchachas, de 20 años: Lisa María Salomón, Aslyn Quiala y Alicia Laporte. Llegaron hace cinco cursos al alto rendimiento y marcas personales que no superaban los tres metros. Las dos primeras han superado la meta inicial: saltar sobre los 4 metros y Laporte anda por los 3.90 metros.
También es matrícula Rosaidi Robles, que nació en 2001 y tiene una marca personal de 3.70 metros.
La progresión de las chicas —de las tres primeras que llegaron convocadas a recoger la bandera cuando Silva no esté— no muestra resultados rimbombantes. En ello incide —y mucho— que hasta este curso hayan estado bajo la égida de Alexander Navas y hayan sido, por consiguiente, víctimas de la ausencia de su coach, dedicado en mayor medida a Yarisley.
Y es que por muy detallados que sean los planes de entrenamiento que Navas confeccione y por muy rigurosos que sean los encargados de suplirle en su ausencia, aquí aplica perfectamente aquello de que “el ojo del amo, engorda al caballo”.
Lo positivo es que desde este año ha vuelto al equipo nacional el profesor MSc. Rolando Palacios Pulgarón, un pionero en la enseñanza de la pértiga en Cuba, que estudió en la antigua Unión Soviética y siempre ha estado cerca. Esperemos que su permanencia en suelo patrio sea un revulsivo en el crecimiento definitivo de estas chicas.
De momento, la probabilidad de que cuando Yarisley Silva diga adiós al deporte activo, Cuba vuelva a caer en el olvido, es bastante grande. Aunque claro, a Yarisley le quedan algunos senderos por transitar. Ella piensa llegar hasta Tokio 2020.
Cierto es que la generación de garrochistas que manda hoy la integran mujeres nacidas en la década de 1990. Al parecer, la prueba ha experimentado el relevo generacional que se esperaba hace varios años. De las que se mantienen en activo —y en la élite— es Yarisley la de más edad, que cumplirá 31, aunque Jennifer Suhr (36) ha dicho que seguirá compitiendo y este año ya le aparece acreditado un salto de 4.82 metros que la sitúa como líder del año en la incipiente temporada al aire libre.
Tampoco es que Silva tenga que hacer algo inédito. Yelena Isinbayeva ganó, con 31 años, su último título. Lo hizo en Moscú, en 2013, saltando 4.89 metros en el último campeonato mundial que disputó y, en 2016, no pudo estar en Río por la suspensión de la IAAF a Rusia, pero había clasificado a los Juegos Olímpicos con salto de 4.90 metros.
Jennifer Suhr, hizo otro tanto, pues a los 34 años ganó el único título mundial que figura en su currículo. Fue en 2016, en el mundial bajo techo que se disputó en Portland, Estados Unidos, con salto de 4.90 metros.
(Especial para Play Off)
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