yarisley Silva en Brasil 2012 Especial para Cubahora

Dos años después de conocer a Nilo y de acercarse a la práctica del salto con garrocha en su Pinar del Río natal, Alexander Navas se cruzó en su camino. Fue en unos juegos escolares donde conoció a quien se encargó de encaminar su carrera como garrochista. Con la captación para el Equipo Nacional, su dedicación adquirió seriedad:

El salto cuantitativo y cualitativo de estar en el Equipo Nacional

Yo llegué saltando 3.10m aquí y cuando terminó el primer año mi marca personal era de 3.80. Las condiciones variaron mucho, para bien, aunque estaban muy lejos de ser las que tenemos hoy. En Pinar del Río, pese a que utilizábamos una garrochita de aprendizaje –es importante porque en otras muchas partes del país los muchachos y muchachas se iniciaban utilizando varillas de salto de altura para saltar, en muchos casos usaban dos pedazos de estas varillas unidas por dentro con una jabalina – no teníamos colchón. Había un colchón pequeñito, y el profesor le ponía mucho aserrín para que amortiguara mejor nuestra caída pero aun así era muy complejo. De todas formas yo sabía saltar con flexión porque el profesor Nilo nos enseñó a saltar así y con ello tuve una pequeña parte de la tarea adelantada. (En los inicios casi la totalidad de los practicantes de esta disciplina en Cuba utilizan el salto metálico, en el que no se flexiona la garrocha, y en muchos de los casos no varían esta técnica hasta que llegan al Equipo Nacional)

Decepción tras la primera experiencia internacional fuera del área.

Estuve en el Centroamericano de Cartagena de Indias en Colombia en 2006 y fui plata con 3.95. Esto me dio el boleto para ir a mi primer mundial juvenil, y el único al que asistí.

Fue en Beijing, y fuimos solo 5 atletas cubanos; cuatro varones (Andy González, Jorge Fernández, Carlos Veliz y Yordanis García) y yo. Por las cosas de la vida, mis garrochas se perdieron en el aeropuerto de Londres. Nunca aparecieron y yo competí con una que me prestó una muchacha de Canadá, pero fue por gusto, era una pértiga muy rígida y no pude hacer nada, me fui en blanco. Lloré mucho, porque solo pensaba en que era mi única oportunidad y que la había desperdiciado. Sobre todo porque con esa competencia tenía aspiraciones, yo estaba muy bien, estaba saltando sobre 4.20 y en ese tiempo, con esa marca se podía pensar en medallas.

El periódico de la reseña del evento lo tengo guardado en mi casa, conservo el comentario sobre la gran decepción que había provocado mi actuación.

El 4.50 y la “mala suerte”

En los últimos tiempos, con el ascenso el nivel del salto con garrocha para damas, cuatro metros y cincuenta centímetros–salvo este 2013 que para el Mundial de Moscú que se está pidiendo 4.60m- ha sido la marca de clasificación para las principales competencias.

“Yo la logré por primera vez en 2008, aquí en el Estadio Panamericano, en la primera Confrontación de ese año.

Fue una total sorpresa, yo no lo esperaba porque había estado entrenando a lo loco; un día me daba la carrera (de impulso) y otro no. Pero salió así, salté en el primer intento (4.20, 4.30, 4,40 y 4.50).

Pero con la marca vino la mala suerte, y todos los problemas se agudizaron. Tuvimos diferencias con el Comisionado Nacional de aquel tiempo y las oportunidades no acababan de aparecer. Yo me desilusioné mucho, imagínate estar luchando contra todo para nada. Por ejemplo, para el mundial bajo techo de Valencia ni siquiera me tuvieron en cuenta y así, otras tantas veces…”

 

Antes:

Yarisley Silva, princesa de las alturas (I): Génesis