yariHarold Iglesias Manresa/Cubasialt
Choque de emociones, incertidumbre, sentimientos fantasmales que acompañaron a Yarisley Silva durante buena parte de la temporada invernal, incluso se intensificaron tras su debut grisáceo en Birmingham (apenas 4.46 metros). Pero el carácter y estirpe de campeona afloran y este miércoles, a su regreso a la patria, rebosante de alegría y con lágrimas enjugando sus ojos, confesó que más allá de técnica y otros demonios, fue ese espíritu de lucha el que iluminó su camino al éxito.
Su primer oro al máximo nivel, paradójicamente con los mismos 4.70 metros que le depararon el quinto escaño en Daegu 2011, significó además el reencuentro del campo y pista antillano con el oro, algo que no sucedía desde la edición de Doha 2010, donde el vallista corto Dayron Robles estampó primacía de 7.34 segundos.
«Estoy muy feliz de regresar a mi tierra, de poder festejar este oro tan ansiado con mi pueblo. Un título muy luchado, marcado por la inseguridad, afectaciones de diversa índole en los entrenamientos y un debut como para dejar caer el alma, pero no.
«Ha sido una temporada en la que siquiera había saltado con mi garrocha dura de siempre, la de los grandes momentos. Cómo hacerlo, si mi agarre apenas andaba por 4.15 antes de partir a la gira.
«Mi entrenador Alexander Nava y esa energía interior me decían que podía luchar. “Piensa como campeona en todo momento, borra los miedos, tú estás entre las mejores del mundo y como tal saltarás”, me repetía constantemente, en los descansos intermedios, al término de cada sesión».
—¿El día de la competencia?
—Estaba como poseída. A pesar de técnicamente no poder subir el agarre hasta 4.30, decidimos saltar con 4.25, y una seguridad casi sobrenatural me invadió. Todo comenzó a fluir hasta la altura de 4.65, donde tuve que hacer el cambio de pértiga hacia la dura, y de nuevo una pequeña sensación de duda me golpeó. Esa fue la causa del fallo, pues estaba en mi mente y no me tiré hacia atrás.
—¿Horizontes inmediatos?
—Competir en la Copa Cuba el próximo día 20, también es importante saltar bien en casa. Luego un pequeño descanso e iniciar el segundo macro, el cual tiene, entre otras paradas, la exhibición en Des Moines, Iowa, donde me impuse el año pasado y tuve la oportunidad de medirme a las estadounidenses Jennifer Suhr y Mary Saxer, entre otras rivales de nivel.
—¿Los cinco metros?
—Continúan en el plano de las ambiciones. Sé que en este minuto tengo muchas deficiencias técnicas que pulir, pero ya me convertí en la tercera mujer en superar los 4.90 metros. Entonces no significa una altura imposible.
Lo cierto es que las reinas de corazón siempre dan de qué hablar, y Yarisley, justamente desde la cita universal de suelo sudcoreano en el 2011, lanzó la clarinada. Desde entonces no ha dejado de superarse. Campeona panamericana en Guadalajara 2011 gracias a 4.75, subtitular olímpica en Londres 2012 con idéntica altura. Coqueteo con las nubes en el 2013: primero los 4.81 acá en La Habana como parte de la Copa Cuba, luego su tope de 4.90 en Hengelo, Holanda, bronce en la cita del orbe de Moscú (4.82), entre otros rendimientos encumbrados, y estabilidad sostenida sobre 4.70 metros. Entonces el 2014 no podía comenzar de otra manera que no fuera con victoria.
Si alguien no renunció nunca a la fe y potencialidades de su discípula, ese fue Nava. Por el contrario, demostró ser un excelente técnico en todas las de la ley. Se imponía un aparte con Cubasí:
—¿Cómo lograron suplir ese déficit en la preparación y debut sombrío?
—Yari tenía afectaciones, laguna en su trabajo y estrés. Decidimos no competir más y ganar tiempo en la obtención de forma deportiva en poco más de dos semanas. Al término de la primera ya estaba recuperada y liberada del cansancio, con la confianza psicológica necesaria y su carrera habitual de 14 pasos bien. Aun así, coincidimos en que técnicamente no estaba apta para agarrar sobre los 4.30, de ahí que su agarre en la competencia haya sido a 4.25. La constancia y seriedad en esa recta final fueron determinantes en el resultado.
Un engranaje perfecto, que se despidió con una sonrisa. Entrenador y atleta ya atesoran un oro en sus vitrinas y van por más alturas. Por ahora, en el universo de la pista cubierta, al igual que entre cielo y tierra, ambos han dejado su huella. Las «nubes» y los rivales los reconocen y respetan. Cuba, en tierra de cosacos, rescató su prestigio en el universo atlético gracias a Yarisley y los triplistas Ernesto Revé (plata-17.33) y Pedro Pablo Pichardo (bronce-17.24).alt
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