Yelena Isinbayeba durante la ceremonia de entrega de los Premios Laureaus 2009

Este es otro post para una atleta que cumpleaños..pero créanme, este 3 de junio, lo amerita….

Trigésimo aniversario

A los 15 años, la vida suele dar muchas vueltas; por ello, ni siquiera la Sra. Natalia Petrovna logró ser lo suficientemente intuitiva como para darse cuenta de que su primera hija, nacida un 3 de junio de 1982 en la heroica ciudad rusa de Volgogrado (antiguo Stalingrado), estaba destinada a ser alguien especial para el mundo. Lo recalco,  porque para las madres, los hijos son siempre especiales…Pero la niña Lena tenía las cosas claras y sabía que con esfuerzo podría llegar a cumplir aquella promesa de “Voy a ser la mejor del mundo y campeona olímpica” hecha a su madre en una tarde de juegos en casa, años atrás.

Su palabra peligró cuando con 15 años se quedó sin el sueño gimnástico por ser demasiado alta (medía 1.74 m, justo lo mismo que hoy). Entonces, Alexandr Lisovói (su instructor de gimnasia) tuvo la claridad de presentarle la chica a su amigo y entrenador de salto con pértiga, Evgeny Trofimov. Allí le hablaron por primera sobre Bubka, y contestó: «¿Y esa quién es?»….

Con  la mano de un genio (porque así veo a Trofimov) puesta en el asunto, la talentosa discípula logró hacer de la  “vara” su amiga. Complicidad que alimentó con cada una de las bondades heredadas tras 10 años dedicados a la gimnasia; acrobacias que se tornaron perfectas para dominar su cuerpo en el aire, y volar. Seis meses después de aquel encuentro, la primogénita de Natalia y Gadzhi Gadzhiyevich Isinbayev ganó su primer título en Moscú, durante los Juegos Internacionales Juveniles de 1998. Desde ese día, el éxito se convirtió en su palabra de orden y  Elena-“Lena“-Yelena resonó en el planeta mientras el salto con pértiga florecía gracias a su empeño.

Los años pasaron y las marcas no lograron resistir sus embates y hasta el rincón más oscuro de la tierra fue cómplice de sus incursiones, todas espectaculares. Como el más fiel legado de aquella mujer decidida y emprendedora que trabajaba con la precisión de una máquina pero que, a su vez, no dejaba de mostrar su más pura humanidad.

Hoy, quince años más tarde, todo se ve mucho más claro. El panorama mundial ha cambiado   aunque Serguéi sigue siendo un referente, solo que ahora debe compartir sus honores con ella, con Yelena Isinbayeva, la misma chica que a la edad de 15 años no alcanzaba a reconocerle.

¿Quién iba a imaginar que la cruda decisión de Lisovói le abriría las puertas a una supremacía mundial sin precedentes?

Con mucho esfuerzo y sacrificio invertido en el intento, ya Lena no es más aquella niña; es una mujer que ha construido una carrera fantástica. Hasta este minuto se hace acompañar de dos títulos olímpicos, seis títulos mundiales y anda ya, por 28 cotas planetarias establecidas. Es suyo, además, el mérito de ser la única fémina que ha sido capaz de volar por encima de la mítica barrera de los 5 metros y por supuesto, ya conoce a Bubka e incluso pretende ir a por más marcas mundiales que él (35 en total de su carrera). Claro, que esto último lo tiene difícil porque ha anunciado su adiós profesional para 2013, sin embargo, los límites son para esta rusa algo así como un chiste. Por ello, porque niega tenerlos sigue en pie de lucha, y  aspira a convertirse en leyenda (como si ya no lo fuera). Entre sus “pendientes” queda el ceñirse una tercera corona olímpica en Londres. Luego ir por un séptimo título del orbe; ese que de conseguirlo sería su tercero al aire libre y que tendría en Moscú 2013 un escenario perfecto y final. También pugna por rubricar más marcas mundiales que años de vida, a su retiro; no sin antes cerciorarse de dejar la varilla sobre 515 centímetros o más, para descansar tranquila mientras el resto de sus co-especializadas se baten por igualar alguna de las tantas hazañas que ha facturado esta chica, justamente reconocida como la reina del salto con pértiga mundial.

Usted seguramente se preguntará el por qué de estas líneas…Sucede que en esta jornada de 3 de junio de 2012, ella, Yelena Isinbayeva cruza el umbral de su tercera década de vida y lo hace con la satisfacción de saber que ha sobre-cumplido la promesa hecha a su madre; al mismo tiempo que se siente incapaz de dejar de soñar. En consecuencia, es muy probable que hoy no se reúna con sus seres queridos para festejar y que tampoco gaste segundos en reflexionar sobre qué tan provechosa han sido sus primeras tres décadas de vida. Hay una alta probabilidad de que con la responsabilidad que le caracteriza y ayudada, en buena medida por ese Géminis que lleva a cabalidad dentro de sí, hoy no incurra en celebraciones; solo las propias de entrenar –como siempre- de sol a sol y se pase sus treinta a solas en su apartamento de Mónaco, mirando al mar…

Reacciones aparte, sirva este día en que está de cumpleaños, como conjetura perfecta para presentarles a esta rusa como una candidata de fuerza para quedarse con el oro olímpico de su especialidad en la cercana cita estival londinense. Y es que Yelena Isinbayeva se erige como favorita y para ello se presenta con credenciales de más de 5 metros, aterrizando a la sombra del Big Beng con la idea de concretar una temporada en la que ha demostrado que puede reconquistar el terreno cedido entre 2009 y 2011. Con esos truenos, ¿quién se atrevería a dudar?

En Fin, habrá que esperar a los juegos para saber la última palabra, mientras tanto queda este “FELICIDADES”, como testigo del vaticinio de que en Londres, el salto con garrocha no tendrá otra campeona. Queden  también estas líneas como sencillo homenaje para una de las atletas que lo ha ganado todo y que amenaza llevarse más….Una mujer bella -¿por qué no decirlo también? -que amerita todo el reconocimiento porque ha sido para el deporte y para el mundo, más que un ejemplo, como una suerte de bendición.