Santiago Bernabéu, 19 de Noviembre de 2005. Juegan Real Madrid y Barcelona. Con apenas 15 minutos de partido, el balón cae en las piernas de Samuel Eto’o luego de una fugaz galopada de un niño llamado Leo Messi. En el área, entre cinco futbolistas merengues, el camerunés coloca el balón a la izquierda de Iker Casillas para abrir un marcador que terminaría 3-0 a favor de los catalanes.
Nueve años antes Samuel se formaba en el filial blanco. Aunque llegó a debutar en el primer equipo, nunca se le dieron allí las suficientes oportunidades, por lo que llegó al RCD Mallorca.
Con los Baleares, Eto’o explotó en una combinación de goles y carácter que lo llevó a convertirse en un aniquilador de primera. Sus condiciones despertaron el interés del Barça, donde se estableció como leyenda en compañía de Ronaldinho, Deco, Iniesta, Xavi, Messi, Puyol, entre otras figuras.
Cuando Pep Guardiola empezó en el banquillo del Camp Nou, no contaba en un principio con Samu, sin embargo este le dio su primera Liga de Campeones en Roma.
Cuando salió de la Ciudad Condal, quizás muchos pensaron que ‘el alacrán’ había dado ya todo lo que iba a dar, sin embargo en el Internazionale dirigido por Mourinho demostró que le quedaba mucho por aportar.
Con el uniforme neroazurri consiguió 3 récords: ser el primer africano en ganar cuatro Champions en su carrera, único jugador en anotar en siete competiciones oficiales en una temporada y único en ganar dos tripletes de forma consecutiva.
Al concluir su etapa en Milán, el cuatro veces Africano del Año, pasó por las ligas de Rusia, Inglaterra, Turquía y Qatar hasta anunciar su retiro el pasado 6 de septiembre, cuando ya a su historia no le cabían más páginas.
Si bien su carrera a nivel de clubes impresiona (359 goles en 718 encuentros), tampoco se queda atrás su desempeño con la Selección de Camerún. Dos Copas Africanas de Naciones, un Oro Olímpico y un segundo lugar en Copa Confederaciones de acreditan su palmarés con los Leones lndomables.
Por si resultara poco, Eto’o es el goleador histórico de su país y de la Copa Africana de Naciones.
Sus desmarques para encarar la portería contraria, potente disparo y capacidad para echar a andar del carro definieron su presencia en las canchas. Impresionaba además, el hecho de que no acostumbraba a simular faltas.
Nunca se amilanó a pesar de los insultos racistas que recibió, tanto de personalidades del balompié como aficionados, a los que calló en más de una ocasión a base de dianas.
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