Por: José Armando «Mandy» Fernández Salazar / Tomado de su perfil en Facebook
Me acordé del primer guante que me regalaron. De mi primer jonrón en el patio de la escuela. De cuando mi primo y yo íbamos al estadio a gritarle cosas al center field de Industriales para desconcentrarlo. De cuando nos subimos a un coche y mi padre me dijo ese que va manejando es Eliécer Velázquez y tiene un récord que nadie va a romper en la pelota cubana. De Juan Emilio y los tres paticos en la pizarra del Mella, de Eddy López y su juego suspendido por lluvia que nunca existió para ir a comer puerco asao en una fiesta.
Me acordé del estadio lleno para disfrutar las derrotas. Del gallego que nunca entendió la pelota. De cuando nos fugamos del pre y salimos por televisión con el uniforme. De los peloteros que nunca hicieron el team Cuba porque estaban en un equipo perdedor, de los que se fueron, de los que se quedaron y fueron olvidados. Del negro de siete pies llorando en la terminal de ómnibus cuando Japón nos ganó en el Primer Clásico.
Me acordé del triki si la pelota caía en el patio de la vieja peleona, del cuatro esquinas, del malo que nadie quería en su equipo, de las siete veces que pusieron por la televisión Los Pequeños Campeones, del Paniqueque fajándose con los que no querían devolver la pelota en el estadio.
Me acordé de Alarcón llorando porque no se puede correr más rápido que la pelota, del nunca ganan, del jonrón tan largo que fue da romper el techo de la carpintería, del caramelito de a peso del estadio, de las malas metáforas con las hachas y los bosques, de la cerveza aguada y las discusiones sin razón con estadísticas.
Me acordé de Dánel Castro pensando en su padre y poniendo a llorar a los viejos cuando la votó frente a Industriales. De Osmany Urrutia por encima de 400, de Pedroso ponchándose a la hora buena, de la merienda de yogur de soya y pan con croqueta de los juveniles que hoy son campeones, del Mella, del Millo, del estadio chiquito.
Me acordé del Cuba, Cuba, Cuba de mi tío en Barcelona 92. De las flacas que van al estadio a que las miren, de los comentarios prejuiciados de los narradores de la televisión, del corral de cactus melancólicos que ahora está en el mapa del país porque ganó un campeonato del deporte nacional. Me acordaré de esta noche también.
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