Juego-matanzas-Katherin FelipePor: René Navarro Arbelo

En los últimos tiempos una buena cantidad de respetables amigos del barrio, simpatizantes o no del equipo de béisbol de Matanzas, me interrogan casi a diario sobre distintos tópicos que giran alrededor de ese colectivo. Les confieso que no soy un experto en la materia ni tengo en la actualidad vínculos directos con las personas que atienden la esfera del deporte en la provincia. Únicamente esporádicas visitas al Victoria de Girón como cualquier espectador que ocupa un sitio en las gradas de los jardines. Allí he ido acompañado de mis familiares y alguna gente conocida que residen en la zona del Naranjal.

Un poco de historia

No soy matancero de nacimiento, sino madruguero, uno de los municipios habaneros (hoy Mayabeque) que limitan con ese territorio, cuyo primer lugar colindante geográficamente por el este se llama Ceiba Mocha. Pero resulta que a la edad de 21 años la emisora Radio 26 me abrió las puertas y allí trasmití por espacio de dos temporadas la Serie Nacional de Béisbol. Era la feliz etapa de Wilfredo, Rosique, Isasi, Tomás Soto, el “Curro” Pérez, Jesús Torriente, el benjamín Alfredo García y los conocidos directores Miguel Angel Domínguez y Juan Breijo. Esa lista de inolvidables figuras es bien extensa y todos me extendieron su mano. Eosvaldo Gener Valiente era el operador de audio en los controles remotos y Bernardo Soler, “Yin 300”, nuestro compilador. Me acompañaron en los micrófonos hace casi medio siglo René Calama Fernández y Miguel Ángel Iglesias. Esos recuerdos de juventud y toda la ayuda que prestó la provincia a mi coterráneo y entrañable Sergio “Pipián” Martínez, rey del ciclismo cubano, hacen de mi persona un fiel admirador de todo lo bueno y saludable que se haga por el deporte en suelo yumurino.

La provincia de Matanzas contaba con una enorme efervescencia beisbolera y en sus apartados sitios se jugaban en los decenios del 40 y 50 las ligas de Pedro Betancourt, Jovellanos, Sagüita Hernández e Inter – Centrales, con presencia de numerosos peloteros importados de distintos rincones del país. Todos los municipios, pequeñas localidades y bateyes tenían su terreno. Años más tarde, la sede principal de las Series Nacionales fue el histórico Palmar de Junco, pero también con alumbrado se jugaba en el Pablo Avelino, de Cárdenas y el Mario Martínez Arará, de Colón. Cada bado el calendario se cumplía en un estadio municipal o en una instalación de una fábrica de azúcar.

Plaza que reina en el béisbol cubano

Yo y mucha gente de mi generación no conocimos antes las bondades del gigantesco estadio Victoria de Girón, inaugurado en 1977. No fueron los mejores años de Matanzas en la pelota cubana; ausencia de público, discretos o peores resultados de su selección y desinterés de muchos factores. La provincia y su nómina representativa no contaba con ese respaldo, iniciativas y todo lo bello que adorna ahora el estadio matancero. El ambiente que se vive dentro y fuera de ese recinto contagia a propios y extraños. Para mí es hoy la súper plaza beisbolera cubana del presente siglo. Cuando veo por televisión o escucho a los magníficos y objetivos narradores-comentaristas de Radio 26, me doy cuenta de la distinción y diferencia que tiene en la actualidad el béisbol en la Atenas de Cuba. La noble tierra yumurina, preñada de bellezas y atractivos naturales para los ciudadanos de este país y el mundo, es hoy un estandarte del deporte que une e identifica a todos los cubanos. Podrán o no ganar el máximo galardón – pero eso sí -, Matanzas cuenta hoy con la mayor y mejor afición beisbolera de Cuba.