Por: Reinaldo Cedeño/ *Exclusivo

Ella le arrebató el registro de Cuba a la campeona olímpica María Caridad Colón. Ella fue la primera jabalinista del Hemisferio Occidental en romper la barrera de los 70 metros. Debió superar lesiones y accidentes en momentos claves, pero fue una eterna batalladora. El comentarista Eddy Martin la bautizó alguna vez como “La zurda de oro”.

 Su época de esplendor coincidió con la de grandes luminarias en su especialidad y con los politizados años ochenta, con ausencias que le impidieron medirse ―a ella y a otros atletas― en dos citas olímpicas. Pese a todo, supo labrarse un lugar en la memoria del atletismo cubano.

  Su afán de superación se desgrana en una entrevista prolija en detalles. La Doctora en Ciencias de la Cultura Física, Mayra Vila Machado sigue apostando por el deporte. Con voz autorizada señala los espacios perdidos en la pirámide deportiva cubana y nos devela los secretos de un atleta de alto rendimiento. Es un gusto, un gustazo verla salir de nuevo a la pistilla.

Mayra Vila con su progenitora DORIS MACHADO RUIZ / Foto: Cortesia de la entrevistada
Mayra Vila con su progenitora DORIS MACHADO RUIZ / Foto: Cortesia de la entrevistada

Sus inicios / La jabalina…

   “El atletismo llega a mí a través de la pasión de mi madre por el deporte, pues aunque nunca se ejercitó, tenía mucha vocación deportiva. Me llevó a cuantas áreas deportivas existían en mi natal Santa Clara. Me gustaba mucho el tenis de campo, pero un buen día llegan a la primaria los profesores del área deportiva Aurelio Janet, realizan algunas captaciones para el atletismo y fui seleccionada. Le hice el comentario a mi madre, y al otro día me aparezco con ella en el área. Nos realizaron pruebas y finalizada la sesión, nos dicen que todos estábamos aprobados, que comenzaríamos esa semana, así que… adiós tenis. Me capturó el atletismo.

   “Al principio, y por la edad que teníamos (diez años) practicábamos varias disciplinas, pero las que más me gustaban eran los saltos y los lanzamientos. Fui guiada por excelentes entrenadores. Ya algunos no están físicamente, pero los recuerdo con mucho cariño, entre ellos está Abelardo Montiel, como un padre para todos los atletas que allí nos reuníamos. También estaba ‛Susi’, como cariñosamente le llamábamos todos a Rafael Bernal Tandrón, siempre dedicado al buen desenvolvimiento deportivo en las edades tempranas. Los entrenadores que finalmente tuve fueron Ángel Matamoros Montenegro y Pablo Ciscal. Bajo sus tutelas participé en los Juegos Poneriles y Escolares en las disciplinas de salto de longitud y en el lanzamiengto de la pelota y la jabalina.

    “A los once años, fui seleccionada para matricular en la Pre Eide ―escuelas que nunca debieron extinguirse―, ya con un disciplina en específico, el lanzamiento de la jabalina. Este centro docente deportivo tenía características especiales en sus horarios, que consistía en recibir la docencia en la mañana y practicar el deporte en horario de la tarde. Allí cursé hasta octavo grado, pues fui seleccionada para la EIDE [Escuela de Iniciación Deportiva], radicada en Cienfuegos. Una vez allí, fui entrenada por dos profesionales de los cuales guardo agradecimiento por sus bondades y dedicación: Ana Quincoses y Pedro Rivas.

  “En la EIDE solo permanecí un curso escolar, pues  los resultados de los Juegos Escolares de 1973 y 1974,  me llevaron con 14 años a la ESPA [Escuela Superior de Perfeccionamiento Atlético], otra escuela que nunca debió desaparecer del sistema deportivo cubano. Fui captada y entrenada por Ángel Salcedo hasta 1978 en que culminé doce grado y, por los éxitos deportivos en diferentes competencias nacionales e internacionales, paso a la selección nacional”.

La jabalina requiere de mucha fuerza. ¿Cómo describiría el entrenamiento? ¿Cómo afrontaba desde su condición de atleta y de mujer, las demandas de esta especialidad de lanzamiento?

   “La jabalina, como las otras disciplinas de lanzamiento (bala, disco, martillo) realmente requieren de mucha fuerza, pero fundamentalmente de una técnica depurada. Estas dos capacidades son determinantes en un lanzador en el atletismo. El entrenamiento es exigente en todos los sentidos, desde lo fácil hasta casi lo imposible, pues realizas disímiles ejercicios sobre el ciento por ciento de tus posibilidades. El entrenamiento de alto rendimiento es de máximo rigor.

   “En el deporte moderno se generan innumerables competencias, unas suceden a las otras. Las demandas del entrenamiento deportivo solo se logran con disciplina y educación para poder lograr el rendimiento exigido y obtener el resultado planificado. Las féminas reciben las misma exigencias para el cumplimiento de las cargas de entrenamiento (volumen e intensidad) en el deporte de alto rendimiento, y  son compartidas entre el entrenador y el atleta, pues de ello depende realizar y cumplir el plan de entrenamiento, con el cuidado de no dañar la salud del atleta”.

Llama la atención su presencia en tres Juegos Mundiales Universitarios (Universiadas) consecutivos, donde Mayra siempre subió al podio.  ¿Alguna relación especial con estas competencias?

  “En la etapa juvenil obtuve resultados en competencias internacionales, pero ya en la categoría de mayores, recién entrando al equipo nacional, participo en los Juegos Mundiales Universitarios, en México 1979.  Mis rivales estaban entre las mejores del mundo, y con solo 19 años, pude alcanzar el bronce con 60,96 metros, que significaba registro personal y la primera medalla alcanzada por la delegación cubana. Ese fue mi primer triunfo de importancia.

   “En la Universiada siguiente, en Bucarest 1981, igualé el color de la medalla y en Edmonton 1983, iba ya con otras pretensiones, pues ya tenía registrado el récord nacional de 68,76… pero una lesión del codo izquierdo me imposibilitó el cumplimiento diario de mi carga de entrenamiento. No obstante, con gran esfuerzo logré un rendimiento por encima de lo planificado y quedé tercera con 63 metros”.

Coincidió en el tiempo y en casa con la campeona olímpica María Caridad Colón Ruenes, a quien escoltó en el podio durante los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1982 y también en los Juegos Panamericanos de Caracas 1983…  ¿Cuánto ayuda, cuanto reta, cuánto asusta una rival de esa estatura? 

“He estado en escenarios con rivales de muchísima calidad, donde mi marca personal ni se les acercaba. Sin embargo, competía con mucho ímpetu de obtener al menos un excelente rendimiento. No puedes ir a una competencia pensando en medallas cuando te rodean las mejores jabalinistas del universo; pero si vas pensando en cumplir el propósito planteado, puedes ser que obtengas como efecto estar en el medallero.

   “Tener rivales de altos quilates no asusta, al contrario, te exige más en los entrenamientos diarios. Caridad y yo entrenábamos en el mismo escenario, junto al resto del colectivo de ambos sexos, donde reinó siempre el humor y la ayuda mutua”.

Foto: Ecured

Hay un pasaje de su vida menos conocido, duro, que pudo truncar su carrera en los mismísimos comienzos…

   “Sí. En 1979 fui alcanzada por una jabalina que penetró en el muslo derecho. En ese momento… ¡cuanta agonía, cuanta desesperación! Precisamente estaba en preparación para los venideros Juegos Olímpicos de Moscú 80. Y se puede imaginar el desconsuelo que sufrí. Significaba perder toda la preparación realizada para cumplir el gran sueño deportivo con solo 20 años. Lamentablemente, con todo el déficit de entrenamiento era imposible lograr la marca correspondiente exigida por la comisión técnica del deporte.

   “Afortunadamente fueron curadas todas las secuelas del impacto y logré mi recuperación total. Comencé a entrenar para el próximo ciclo olímpico, y mis resultados fueron en ascenso…”

Hay dos marcas que resultan insoslayables a la hora de hablar de Mayra Vila. Una ya la mencionó, los 68,76,  nuevo tope de Cuba en su momento,  y luego aquellos fenomenales  70,14 metros. ¿Cómo recuerda esos momentos y que sensaciones le acompañaron? 

  “Bueno, la respuesta a esa pregunta es recordar, volver a ubicarse en el terrenio, en la pistilla para realizar la carrera de impulso, efectuar el movimiento y… LANZAR, así, en mayúsculas. Lanzar es algo espectacular, es vivir una sensación que recorre todo tu cuerpo. Cierras lo ojos y viajas, 35, 37 años atrás. Realizas una exposicion mental casi idéntica a la de aquellos dos inolvidables momentos. En ambas competencias superé las expectativas planificadas, tanto en rendimiento como en resultado.

   “En 1983, llegamos a la cita de Bratislava el mismo día de la competencia, después de varias horas de viaje desde Ostrava. El lanzamiento de la jabalina fue el último evento en realizarse y apenas había espectadores. Tuve dos intentos fallidos y en el quinto intenté concentrarme en la técnica y me repetía ‘tiene que volar… tiene que volar’. Y… voló hasta 68,76 metros, récord nacional. Antes de caer el dardo, ya sentí la ovación de los presentes. ¡Qué emoción tan fuerte se siente en fracciones de segundo!, hasta se detiene la respiración.

   “En 1985, en la Reunión Internacional de la Comunidad de Madrid, se encontraban atletas que encabezaban el ranking mundial, una de ellas la británica Tessa Sanderson, la campeona olímpica de Los Ángeles. En esa competecia hubo un desajuste de horario y la demora de la hora establecida, provoca siempre una cierta predisposición; pero yo empleé a la máxima potencia el control sicológico. Traté de hacer el mejor registro en los primeros tiros. Me sentía muy bien, incluso los tres primeros lanzamientos fueron sobre 65 metros; entonces me dije: ‘control que la jabalina tiene que volar lejos’.

   “Al lanzar, Tessa Sanderson, 72 metros, los vi bastante cerca.. y me dije: ‘tengo  que ponerle todo al cuarto lanzamiento’… Me concentré, me representé el movimiento varias veces, y al salir la jabalina me dije: ‘lo logré’. Cuando ponen el resultado en la pantalla, di un salto que no creo pueda lograr nunca más. Me dio taquicardia, temblé de la emoción y me recorrió una sensación tan agradable, tan relajante que me quedé sin fuerzas. 70,14 metros, un extraordinario resultado”.

El retiro

   “Mira, en 1984, el año en que se celebraban los Juegos Olímpicos en los Ángeles, Cuba decide no asistir, como otros países de Europa del Este, y se toma parte en un evento  multideportivo internacional en Moscú como alternativa, los Juegos de la Amistad. Comprendo entonces, ya por mi edad biológica, que iniciar otro ciclo olímpico significaba esfuerzo, dedicación, conciencia y disciplina más una entrega total a los entrenamientos. Arribaría a los próximos Juegos Olímpicos, en 1988, con 28 años, ya entrando en la etapa de longevidad deportiva.

     “En 1985 logro los 70,14… pero en 1986 me lesiono fuertemente el codo izquierdo  (el brazo de lanzar) y la rodilla derecha (pierna de frenaje),  por lo que ya el cumplimiento de la carga de entrenamiento tendía a mermar. Ese año me operan de esa rodilla, y aunque a los 45 días me incorporo, ya no podía hacer grandes esfuerzos, y como sabemos, los ejercicios de fuerza en los lanzamientos son fundamentales.

    “En 1987, afronto una segunda intervención en la misma rodilla ―esta vez por otro diagnóstico―, y el codo ya no aguantaba más infiltraciones Llega nuevamente el año olímpico, Seúl 88.  Cuba no participa… y finalmente la sumatoria de lesiones y operaciones hacen que decida retirarme del deporte activo en 1990”.

Después del retiro 

  “Te hago un recuento de mi trayectoria personal hasta hoy, sin intentar hacer una autobiografía. Aún era atleta activa cuando cursaba estudios de ingeniería (diurno), por lo que debía viajar de lunes a viernes a San José de las Lajas, al Instituto Superior de Ciencias Agropecuarias de La Habana (ISCAH)  y luego regresar al centro de entrenamiento para realizar las sesiones correspondientes. Disciplina, constancia, perseverancia, felicidad… todo eso había que recopilar para poder vencer. Me gradué en 1983 como  Ingeniera en Mecanización de la Producción Agropecuaria. Luego matriculo los estudios en Ingeniería en Construcción de Maquinarias y me graduó en 1990… Se preguntará ¿por qué no Licenciatura en Cultura Física? 

Mayra Vila junto a su hijo Andy Lazmay Acosta Vila / Foto: Tomada de Facebook

Sí, resulta una pregunta obligada…

  “En el mismo año de mi retiro, me inserté como ingeniera investigadora en un centro de ubicado en San José de las Lajas. En 1993, doy a luz a mi hijo Andy y un año después, matriculo la Licenciatura en Cultura Física… como ves ‘la cabra siempre tira p’al monte’… ¿Cómo me las arreglaba? ¡Con magia intelectual!, porque había que ser mago para llevar todo al unísono. Me convalidaron algunas asignaturas, me gradué en 1998 y la dirección de la Universidad de las Ciencias de la Cultura Física y el Deporte Manuel Fajardo (UCCFD) me brinda la posibilidad de quedarme en el centro como docente. No lo pensé dos veces…

   “En el 2004, culmino los estudios de la Maestría en Entrenamiento Deportivo para la Alta Competencia y paso a atender las especialidades de Posgrado. Un año después me inserto en los estudios de posgrado cooperado con la Universidad de Jaén (España) y más tarde, cumplo misión en la Universidad Iberoamericana en Venezuela. Al regresar me titulan Jefa Técnica de la Comisión Nacional de Atletismo, y en 2011 realizó la defensa de mi tesis doctoral con el tema ‛Desentrenamiento’ y me reincorporo a la Universidad”.

Sin detenerse

“El Instituto Nacional de Deporte, Cultura Física y Recreación (INDER)  solicita en 2015  mi incorporación. Actualmente soy metodóloga del Departamento Técnico Metodológico de Alto Rendimiento, jefa del Proyecto de Reserva Deportiva, y atiendo la esfera de Docencia, Ciencia y Técnica y Medio Ambiente. Directamente estoy vinculada ―desde el punto de vista técnico metodológico―, a los deportes  de atletismo, pentalón, triatlón y ciclismo (agrupación de fuerza rápida y resistencia) hasta la fecha de hoy. No podía, nunca he podido detenerme”.

Coda

¿Qué os parece la labor de aquella niña, que inspirada por la pasión de la madre, llegó un día al deporte, que dejó el tenis por el atletismo; que hablaba consigo y con su jabalina, que rompió barreras en el continente americano, que sabía muy bien que solo con disciplina, con mucha constancia se logran las cosas, que no se ha detenido jamás? Se llama Mayra Vila Machado. Es una atleta, una investigadora, una cubana que nunca ha perdido la fuerza de su brazo.